14/9/08

EXPOSICIÓN: DEBAJO DEL AGUA. ÁNGELA LERGO

Ángela Lergo. Debajo del agua

La obra de arte resulta de una relación dialéctica entre autor, pieza y espectador, pero para que se dé esto es condición sine qua non la intencionalidad, crear historias, abrir canales por donde se transmitan los mensajes polisémicos de una verdadera obra de arte. Aunque sepamos que una obra dista mucho de ser algo puramente narrativo, la historia es fundamental para que se de el proceso de comunicación.
La escultura por su parte es, desde el punto de vista objetual, presencia, presencia en el espacio. Una presencia que va más allá de lo puramente material para alcanzar lo meta-objetual. Por ello podemos decir en cierto sentido que es algo metafísico que se impone física y conceptualmente a la mirada del espectador, reclama su atención y domina de una cierta manera peculiar el espacio que le es dado. Se “presenta” en el espacio no solo dominándolo, sino, fundamentalmente, creándolo de una manera que algunos llaman literaria. Por esta razón podemos decir con Hospers que “la pintura –pero igualmente la escultura- se hizo para ser contemplada, estudiada, disfrutada, saboreada, no para utilizarla como adornos de paredes o de mesas”[1]. La escultura no está simplemente en un lugar, está siendo lugar. Es eminentemente lingüística y por tanto referencial y expresiva. Tiene este carácter explícito y en acto, a diferencia de los otros objetos que lo tienen implícito y en potencia.
Esta presencia de la que hablo, que también es parte de la relación dialéctica entre autor, obra y espectador, se manifiesta más en su interior y en su capacidad de transmitir, que en una determinada forma exterior, si bien ésta nos es necesaria para reconocer los signos que forman el contenido de la narración.
Para llegar a depurar las formas en las que se pueda alojar este razonamiento es necesario que el autor siga un proceso, más intelectual que material. Actitud que acaba dotando a la pieza de una vida propia en donde se manifiesta dicha presencia. Utilizando una idea de Kandinsky diré que es un trabajo encaminado a “llenar de contenido la obra para que no sea como un guante vacío, sin mano y sin sentido”[2]. Para esto, el trabajo del creador ha de convertirlo de “hacedor” de objetos en un proceso de abstracción que le lleve a eliminar todo lo accesorio, accidental y anecdótico. El final de este proceso nos llevará a la verdadera obra de arte, aquella obra que es capaz de transmitir todo un mundo y es susceptible de provocar la emoción en ese espectador que se siente predispuesto a dejarse emocionar por una experiencia estética y comunicativa.
A veces nos encontramos con trabajos que nos proporcionan este tipo de experiencias, como ocurre con esta propuesta para el Museo de Cáceres, donde podemos hablar de la construcción de una naturaleza reflejada. Una de las cosas que saltan a la vista cuando nos acercamos a su obra es que hay una especie de flashes que capturan nuestra mirada, la retienen y nos atraen hacia ella. En un primer análisis descubrimos una característica importante cual es la sensación de “atemporalidad”, de piezas que están desde siempre. Después nos adentramos en el objeto de su narración y descubrimos un trabajo en el que hay una mezcla de frialdad y sentimiento, de Euritmia, que hacen que podamos denominar su obra como “poesía en el espacio”. Esto es así porque el proceso de su trabajo es un minucioso estudio de las formas, de las proporciones y de la anatomía, de la capacidad de relación de la obra con sus partes y de aquella como un todo homogéneo en relación con el espacio que le es dado para manifestarse, buscando la concreción del concepto de instalación como creación de lugar.
En el proceso de creación de la obra modela –dibuja- el cuerpo desnudo para estudiar la anatomía, los movimientos, las relaciones de unas partes con otras y de la totalidad con el entorno, con el espacio con el que va a dialogar, desde donde va a ser vista. Son las relaciones entre esta mirada, el gesto y las otras piezas las que conforman el cuerpo de la instalación y con las que el espacio es interrelacionado, creando esa presencia de la que hablaba al principio. La obra final es un juego de miradas, el juego de la comunicación y el conocimiento.La creación de esta obra es un trabajo de conjunto, no un trabajo aislado, en el que influyen el azar, la reflexión de Ángela Lergo sobre el objeto creado, el diálogo con el material y el espacio y la relación de su estructura con otras estructuras. Hay una primera intención de presentar al hombre en la naturaleza –y en este caso la naturaleza del agua- buscando una conexión con el exterior. En la elección de los materiales hay un deseo de enfrentar lo elaborado con lo dado, lo natural con lo artificial. Lo básico del caucho y lo elaborado de las piezas luminosas de neón y las planchas de látex donde se crean los juegos de luz para simular el agua que salta y se refleja en el aire y en la pared creando un espacio envolvente. La sal y el video, donde una vez más vuelva a aparecer el agua.
Ángela Lergo siempre ha utilizado el cuerpo -propio o extraño- en múltiples acciones y performances y es el referente inequívoco de su escultura. Ha elaborado un discurso de raíz feminista, como el de la performance Ahora tenemos lo suficiente para dar la vuelta aérea dos veces al mundo, donde utiliza la tierra y un Burka para auto enterrar su cuerpo (de manera simulada y real) vestido con esta “singular” prenda y del que, como un símbolo de esperanza, nace y crece una planta. En un acto físico de empatía lanza un grito sordo que denuncia su enterramiento en vida.
En la acción Madre, llevada a cabo el trece de septiembre de 2003 en el Museo Vostell Malpartida, habla del papel de la mujer como esclava del hogar. Una mujer que se entrega para dar vida a los demás, para dar y ser alimento. Como digo, el cuerpo es parte insoslayable de su trabajo, tanto en su labor de performer como de escultora. “Mi cuerpo y mi obra son partes de mí. Dos partes que en este caso entran en contacto, se intercomunican, se hacen sólo una. Mi cuerpo y mi mente están al servicio de la obra, como mis pies están al servicio de mi intención de caminar. Son medio y soporte. Cada célula de mi cuerpo pretende expresar la idea final y la mente se ocupa de dirigir la orquesta.El cuerpo es el que expresa, el que cuenta algo, el que siente y hace sentir. El solo hecho de utilizarlo en una obra, de colocarlo delante de un espectador, lo está convirtiendo en parte de tu propuesta, independientemente de cual sea tu intención final y esto es válido tanto en la performance como en la escultura”[3]. Antes decía que su obra se “presenta” en el espacio no solo dominándolo, sino fundamentalmente creándolo. En el proyecto “Bajo el agua” del Museo de Cáceres hay una intención de crear, o más bien re-crear un espacio, que no es otro que el del aljibe del museo. Un espacio particularmente hermoso y evocador. Bajo el agua se encuentra el suelo y bajo el agua se encuentra nuestro reflejo cuando nos miramos en él. Casi como si de la historia de Narciso se tratara, el agua nos devuelve nuestra propia imagen. Bajo el agua se encuentran simuladamente la mayor parte del cuerpo de sus esculturas, también sumergidas algunas en sal, que recuerda esa agua. A la vez, obras como Nadador y Carlota, se enfrentan a sí mismas, a su propia imagen. Nuevamente nos encontramos con la referencia a Narciso, con nuestro reflejo. Las piezas enfrentadas buscan esta situación. En cambio, los hombres parcialmente sumergidos en bidones establecen un diálogo, se miran y miran sus propias manos. El joven que surge del agua ayudado por el neumático cierra los ojos seguro de su salvación.En todas las piezas de esta exposición se da el caso curioso de que no miran en ningún momento al espectador, se miran a si mismas o entre ellas, creando un espacio más interior que exterior y una relación interna fuerte. El espectador ha de romper esta “barrera” para participar de su discurso, quizá para mirarse a si mismo.[1] Hospers, John y Monroe C. Beardsley. Estética. Historia y fundamentos. Cátedra. Madrid 1990. Pág. 114[2] Kandinsky, V. De lo espiritual en el arte. Barcelona, 1981. Edit. Labor. Pág. 115.[3] Entrevista con el autor. 29-06-05.



Ángela Lergo. Debajo del agua. English version


UNDER THE WATERThe artwork is a result of the dialectical relationship between the author, the artpiece and the observer, but for this to happen, there has to be a sine qua non intentionality, the creation of stories, the opening of channels through which the multiple messages of the real artwork are transmitted. Although we may know that the artwork is far from being a mere narrative piece, the existence of a story is essential for the communication process to take place.The sculpture, on the other hand, is from an object point of view, a presence, a presence in space. A presence that goes beyond the purely material to reach the metaobjectual. Thus we can say in a way that it is something metaphysical that imposes itself physically and conceptually to the observer’s stare, claims his/her attention and controls in a peculiar way the space that has been given to it. It “presents” itself into space not only controlling it, but, mainly creating it in a way that many call literary. For this reason, we can say along with Hospers that “Painting-but also sculpture- was made to be contemplated, studied, enjoyed, tasted, not to be used as mere decoration for walls or tables”1 . The sculpture is not simply in a place, it is being a place. It is most importantly linguistic, referencial and expressive. It has this explicit character and in act, in contrast to other objects which have it implicitly and potentially.This presence I am speaking about, is also a part of the dialectical relationship between author and the observer, it is manifesting itself inwardly and in his ability to transmit, more than externally, if this one is not necessary to recognise the signals around the narration.In order to clean the forms in which this reasoning dwells, the author has to follow a process, more intellectual than material. This attitude gives the piece of art its own life, where this presence is manifested. Using Kandinsky’s idea, I will say that this is a work leading to “fill in the artwork with content for it not to be an empty glove, without hand and sense”2 . To do this, the creator’s work has to make him a “doer” of objects, in a process of abstraction which will make him eliminate all the accessory,___________________________________________1Hospers, John and Monroe C. Beardsley. Estética. Historia y fundamentos. Cátedra. Madrid 1990. Page 1142 Kandinsky, V. De lo espiritual en el arte. Barcelona, 1981. Edit. Labor. Page 115accidental and irrelevant. The aim of this process will lead us to the pure work of art, that work capable of transmitting a whole world and which is susceptible to provoke an emotion in the observer, who is predisposed to let himself go in that emotion of the aesthetical and communicative experience.Sometimes, we can find artworks that provide us with this kind of experience, as it happens with this proposal for the Caceres Museum, where we can speak about the building of a reflected nature. One of the things that come to mind when we approach to this work is that there are kinds of flashes capturing our gaze, retaining it and drawing us to it. In a first analysis, we discover a very important characteristic which is the feeling of “timelessness”, of pieces of art that exist forever. Then we enter into the object of its narration and we discover a work which combines coldness and feeling, of Euritmia, which make us capable of naming her work as “poetry in space”. This is because her work process is a detailed study of forms, proportions and anatomy, of the ability to relate the work with each of its parts and of that work as a homogeneus whole in relation to the space which has been given to it to be manifested, searching the concretion of the concept of installation as the creation of a place.In the creation process of the artwork she models –draws- the naked body to study its anatomy, its movements, the relationships between some parts and the others and the whole with its surrounding, with the space in which it is going to engage a dialogue with, where it is going to be seen. It is the relationships between this stare, this gesture and the other pieces of the artwork which forms the body of the scultural piece, with which the space is interrelated, creating this presence I was referring to in the beginning. The final artwork is a game of stares, a game of communication and knowledge.The creation of this artwork is a combined work, not an isolated one, in which random, Angela Lergo’s reflection or the dialogue between the matter and space or its relationship with the structure and its parts, intervene on the created object. There is a first intention of presenting man in nature, -in this case the nature of water- looking for a connection with the outside world. In the choosing of materials used, there is a wish of comfronting the elaborated with the given, the natural with the artificial. The basics of rubber and the elaboration of the neon lights and the latex boards where light shades are created to simulate springing water reflecting in the air and wall, forming a wrapping space around it. The salt and the video, where once again water reappears.Angela Lergo has always used the body-her own´s or another´s- in multiple actions and performances, and it is the undoubted object of her sculpture. She has elaborated a feminist rooted speech, as the performance Ahora tenemos lo suficiente para dar la vuelta aérea dos veces al mundo, (Now we have enough to go flying around the world twice), where she uses the earth and a Burka to bury herself (in a simulated and real way), dressed in this “peculiar” garment, from where a plant is born and grows, as a symbol of hope. In a physical act of empathy, she gives out a silent scream which dennounces her burial in life.In Mother, an action taken place the 13 September 2003 in the Museum Vostell Malpartida, she speaks about the role of a mother as a house slave. A woman who gives her whole life to give life to others, to give and be food. As I say, the body is an important part in her work, not only in her performer’s role but also as a sculptor. “My body and my work are parts of myself. Two parts that in this case touch each other, they interrelate, they are only one. My body and mind are for my work, as my feet are for my walking. They are means and supports. Each cell of my body wants to make out the final idea and my mind controls the orchestra. The body is the one that talks, that tells something, the one that feels and make people feel. The fact of using it in a work, of placing it in front of the observer, is making him/her a part of its proposal, independently of its final intention, this is also valid in the performance and in the sculture.”3.I said beforehand that her sculpture is “presented” into space not only controlling it, but creating it. In the project “Under the water” in the Caceres Museum, there is the intention of creating, or moreover, of re-creating a space, that is not another than the underwater stream of the museum itself. A particularly beautiful and evocative place. Under the water you can find the floor and under the water we will see our reflection when we look into it. As if it were the story of Narcissus himself, the water gives back our own image to us. Most of her scultures’ bodies are simulated in the water, some also submerged in salt, that reminds us of that water. At the same time, works as Nadador (Swimmer) and Carlota (Charlotte), confront each other, to their own image. We find ourselves again with the reference to Narcissus, with our reflection. The confronted pieces are looking for this situation. In exchange, men partly submerged in tanks engage a dialogue between them, they look at each other and look at their own hands. The young man coming out of the water helped by a wheel closes his eyes, sure of his own salvation.In all the pieces of this exhibition, the extraordinary case is that they do not look at the spectator at all, but they look at each other or between them, creating a space that is more internal than external, and a strong inner binding between them. The spectator has to break that “barrier” to participate in their speech, maybe to look at himself/herself.

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