14/9/08

EXPOSICIÓN: FRAGMENTOS URBANOS. TU FANTASÍA FAVORITA. JUAN CARLOS ROBLES

Variaciones sobre una ciudad fragmentada Juan Carlos Robles

El video arte, por tratarse de algo artístico que es de naturaleza visual, no puede ser considerado como un verdadero discurso (como, por ejemplo, son los documentales étnicos o antropológicos, y otros de carácter científico) sino como un constructo imaginativo, ideal y sígnico-simbólico que se presta de una manera idónea a narraciones que tiene en este medio el canal óptimo para hacer discurrir de una manera prístina su mensaje. Estas narraciones tienen al cuerpo y la acción como primer protagonista y en segundo lugar al espacio urbano, como hemos podido comprobar de una manera extraordinaria en la exposición “Primera generación. Arte e imagen en movimiento, 1963-1986” sobre los orígenes del video arte, que Berta Sichel ha comisariado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y que constituye una estupenda e inestimable escuela de aprendizaje sobre este medio.
Primero el cuerpo y la acción y después la ciudad como escenario de la vida contemporánea donde éstos se desarrollan. Muchas de las obras en video que podemos ver hoy tienen a la urbe y a sus habitantes como protagonistas, elaborando constantemente narraciones de la actualidad, fragmentos urbanos que conforman una suerte de puzzle, palimpsesto de lo real.
Como digo, estas tramas, las referencias a la ciudad, al comportamiento de los habitantes, a los reductos y los guetos, a los miedos y las aspiraciones de la sociedad contemporánea, son casi un lugar común y un tema recurrente, entre otras cosas por la importancia que estos asuntos tienen en la vida de todos. Esas alusiones a la ciudad, o tal vez más que a ésta a la vida “moderna” que anotamos, están imbricadas de referencias a espacios que se resuelven en no-lugares. Esos lugares en los que cada vez pasamos más tiempo y que a fuerza de frecuentarlos hemos convertido en un espacio casi-doméstico, en los que las nuevas tecnologías se erigen como protagonistas para convertirlos en salas de reunión, oficinas y “cuartos de estar” improvisados. En salas de espera de aeropuertos y estaciones, lugares asépticos sin referencias personales, se concertan negocios, se consultan e-mails, se habla con familiares y amigos que están en las antípodas, se mantienen relaciones. Estos no-lugares son signos de la contemporaneidad, espacios propiamente contemporáneos de confluencia, anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo, a la espera de la salida del avión, del tren o del metro. Tal vez solo permitan un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán, o que se volverán a encontrar, se reconocerán como habitantes en un tiempo de espera, como seres anónimos que deambulan de una cola a otra, de una espera a otra.Los no-lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con éstos una relación contractual establecida por el billete de tren o de avión y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad. Es un número, una referencia, un código de barras, pasaporte hacia otro espacio que continuará siendo anónimo. Todos hemos estado en esos lugares que no dejan ningún recuerdo sustancial, ninguna impresión memorable.Pero no solo son las estaciones y aeropuertos, hay otros, que nos parecen menos anónimos y que un somero análisis nos pone en alerta: las nuevas multisalas de cine y los complejos de ocio son espacios anónimos que nada tienen que ver con los antiguos cines donde todo era más abarcable, más cercano, más humano. Ahora todo está programado y tecnificado, todo es automático, ya apenas hay colas, casi no hay contacto con las otras personas que van a ver la misma película. Compramos nuestra entrada por Internet y la sacamos de una máquina. Si tenemos alguna duda nadie nos atiende, es una voz automática quien nos da las instrucciones de uso de nuestro ocio: si desea obtener su entrada pulse 1, si desea cambiarla pulse 2, si olvidó su código de acceso pulse 3 y recibirá la contraseña en su correo electrónico. Para otras consultas manténgase a la espera……. Lo sentimos todos nuestros operadores están ocupados, vuelva a marcar dentro de unos instantes, y así Sucesivamente hasta nuestra desesperación. Al final hemos perdido nuestra propia identidad como personas al no poder relacionarnos con los otros, porque como apunta Marc Augé “no hay identidad sin la presencia de los otros. No hay identidad sin alteridad”. Son no-lugares “sin historia que afectan nuestras representaciones del espacio, nuestra relación con la realidad y nuestra relación con los otros. La identidad se construye en el nivel individual a través de las experiencias y las relaciones con el otro. Eso es también muy cierto en el nivel colectivo. Un grupo que se repliega sobre sí mismo y se cierra es un grupo moribundo” (Augé).Algunos trabajos de Juan Carlos Robles sobre la ciudad elaboran un discurso particular pero fácilmente extrapolable a cualquier otro lugar. Para él, el interés cada vez más se dirige hacia una antropología de lo cercano como método de análisis para comprender el desarrollo social de nuestras comunidades, constatando la dificultad de dicho empeño. La ciudad se levanta sobre un patrón heredado que ha ido adaptándose -en una constante confrontación de intereses- a las necesidades del cuerpo social. A modo de palimpsesto, las huellas de la actividad humana han conformado la trama de nuestras ciudades permitiéndonos hacer un estudio de la identidad de sus pueblos muy ligada al territorio. Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha puesto en crisis el método de análisis. Un lugar podía definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, pero el concepto de lugar se ve sustituido en la práctica por otros conceptos más ligados a la tecnología, derivando en no-lugares.Intenta recoger en su trabajo las luces y sombras que surgen del entrecruzamiento de estos dos extremos en tensión: una identidad ligada a un tiempo solar de tradiciones que nos sujetan a un territorio -que ya casi no existe-, y una nueva identidad expuesta a un mundo tecnificado con su lógica de inclusión/exclusión y la violencia que esta situación genera.


Fragmentos urbanos

Son muchas las visiones y experiencias que tenemos de la ciudad, todas ellas acumuladas en nuestra memoria –y en nuestros sentimientos- que acuden como fragmentos, como fragmentada es de hecho la ciudad y sus habitantes. A esto también responde la selección de los trabajos que presentamos en esta exposición. En un primer momento pueden resultar algo dispares, pero responden, como digo, a la intención de presentar la ciudad como es, un todo deconstruido, muchas veces deslavazado, tanto urbanística como humanamente.
Las obras que Juan Carlos Robles presenta en esta muestra de Las Verónicas componen un recorrido por buena parte de su trabajo como autor de video y por los temas más recurrentes que, como decía antes, se trabajan en todo el mundo. Obras como Alpenflug nos traen directamente a la memoria los viajes que constantemente hacemos, pero también a la seguridad/inseguridad en los vuelos que desgraciadamente está en primera línea informativa. Estrada nos provoca varias reflexiones en un mismo plano. Por una parte la visión de la ciudad masificada y por otra visión de la jaula como habitáculo del hombre contemporáneo. El laberinto es una suerte de apropiación de un espacio y de su memoria personal. Una vuelta al pasado, para recoger vivencias abandonadas, apenas recordadas. Isla mágica nos trae una escena tan cotidiana -el espacio abandonado después del mercadillo- que casi es ya una parte insoslayable de la ciudad. La ciudad como mercadillo y el mercadillo como imagen de la urbe actual y a la vez de siempre.
Todos hemos tenido momentos en los que nos parece que estamos en un lugar sin salida, buscamos respuestas, soluciones, porqués a múltiples preguntas que nos asedian continuamente y nos llevan a confiar en cualquier método que nos aporte un poco de luz. (Don’t wanna be) En la ciudad contemporánea han surgido –y surgen constantemente- visionarios, lectores de manos, echadores de cartas, decidores de verdades, seres con conexiones en otros mundos, pero todos parecemos estar en la misma cuerda floja. También estos –supuestos- visionarios son personas que viven al límite y que buscan cualquier salida, una puerta de escape aunque solo sea por un momento.Muchas veces la ciudad se resuelve en pequeñas aglomeraciones, retazos de la vida ancestral y la gente vuelve por unos días a sus lugares de origen buscando lo auténtico, lo propio que no se puede vivir en las ciudades despersonalizadas. En Viva las bestias y One minute punk aparecen las fiestas y los iconos, donde se mezcla lo devocional con lo pagano, tal vez con lo irracional, pero donde la gente puede descargar su pasión, su fuerza, sus angustias, miedos y frustraciones, de la misma manera que en Fantasmas en mi mente, donde entre los rescoldos de la civilización, tal vez soportándola, se mantienen las viejas costumbres como el único asidero, la única conexión con lo auténtico. Éstas atraen a los colectivos que han abandonado los barrios de origen buscando una vida mejor que nunca llega. Las costumbres y las tradiciones recuperan y compactan la población y muchos intentan llevarse recuerdos de lo vivido. Dave the slave retrata el kiosco, la tienda de chucherías y de recuerdos, la venta de postales, retazos de la ciudad de la que pretendemos apropiarnos, llevarnos algún trozo para refrescar la memoria de lo que vivimos.Hay otros temas que también son recurrentes al tratar de la urbe. To Basel son tomas desde un túnel, desde las autopistas que dan acceso y salida a las grandes ciudades, recorridos urbanos y suburbanos, vías de escape de una civilización “descivilizada”, salidas del corredor, como también aparece desde otro ángulo en Serial killer. Camping car vuelve a ser una visión de la ciudad desde la carretera, desde el coche como medio. Ahora son fragmentos de la ciudad los protagonistas. La proyección aparece fragmentada acentuado esta visión de la urbe. En el centro aparece la actuación de los Puts Marie, como un elemento más de la cultura urbana. Como también lo son las nuevas construcciones y los planes de expansión que están derribando los antiguos barrios y sus formas de vida. El arquitecto es la ciudad vista desde la ventana, como una visión interior de lo que está ocurriendo. Dos figuras parecen conversar, tal vez sobre la construcción –deconstrucción- de la ciudad.Big rock candy mountain cambia en parte el registro y da una visión de la naturaleza desde el tren, desde el viaje; un recorrido por el paisaje, un tema recurrente en la Historia del Arte reciente, tanto en la fotografía como en el video. Visión lineal de la Naturaleza donde la propia cámara, el medio, es igualmente protagonista.La última obra, Toxication es una visión ascendente y descendente de la fachada de una farmacia. Un continuo movimiento que cobra mayor intensidad al estar la pantalla suspendida de la bóveda. La farmacia como simbología de la sanación, de la salvación, enfatizada por la idea de la ascensión que potencia este espacio religioso.

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