14/9/08

EXPOSICIÓN: NARRACIONES DE LOS OBJETOS SOBRE EL CUERPO Y EL ESPACIO

Narraciones de los objetos sobre el cuerpo y el espacio

Para muchos la escultura es un desarrollo de formas materiales en el espacio natural. Esta definición es muy general y un tanto ambigua, pero abarca un panorama lo suficientemente amplio como para que pueda ser utilizado como punto de arranque y sirva como marco de referencia a la hora de analizar el hecho escultórico en la actualidad, sobre todo en aquello que atiende a su aspecto más material y a su definición más óptima a la luz de las experiencias en este campo a lo largo del siglo XX.Más allá de formas materiales en el espacio natural, o precisamente por esto, la escultura es presencia, presencia en el espacio y no solo en el espacio, sino creando lo más allá de si misma. Por ello es, en cierto sentido, algo metafísico que se impone objetual y conceptualmente a la mirada del espectador, reclama su atención. John Hospers defiende que la pintura –pero igualmente la escultura- “se hizo para ser contemplada, estudiada, disfrutada, saboreada, no para utilizarla como adornos de paredes o de mesas”[1], a lo que habría que añadir también que ni tampoco de plazas, paseos o rotondas.Pero parece que la escultura ha sido demasiadas veces considerada como la “hermana pobre” del arte desde el punto de vista de la tratadística y de la crítica. Barnet Newman decía algo parecido a que “la escultura es ese objeto con el que tropiezas cuando te distancias para ver un cuadro”[2]. Siempre está como oculta detrás o, en el caso de estar en lugares públicos, como ornamento de fachadas y plazas, cuando en realidad tiene una fuerte personalidad, capaz de elaborar narraciones que la sustenten como constructo estético autónomo. Como digo se encuentra “adosada” a edificios pareciendo solo un ornamento, si bien es el sustento de las historias que allí se cuentan.Afortunadamente la escultura, como el resto de las llamadas artes plásticas o representativas, ha evolucionado enormemente y de manera especial desde finales del siglo XIX. Más y más se ha erigido en género autónomo[3], desvinculándose de otros asuntos y siendo la protagonista indiscutible quizá de algunos de los mayores y mejores avances del siglo XX. Ya con Rodin y la eliminación del pedestal el cambio fue radical e irreversible. Como género autónomo y como parte de otros “nuevos géneros” como la instalación, su aportación ha sido y es importante. Pero también en su definición, y gracias a este avance, ha tenido que sufrir modificaciones. Si recordamos la definición marco que dábamos al principio, la de las formas materiales, y la diéramos por buena, al menos como posicionamiento general, aceptaríamos que ahí entrasen muchas cosas, por ello su ambigüedad. Tal vez sería mejor hablar de “objeto tridimensional”. Pero como digo ha sido protagonista de los grandes cambios, tan solo el recuerdo de Duchamp y su ready made nos confirmaría esto que decimos.Podemos considerar válido lo de “objeto tridimensional” y somos conscientes de que aceptando esto se abre muchísimo más el campo. Tendríamos que aceptar que también lo son géneros –o subgéneros- nacidos ya bien entrado el siglo XX como el Land-art, la performance, las video instalaciones y, por supuesto las instalaciones, esa especie de escultura expandida (o “desesculturas”, como las llama Miguel Cereceda), puesto que en todos los géneros enunciados tratamos con el objeto y con el espacio. En cualquier caso, y atendiendo a los materiales y a la forma de trabajarlos o de manipularlos, podemos dar por válido lo de “objeto tridimensional” que apuntan muchos teóricos, aunque lo de objeto y tridimensional suene a redundancia. Muchos creadores han abandonado el trabajo directo sobre la pieza o el que realizan ya está fuera de lo escultórico propiamente hablando. Los autores presentes en esta muestra así lo tratan y, salvo algunas obras de Dora Salazar o Mabi Revuelta –modeladas en este caso-, ninguno “esculpe” sus obras, sino que más bien trabaja buscando la forma requerida o simplemente transformando objetos y materiales diversos, como el caso de Esther Pizarro con el acero y la cera, Ana Sánchez convirtiendo libros en esculturas o Miguel Soler con los botes de cristal.Pero volviendo a la evolución de la escultura, si hacemos un breve repaso por la creación tridimensional desde principios del siglo XX nos encontraríamos en primer lugar con el trabajo de Marcel Duchamp y el ready made, con obras, como Fontaine (1917) o Portboutelles (1914) que rechazan de plano, como decimos, el término esculpido y sin embargo lo podemos encontrar en la mayoría de los manuales de escultura contemporánea. Pero no ocurre esto solo con Duchamp, Vladimir Tatlin, Naum Gabo, Antoine Pevsner o Lázsló Moholy-Nagy, por citar algunos de los pioneros, también quedarían dentro de este espacio “ficticio” de lo escultórico. Pero también obras de Picasso y Miró así lo fueron, al menos hasta que se decidieron a fundirlas en bronce.Este situar el objeto en el lugar y esta presencia desarrolla uno de los potenciales fundamentales de la escultura: la creación del espacio, ficticio o real y su capacidad por expandir a éste más allá de si misma. Junto a esto, otro de sus potenciales es la presentación-representación del cuerpo humano, tanto en la vertiente del retrato como el “cuerpo anónimo” con su capacidad para la representación del género, es decir para elaborar narraciones que atiendan a lo universal. Es cierto que a lo largo del siglo pasado muchos han sido los que han abandonado la representación del cuerpo, digamos, de una manera directa. Sobre todo el género de la instalación así lo ha puesto de manifiesto en la mayoría de los casos. En esta exposición queremos recuperarlo, no para romper una lanza por aquello que perdimos, así en plan romántico, sino porque pensamos que aun tiene mucho que decir.Hemos querido titular a esta exposición Narraciones de los objetos sobre el cuerpo y el espacio tanto por esa capacidad espacial de la que hablamos como por su potencialidad narrativa a la hora de hablar del Hombre como género. Los autores y las obras seleccionadas obedecen a esta intención.Analizar la obra de Esther Pizarro nos lleva a una lectura de la soledad y el aislamiento del hombre contemporáneo y el deseo de éste de establecer conexiones con los otros, conexiones que le hagan sentirse vivo y acompañado, tal vez la ilusión de que no está solo, de que aun puede compartir. Conexiones de unos cuerpos con otros que le hagan sentir la vieja utopía de ser Persona, Individuo. Intercambios de fluidos que revivan la sensación de que estamos vivos y comunicados, conexiones reales, lejos de la ciber-comunicación que nos mantiene conectados en la red, que a la postre no es más que eso, una red que nos mantiene sujetos, atados unos a otros en una ilusión de comunicación, una red de vigilancia.Los cuerpos aislados y conectados de Esther Pizarro son una alegoría, tal vez taxonomizada, del mundo en que vivimos. Las líneas que bordean los cuerpos en Mapas corporales simulan mapas topográficos, por otra parte un referente en la obra de Pizarro, que sitúan al cuerpo en el espacio, tal vez como un deseo de establecer una conexión entre el hombre y la naturaleza, una conexión perdida.Javier Hernando comenta que “las topografías urbanas han constituido el argumento central del trabajo de Esther Pizarro. Como los proyectos de ciudades utópicas de los años sesenta, las reales, interpretadas por la artista, se convierten en espacios mentales. Pero interesarse por la ciudad es hacerlo por quien la habita, de manera que su reciente atención a la figura humana, concebida asimismo como una topografía corporal, parece casi una desembocadura natural” y este interesarse por quien habita la ciudad es un querer reencontrarse con el Hombre.Miguel Soler ha utilizado el signo muchas veces en su trabajo, tanto física como conceptualmente, por su capacidad visual comunicativa y por su facilidad a la hora de elaborar narraciones. Estas historias han tenido que ver con el cuerpo, miembros y elementos de éste transformados en signos y símbolos de muy diferentes cosas y a la vez referentes de distintos asuntos. Entre los que él ha utilizado uno se destaca y llama especialmente la atención: el ojo.El ojo es el signo inequívoco de la mirada, de la observación. Con el signo del ojo expresamos que nos miran y que miramos. Solo con el contorno del ojo podemos expresar alegría o tristeza. No podemos esconder lo que llevamos en la mirada. En la antigüedad preclásica, junto a la sonrisa eginética, la expresión de los Kouros y las Korei se desarrolló desde la mirada, que animaba el rostro y la figura, mucho antes de que el escultor despegara brazos y piernas y echara a andar torpemente la escultura. El mundo clásico, sin embargo, abandonó esa importancia de la mirada, para desarrollar otros aspectos del cuerpo humano, que también son signos. En la civilización Etrusca, que antecedió a Roma, el contorno almendrado de los ojos es una seña de identidad. Por supuesto en Egipto el ojo tiene un gran protagonismo.En En observación hay una doble lectura: por una parte el ojo observa y por otra denuncia. Es una suerte de catálogo de ojos que nos miran desde botes de medicina. Nos observan y nos interrogan; reclaman nuestra atención.Como decía, en esta exposición queremos abordar, aunque solo sea en los aspectos particulares de las obras de estos artistas, cuestiones del cuerpo –la persona- y del espacio. A éste último se refieren las obras de Mar Solís y de Ana Sánchez, abarcando Sánchez ambos aspectos, aunque de una manera peculiar puesto que refiere de la persona en este caso como habitante de la ciudad. También lo abarca, aunque de una manera totalmente diferente Evelyn Hellenschmidt. En su trabajo aparece el Hombre preso o perdido entre la maraña de alambres que emulan inmensas ramas de árboles enredadas. Siempre aparece el Hombre, tal vez como una referencia espacial, pero también como una simbología del ser humano perdido, en medio de la nada o de un entorno hostil. Esto tiene mucho que ver tanto con su obra como con ella misma. Junto al Hombre –o rodeándolo y acosándolo- aparece la espiral en muchas de sus obras. Es un símbolo que dice mucho de ese entorno que comento. “Aparece en todas las culturas y religiones ligado a cuestiones como la fecundidad, el viento, el tiempo, la magia, la expansión, el movimiento”.Mabi Revuelta aporta a la exposición una nueva forma de abordar los dos ámbitos a que nos referimos, una nueva forma diferente y complementaria, más compleja en su presentación que los otros trabajos seleccionados para esta exposición –y por ello también complementaria-, una puesta en escena llena de emociones y reflexiones que la sitúan, tal vez, en la línea de la “teatralización neobarroca”, como han comentado algunos sobre su obra.Su trabajo, como el de muchos otros, rompe las fronteras del género experimentando con éxito en los campos de la escultura –tanto escultura propiamente dicha como el objeto construido, también trabaja la cerámica-, la fotografía y la instalación y aportando materiales que en si mismos llevan un mensaje y una intención. Muchas de sus propuestas tal vez estarían más cercanas al concepto de desescultura según lo define Miguel Cereceda [4]. Son esos materiales y trabajos propios de “oficios tradicionales” de la mujer, por lo que su obra también se puede abordar desde la perspectiva de Género. En algunas obras la pieza está tejida. Como apunta acertadamente Rafael Sierra “recurre a la lana -tejida en forma de gota para simular esperma- y a materiales sintéticos que imitan el color y la textura del cuerpo humano o la de distintos animales ‘para navegar por los fluidos internos del cuerpo, sus capas superficiales y el espíritu’. Las piezas trazan una ambigua, sutil e irónica frontera entre el hombre y animal”.Pero decía que la escultura no solo es espacio, sino que crea su propio espacio, tanto hacia el interior -un espacio simbólico- como hacia el exterior -un espacio físico aunque también simbólico o conceptual- y así se pone de manifiesto en las instalaciones de Mabi Revuelta.
El trabajo de Dora Salazar incide en los dos aspectos que abordamos en esta exposición. Por una parte está su interés por el cuerpo y por otra su intención de ocupar –y crear- un espacio con y entorno al cuerpo. Como ella misma afirma, “Mi obra siempre se ha movido en torno a la persona, la naturaleza o lo social, está relacionada con lo humano”. Desde el principio de su trabajo ha elaborado discursos con el cuerpo, donde éste no era más que una especie de “marionetas esperpénticas”, muy teatrales, hasta el que está realizando en la actualidad, donde la presencia es mucho más potente, con una enorme fuerza evocadora. No es su escultura un simple constructo estético, sino un canal trasmisor de valores, aunque no sea un discurso cerrado y unívoco. “No transmito mensajes cerrados, discursos acabados. Quiero que el espectador saque sus propias conclusiones. Lo contrario me parece un poco déspota” afirma la autora.
Su obra nace para el espacio, para establecer coordenadas y redes de comunicación entre la escultura y el espectador. Pero no solo ocurre esto con la pieza tridimensional, también crea obras más “planas” como los dibujos u obras de pared, donde parte de la pieza sale desde el plano. Podríamos hablar de ellos como “dibujos en volumen”. Son un medio para llegar a lo que más le interesa: el espacio, un “lugar literario” donde se dé esa comunicación que ella persigue y que debe perseguir todo autor.
Desde otra forma de abordar el espacio, la obra de Mar Solís trabaja también en este sentido. Casi me permitiría variar el título de algunas de sus instalaciones y, en lugar de llamarlas Encuentros con la pared, las llamaría “encuentros desde la pared”. No nos encontramos con la pared, la obra crea un espacio “nuevo” desde la pared y hacia el espectador, un espacio-bosque mágico en el que podríamos tal vez introducirnos y aislarnos del espacio-agresor de la ciudad actual, casi como si del sueño de Alicia se tratara y ver las cosas desde el territorio protector que hay en la otra parte del espejo, al otro lado de la obra de Mar Solís, el lugar intangible de la escultura. Su trabajo se replantea una y otra vez los límites de la representación del espacio.Como aparece en el mensaje de un conocido anuncio de televisión: ¿y si el verdadero lujo fuera el espacio? Creo que lo es, pero no tanto –o no solo- un lugar físico en el que estar, sino un espacio mucho más sutil e intangible, el espacio de nuestra propia memoria, de nuestro propio ser, en el que somos nosotros mismos.Mónica Gener aporta otra forma de ver y crear este espacio, que en su caso se transforma en doméstico e íntimo. Muchas de sus obras, tanto fotografía y objeto como instalación, abordan el espacio interior, lejos de las miradas de curiosos, un lugar que en algunas obras se preña de recuerdos personales. Son especialmente interesantes sus, diríamos “foto-instalaciones”, en los que grandes piezas de acetato con fotografías de salones y sillones se superponen creando una sucesión de estancias que crean un espacio ficticio y paradójicamente real, por el que incluso podemos deambular.Otras obras reproducen pequeñas estancias construidas por cajas de luz y fotografías, dentro de las que podemos mirar el interior –la obra de arte siempre nos pone en situación de voyeurs- tratando de investigar lo que en su interior ocurre.El caso de Ana Sánchez es peculiar. Sus esculturas como objetos transformados plantean un acercamiento a la ciudad y a sus habitantes. Las guías de teléfonos y páginas amarillas convertidas en “escultura” hacen referencia a las calles, a los establecimientos y empresas, pero también a los que en ellas habitan y trabajan. Si pudiéramos introducirnos en sus datos y epígrafes podríamos investigar en la vida de cada uno, conocer sus gustos y los lugares a los que viajan y donde se divierten.Para terminar y hacerlo de una manera que, aparentemente, está separada de lo anterior, quiero hacerlo con una obra que pone un colofón o broche de oro, y nunca mejor dicho. Una obra que cierra estas Narraciones de los objetos sobre el cuerpo y el espacio y con la que me gustaría también cerrar el texto. Escarpia, de José Luis Vicario es una escarpia de oro que se presenta el pequeño espacio de esta sala. Cierra la exposición y establece una oposición, tal vez dialéctica con las obras anteriores. Hemos estado hablando sobre el cuerpo en el espacio, sobre su forma de ocupar y de crear el espacio y sobre el espacio mismo. La obra de Vicario, más que ser espacio es no-espacio, o si se quiere el espacio de la obra de arte cuando ésta no está.
[1] Hospers, John y Monroe C. Beardsley. Estética. Historia y fundamentos. Cátedra. Madrid 1990. Pág. 114[2] Debo esta cita a la aportación de Fernando Castro.[3] Cuando hablo de que se ha erigido en género autónomo quiero decir que no haya sido así hasta ahora. Por supuesto que en el mundo clásico y en Egipto lo era, e incluso en la escultura medieval, renacentista y barroca. Me refiero más bien a que en el siglo XX las formas de la escultura y su representación dan un giro total.[4] Cereceda. Miguel. Desesculturas. Catálogo de la exposición. Círculo de Bellas Artes de Madrid y Fundación Eduardo Capa. Alicante. 2002.





Narraciones de los objetos sobre el cuerpo y el espacio
English version
NARRATIONS OF THE OBJECTS ABOVE THE BODY AND THE SPACE.For many people sculpture is a “development of material shapes in a natural space”. This definition is too general and a bit ambiguous, but it covers an overview that is broad enough to be used as a starting point and to serve as a context of reference when we analyse the sculptural fact. Nowadays, particularly in all that takes into account its most material aspect and its most optimal definition in the light of experiences in this field over the 20th century.Beyond the material shapes in the natural space, and for that very reason, Sculpture is “presence”, presence in space and not only in space, but creating the further on from itself. In a way, this is something metaphysical that is imposed objectually and conceptually to the look of the onlooker, it requires all his attention. John Hospers supports that Painting- but likewise Sculpture- “was made to be contemplated, studied, enjoyed, savoured, not to be used for ornaments for walls and tables (1)”, and we could add for this neither for squares, avenues or roundabouts.But it seems that Sculpture has been too many times considered as the “poor relation” of Art from the point of view treatment and critics. Barnet Newman used to say something like “Sculpture is that object with which you bump on when you move away to watch a painting”. (2) It’s always hidden behind or, in the event of being in public places, as ornament of facades and squares, when it really has a strong character, able to elaborate narrations that support it as an aesthetical autonomous construct, As I say, it is “attached” to buildings looking only like an ornament, even though it is the support of the stories that are told there.Fortunately Sculpture, as the rest of the named representative or plastic arts, has changed enormously and in a special way from the end of the 19th century. Increasingly, it has set itself as an autonomous genre, (3), dissociating itself from other matters and being maybe the indisputable leading role of some of the greatest and best advances of the 20th century. Still with Rodin and the elimination of the pedestal, the change became radical and irreversible. As an autonomous genre and as a part of other “new genres”, like Installation, its contribution is and it has been important. But also in its definition, and thanks to this advance, it has had to suffer modifications. If we remember the framework definition we gave at first, that one of the material shapes, and if we consider it as a good one, at least as a general position, we would accept a lot of things included there, this is why its ambiguity. Maybe we could better speak about “3-D object”. But as I say it has been a leading role of great changes, only the memory of Duchamp and his “ready made” would confirm us this what we say.We can consider valid that “3-D object”, and we are conscious that accepting this, we open up more the field. We should have to accept also as genres –or subgenus- born into the late century 20th century as Land-Art, Performance, Video-Installations and of course Installations, that kind of expanded Sculpture or “Dis-Sculptures”, as Miguel Cereceda calls it, since as in all formulated genres, we treat with the object and the space. In any case, and taking into account materials and the way of working or handling them, we can validate that “3-D object2, that many theorists point out, although “object” and “3-D” sound like redundant. Many creators have left the direct work on the piece, or the work they make is out of the so-called Sculptoric. The present authors in this exhibition work this in this way, and except some works of Dora Salazar or Mabi Revuelta –modeled in this case- , nobody “sculpts” the works, but they rather work searching the required shape or simply transforming objects and different materials, as in the case of Esther Pizarro with the steel and the wax, Ana Sánchez turning books into Sculptures or Miguel Soler with the crystal jars.But going back to the Sculpture evolution, if we make a brief revision through the 3-D creation from the beginning of the 20th century we would find in a first place with the work of Marcel Duchamp and the “ ready-made”, with works, like “Fontaine” (1917) or “Portbouteilles” (1914), that reject directly, as we say, the term “Sculpted” and however we can find it in the majority of contemporary Sculpture manuals. But this happens not only with Duchamp, Vladimir Tatlin, Naum Gabo, Antoine Pevsner or Lázsló Moholy-Nagy, to mention some of the pioneers, they also would be inside of this “fictitious” space of the Sculptural thing. But also works of Picasso and Miró were like that, at least until they decided to smelt them in bronze.This setting of the object in the place and this presence develop one of the essential potential of sculpture: The creation of the Space, real or fictitious and its possibility for expanding this beyond itself. Next to this, another potential is the presentation-representation of the human body, as much in the aspect of portrait as the “anonymous body” with its capacity to represent the genre, this is to say, to elaborate narrations related to the universal thing. It’s true that throughout the last century there were many that left the representation of the body, in other words, in a direct way. Particularly the genre of Installation reveals this way in the majority of cases. In this exhibition we want to recover it, not to stand up for something that we lost, in a romantic way, but because we think that it has still a lot of things to say.We have wanted to title this exhibition “Narrations of the objects above the body and the space” as much by its space ability as its narrative potential when we speak about Man as a race. The authors and the selected works are due to this intention.The analysis of the work of Esther Pizarro lead us to a solitude and isolation interpretation of contemporary man and his wish of setting up connections with others, connections that make him feeling himself alive and accompanied, maybe the hope that he’s not alone, that he can still share something. Connections of some bodies with others that make him feel the old utopia of being person, individual. Exchanges of fluids that revive the sensation that we are alive and communicated, real connections, away from cyber-communication that keeps us connected in the net, which in the end it’s no more than a net that keeps us subject, fastened one another in an illusion of communication, a surveillance net.The isolated and connected bodies of Esther Pizarro are an allegory, maybe taxonomic, of the world of today. The lines that border the bodies in “Body Maps” simulate topographical maps, on the other hand a reference in the work of Pizarro, which places the body in the space, maybe as a wish of establishing a connection between Man and Nature, a lost connection.Javier Hernando comments on that “Urban topographies have made up the central plot of the work of Esther Pizarro. Like the projects of utopian cities in the Sixties, the real ones, performed by the artist, become mental spaces. But to be interested in the city is to do it for who lives in it, in a way that her recent attention to the human shape, conceived likewise as a corporal topography, it seems almost a natural mouth”, and this interest for who lives in the city is to want to meet again with Man.Miguel Soler has used many times the sign in his work, as much physically as conceptually, due to its visual communicative capacity and its easiness to elaborate narrations. These stories have had to do with the body, limbs and elements of this converted into signs and symbols, symbols of very different things, and at the same time references of other themes. Among them he has used one that stands out and attracts special attention: The eye.The eye is the unequivocal symbol of look, of observation. With the sign of eye we express that they watch us and we watch. Only with the outline of eye we can express happiness or sadness. We can’t hide what we have with the look. In the Preclassical antiquity, next to the Eginetical smile, the expression of Kouros and Korei was developed from the look, that brightened the face and figure, long before Sculptor took off arms and legs and Sculpture clumsily set off. The classical world, however, left that importance of look, to develop other aspects of human body, that are also signs. In the Etruscan civilization, which preceded Rome, the almond-shaped outline of eyes is a sign of identity. Of course the eye has a leading role in Egypt.In “In observation” there is a double reading: on the one hand the eye observes and on the other condemns. It’s a sort of eyes catalogue which watch us from medicine jars. They observe and question us; they demand our attention. As I said, in this exhibition we want to deal although It’s only in the particular aspects of the works of these artists, matters of body –the person- and space. To this latter the works of Mar Solís and Ana Sánchez are referred, both aspects are covered by Sánchez, but in a typical way because the person is referred in this case as a city resident. Evelyn Hellenschmidt also covers it, although in a completely different way. In her work, Man appears prisoner or lost among a tangle of wires which emulates immense tangled branches of trees. Man always appears, maybe as a space reference, but also as a system of symbols of the lost human being, in the middle of nothingness or a hostile environment. This has a lot to do as much with her work as with herself. Next to Man –or surrounding and harassing him- the Spiral appears in many of her works. It’s a symbol which tells a lot about the environment I comment on. “It appears in every cultures and religions attached to matters like fertility, wind, time, magic, expansion, movement.”Mabi Revuelta contributes to the exhibition a new different and complementary way, more complex in her presentation than other selected works for this exhibition –and also complementary by that-, a staging full of emotions and reflections that place it, maybe, in the line of the “Neobaroque Dramatization” as some people have told about her work. Her work, as other’s, breaks the borders of genre experimenting with success in the fields of Sculpture, -as much Sculpture strictly speaking as the built object, she also works ceramics-, Photography and Installation and contributing materials which have a message and an intention themselves. Maybe many of her proposals would be nearer to the concept of “Dis-Sculpture” as Miguel Cerceda defines it (4). These materials and works characteristic of “traditional trades” of women, so her work can be also dealt from the gender perspective. In some works the piece is knitted. As Rafael Sierra says correctly “She resorts to wool- knitted in a shape of drop to simulate sperm- and to synthetic materials which imitate the colour and the texture of the human body or different animals “to surf through internal body fluids, their superficial veneers and the spirit”. The pieces draw an ambiguous, subtle and ironic border between man and animal”.But I told that Sculpture is not only space, but it creates its own space, as much to the inside –a symbolic space- as to the outside –a physical space but also symbolic or conceptual- and in this way is revealed in the installations of Mabi Revuelta.The work of Dora Salazar emphasizes the two aspects we bring up in this exhibition. On the one hand there is her interest on the body and on the other her intention to fill –and to create- a space with and around the body. As she declares herself, “My work has always moved around the person, Nature or the social thing, It’s related with the human thing.” From the beginning of her work she has elaborated speeches with the body, where this one wasn’t more than a kind of “ grotesque puppets”, very theatrical, to the work she is doing nowadays, where the presence is much more potent, with an enormous evocative strength. Her sculpture is not a simple aesthetical construct, but a transmitting canal, even though this is not a close and univocal speech. “I don’t transmit close messages, or finished speeches. I want the viewers to draw their own conclusions. The opposite seems a bit tyrant to me” The author declares.Her work is born to space, to establish co-ordinates and networks of communication between Sculpture and viewer. But this happens not only with “3-D” pieces, she also creates “flat” works, like drawings and works of walls, where part of the piece comes out from the ground. We could speak about them as “Volume Drawings”. They are methods to reach that interests her more: The Space, a “literary place” where this searched communication is given and that every author must reach.From another way of dealing with space, the work of Mar Solís also do it in this sense. I almost should allow myself to change the title of some of her installations, and instead of calling them “Encounters with the wall”, I would call them “Encounters from the wall”. We don’t collide with the wall, the work creates a “new” space from the wall and for the viewer, a magic forest-space, where maybe we could get into and isolate ourselves from the attacker-space of the actual city, as if it was the dream of Alice and we could watch the things from the protective territory in the oher side of the mirror, the other side of the work of Mar Solís, the intangible place of Sculpture. Her work raises again and again the borders of the space representation.As the message of a known TV commercial: And if the real luxury was the space? I believe it is, but not so much –or not only- a physical place where to be, but a much more subtle and intangible space, the space of our own memory, of our own being, where we are ourselves.Mónica Gener contributes another way of watching and creating this space, which in her case is transformed in domestic and private. Many of her works, both photography and object Installation, deal with the inside space, away from the looks of inquisitive persons, a place which is sometimes pregnant of personal memories. Specially interesting are her “photo-installations”, as we could say, where the big pieces of acetate with photographs of living-rooms and armchairs are put on top creating a sucession of rooms that create a fictitious space and paradoxically real, where we can even wander around.Other works reproduce little rooms built with light boxes and photographs, where we can look the inside -the work of Art always put us in a position of voyeur –trying to investigate what happens inside.The case of Ana Sánchez is peculiar. Her sculptures as transformed objects propose a rapprochement to the city and its residents. The telephone books and yellow pages converted into “Sculpture” make references to streets, establishments and companies, but also to those who live and work there. If we could get into their data and epigraphs we could investigate the life of each one, to know their tastes and the places where they travel or enjoy.Finally, to finish it in a way, that, apparently, is separated from the previous, I want to do it with a work as a coda or a final flourish, or never rather. A work that closes this exhibition and with which I would like to finish the text. “Escarpia” from Jose Luis Vicario, is a golden L-shaped hook for hanging pictures that is presented in the little space of this gallery. It closes the exhibition and establishes an opposition, maybe dialectical with the previous ones. We have been talking about the body and the space, about its way of taking up and creating the space and above the same space. The work of Vicario, more than space is “no-space”, or, if we want, the space of the Work of Art when this is not present.

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