31/5/21

GOOD AS YOU . REPRESENTACIONES DE LA HOMOSEXUALIDAD EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO.

GOOD AS YOU . REPRESENTACIONES DE LA HOMOSEXUALIDAD EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO. Homosexualidad y homoerotismo en el arte. Después de unas décadas de clara combatividad, parece que los artistas, especialmente los gays, pasaron a otras luchas. Son especialmente David Hockney (Bradford, Gran Bretaña, 1937) y Gilbert (San Martin de Tor, Italia, 1943) y George (Plymouth, Gran Bretaña, 1942) los que se mantienen en la línea. El primero con sus series de grabados sobre el amor y la sensualidad entre parejas del mismo sexo y los segundos con sus características fotografías de gran formato con forma de grandes paneles de pantallas, donde ponen de manifiesto esas relaciones y también hablando sobre el problema de la epidemia del SIDA. Dentro de las muchas obras que podríamos analizar fuera ya del panorama estadounidense, hay una que tal vez incida de una forma más explicita en una situación política y de denuncia, esta sobre el tema específico del extermino de homosexuales durante la régimen nazi, es el Gay Memorial de Berlín, encargado a Michael Elmgreen (Copenhagen, Dinamarca.1984) e Ingar Dragset (Trondheim, Noruega. 1968). Con este monumento, encargo del Parlamento y pagado por el Ayuntamiento, se desea pedir perdón de manera oficial a los homosexuales perseguidos y asesinados. Según las estadísticas, entre 5.000 y 10.000 gays fueron deportados a campos de exterminio. Unas 45.000 personas fueron acusadas de casos “contra natura”. La obra es un gran cubo inclinado, hueco en su interior y horadado donde a través de una ventana de 40 x 40 cm. se puede ver un vídeo en el que dos hombres se besan, una especie de beso eterno. El memorial a los homosexuales se relaciona así con el de los judíos, está en frente, poniendo de manifiesto que la locura del holocausto abarcó a todos por igual. Mientras que el de los judíos está abierto en una gran plaza, al de los homosexuales se accede entrando en el parque, como una referencia al cruising. No es la primera vez que Elmgreen y Dragset tratan temas relativos al mundo gay, de hecho es una referencia bastante habitual en su trabajo, como los pabellones blancos con agujeros a determinadas alturas que han instalado en parques con actividad gay, los Cruising Pavilion/Powerless Structures, o la exposición The Brightness of Shady Lives, en Helga de Alvear, Madrid (Septiembre-Octubre de 2005), donde instalaron un bar gay en una sala de la galería, con la particularidad de que los espectadores estaban siempre del lado de los camareros y en la otra mostraron una colección de 365 fotografías, enmarcadas en cuero blanco, que mostraban diferentes escenas familiares, como pueden estar en cualquier casa, pero proponiendo un modelo de familia “diferente”, “diferentes” formas de matrimonio y relación. Esta instalación, como otras realizadas en distintos espacios, realiza una crítica hacia “nuestro” modo de vida, de relación, de sociedad, pero también hacia las instituciones culturales. Estos artistas y otros se ha ocupado de poner de manifiesto una estética y un lenguaje homosexual –muchas veces para poder contar su propia vida en voz alta- y homoerótica en algunos casos. Un arte que configura y manifiesta una determinada forma de ser y que busca –y contribuye- dar visibilidad, y por tanto normalidad , a una determinada manera de ser, pero como digo a una manera de ser que se remite sólo a unos gustos y a una opción sexual determinada. Hay trabajos manifiestamente homoeróticos como el de Adi Nes (Kiryat Gat, Israel, 1966), que retrata a los jóvenes soldados del ejército israelí. En muchos casos Nes bucea en la historia del arte para “construir” las escenas de sus fotografías, como la última cena de Leonardo, en la que sitúa un grupo de soldados de tez morena y en diferentes actitudes. O coloca a sus modelos durmiendo juntos en la habitación de un cuartel. En general, sus actitudes y sus miradas son más que sugerentes, homoeróticas y casi lascivas. Muchos de ellos nos muestran su cuerpo, su musculatura, aparecen tranquilamente dormidos o simulando una lucha entre ellos (nada más homoerótico que dos hombres musculosos luchando, a la lucha turca me remito). Su trabajo muestra una parte escondida y casi inexistente, como es la homosexualidad en el ejército, en el israelí concretamente. Una forma de dar visibilidad a diferentes maneras de ser. Él estuvo los tres años obligatorios en el ejército, por lo que conoció muy bien la vida castrense y las relaciones que surgían entre los hombres que conviven juntos y en condiciones, a veces, extremas. Su compatriota Sinaí Calif Israeli busca por las calles de Tel Aviv a determinados tipos de muchachos, algunos de ellos en situaciones más que “sugerentes”. Su trabajo es su forma de leer los acontecimientos, pero también de enfrentarse a ellos. Sinaí es un hombre de gran sensibilidad, que le lleva a hacer unas lecturas particulares de la situación. Trabajó su serie The man on the move deambulando por las calles, observando como caminaba la gente, sus pies, su forma de avanzar, que quiere ser una metáfora del avanzar en la vida, que allí es ciertamente difícil. Esta lectura también reviste un carácter especial porque le atrae la forma de moverse de los hombres en Israel. El caminar de un hombre le parece atrayente por erótico y esto se nota claramente en su trabajo, como lo es el observarlos en la playa, en los juegos, en las duchas (Man in Tel-Aviv). El resultado es de un erotismo y de una sensualidad impresionantes, por la forma de tratarlo y por los “modelos” que elige, ya sea un primer plano de un chico lamiendo un helado, descansando en la playa o poniéndose unos pantalones al lado de su moto. Hay otros artistas, como Tom of Finland (Kaarina, Finlandia. 1920 - Helsinki, Finlandia. 1991), que han incidido mucho más en lo homoerótico. Tom dibuja con un trazo perfecto y sutilísimo esas escenas de sexo, muchas veces de sexo duro, entre este tipo tan peculiar de hombres. La observación de su trabajo detenidamente nos permite analizarlo más allá de lo puramente sexual y “voyerista” y colocarlo en una panorama creativo más internacional, a la luz de lo que han hecho otros autores. Una obra que se podría relacionar con la de otros como Lorca, Cocteau o Franco Nero, e incluso verse reflejado en algunos escritos de Cernuda, sobre todo cuando habla en Ocnos de ese marinero que camina descalzo por la playa como imagen de la Libertad. Rinaldo Hopf (Freiburg, Alemania del Este, 1955) nos muestra en su obra unos cuerpos desnudos que por su musculatura y sus actitudes son más que llamativos, casi desafiantes en algunas fotografías. Él utiliza indistintamente la pintura, la fotografía y la instalación, dependiendo del interés de lo que quiera contar. Se ocupa habitualmente de cuestiones de la identidad queer, la historia, la rebelión, la belleza y la estética. En sus últimos libros, Subversiv y Amore, ambos publicados en 2004, realiza una selección de retratos eróticos de la Unión Internacional de Arte y Escena Queer. Tiene una “escandalosa” serie de desnudos masculinos, realizada sobre carteles originales de diferentes personajes, intervenidos con pan de oro y tinta. Muchos de ellos son iconos de la cultura pop bien reconocibles. Slava Mogutin (Kemerovo, Siberia, Rusia. 1974) plantea la búsqueda de su objetivo de una manera diferente. Tal vez la obra más conocida sean los retratos de chicos en actitudes muy diversas, entre los que destacan sin duda las relacionadas con prácticas de sexo gay, solos o en compañía. Formalmente el trabajo no está planteado como fotografía, digamos artística, más bien está a medio camino entre la obra de arte y lo documental, presentando los personajes en un escenario real, un poco al límite, como al límite parecen estar muchos de los chicos retratados, de hecho son actitudes queridas por el autor, visiones de la ciudad, una ciudad “underground”. Las fotografías de los jóvenes, aunque busquen una lectura con un planteamiento gay, se alejan bastante de la presentación estética y cuidada de hombres diez de cuerpo perfecto y mirada lasciva. Son gente normal, rastas de Crimea, luchadores rusos, cadetes militares, cabezas rapadas alemanes y hooligans que presentan una escena que quiere ser normal. Quizá estos chicos sean al fin y al cabo más morbosos y provocadores por canallas. Tal vez sus jóvenes militares sean los que más se acerquen a esos bellos cuerpos, morbosos, de los hombres de uniforme, aunque no todos sean así. Está planteado de una forma realista y sin ningún tipo de tabúes donde las escenas de sexo en pareja, las masturbaciones y la zoofilia pueden dar en muchos casos una lectura de protesta, más que como una escena de pasión y goce. Una protesta contra un sistema opresor que prohibía cualquier manifestación que se considerara “fuera de la norma” y condenaba las prácticas sexuales –mucho más las homosexuales- como algo escondido, oscuro y execrable. En este sentido digo lo de protesta, al sacar a la luz estos tema se reclama su aceptación o al menos su visibilidad, aunque esto no ha resultado gratuito en la vida de muchos, como es el caso del propio Mogutin, que fue exiliado de Rusia por practicar un “vandalismo malévolo y cínico”, de una insolencia extrema y no sólo por su trabajo plástico, sino también por su escritura. A los veintiún años pidió asilo político en EEUU con el apoyo de Amnistía Internacional, donde vive en la actualidad. Matthias Herrmann (Munich, Alemania, 1963. Vive y trabaja en Viena, Austria y Riparbella, Italia) nos pone en una situación de voyeur mucho más comprometida. No son escenas de sexo compartido sino onanismo puro. Es un trabajo autoreferencial a través del que nos hace entrar en la habitación de un hotel y observar, como por una mirilla, cómo el autor se masturba o juega con su pene. El trabajo de Herrmann utiliza la fotografía como medio para contar una serie de historias que tienen mucho que ver con lo íntimo, con lo que se desarrolla de puertas para adentro, secreto incluso para hacerse en habitaciones de hotel, en el anonimato y por supuesto con todo lo relativo a lo sexual, de suerte que acercan al espectador a una especie de ventana indiscreta. En su caso hay una espléndida relación entre continente y contenido que refuerza la unidad de la obra. Tanto su estética como el contenido de sus historias no podrían contarse en soportes como la pintura ni, por supuesto, en la escultura. Hay una serie de cuestiones a las que él responde claramente y que nos ayudan a comprender mejor su trabajo. Cuestiones sobre su constante presencia, su identidad, incluso su narcisismo. En estos y en otros muchos casos, como vemos, se utiliza el cuerpo como “campo de batalla” que diría Barbara Kruger, como agente desmaterializador de la obra tardomoderna. Como lugar y objeto de la reivindicación, ha sido recuperado por las activistas feministas, los colectivos homosexuales y más recientemente por el movimiento queer. El cuerpo es el lugar donde se experimentan las pasiones y los sentimientos, el deseo, la dependencia sentimental, el abatimiento... Estados anímicos que en muchos artistas se tornan más visibles. Son artistas que, en muchas ocasiones, hacen un trabajo autobiográfico, como veremos, o que retratan su entorno, la vida que tienen más cerca, como es el caso de Peter Hujar (Trenton, EEUU, 1934), un artista difícil y nada complaciente con el mercado y el sistema del arte. Hujar retrató a sus amigos y amigas, todos/as miembros de la comunidad homosexual neoyorquina de los setenta, pero también a los novios, amantes y/o compañeros sexuales ocasionales. Personas desconocidas que aparecen normalmente desnudos y sexualmente excitados, en un trabajo fotográfico más que explícito. Igualmente aparecen en sus fotografías esos lugares donde se busca sexo por una noche, calles oscuras, los muelles, los parques. Susan Sontang, a la que también fotografió hizo el prólogo de su libro Retratos de vida y muerte, publicado en 1976. El caso español ha sido ciertamente lento pero hay algunos artistas que se han esforzado por abordar la imagen del homosexual y de su masculinidad en su obra. Eduardo Sourrouille, Alex Francés, Juan Hidalgo, David Trullo o Andrés Senra son sólo algunos de ellos. Sourrouille (Basauri, Bizkaia, 1970) construye en su obra Bombón la causa de mi deseo (2003) todo un alegato de las relaciones amorosas, de la atracción y de la lucha. Él mismo explica que en esta y otras obras se exploran los aspectos más íntimos de nuestras relaciones con los otros y con nosotros mismos siendo el amor el vínculo y el motor de esa relación. Es la pérdida del propio cuerpo para sumergirte en el Amor, surgiendo una identidad cambiante, móvil .
También hay en su trabajo un interés por elaborar discursos en los que se analizan los estados de poder, la política del dominio y sometimiento, la insatisfacción, la actividad del deseo y sus consecuencias con el otro. Todas estas ideas fundamentales se adaptan a una actitud que alude continuamente a la imagen de uno mismo, a través de las experiencias vividas y observaciones del mundo exterior. Episodios dramáticos individuales que consiguen ser representaciones de sentimientos universales . A veces no es fácil desentrañar todo aquello que un autor lleva dentro, sus alegrías, sus diversiones, sus cavilaciones y sus sufrimientos, pero cuando conoces la obra y luego descubres a la persona que hay detrás puedes llegar a llorar de placer. Aunque parezca mentira en el mundo de frivolidad y oportunismo en que vivimos -un mundo en el que la cita y los lugares comunes se han elevado a la categoría de discurso- esto es posible, continúa siendo posible. Alex Francés (Valencia, 1962) está interesado, como otros, en los problemas identitarios que acarrea su orientación sexual, pero va algo más allá que Sourrouille, lo pone mucho más de manifiesto. Juega con su identidad, con su “doble” identidad en obras como Retrato invertido (2007), un vídeo en el que poco a poco va metamorfoseándose con su madre, identificándose con ella, hasta terminar convirtiéndose, casi, en su doble. La voz en off del autor va narrando la experiencia, encantadora por otra parte.
Comento esto porque pasa a veces que te encuentras con una obra en la que se encierran narraciones muy diversas y lo digo al hilo del trabajo de Francés. No es una obra fácil, no es fácil de ver, a veces, porque plantea un discurso descarnado, incluso cruel, directo a nuestras conciencias, pero de alguna manera está endulzado por su apariencia y por una cuidadísima elaboración (continente y contenido trabajan al unísono), es aquello de que “con un poco de azúcar la píldora que os dan…” que nos cantaba Mary Poppins. Quizá no sea fácil de ver, de asimilar, pero sí de entender y eso pasa en todo su trabajo. La serie de fotografías y cinco vídeos sobre Madres e hijas (2008) que nos resultan tremendamente familiares: son nuestras abuelas, nuestras madres… (sobre todo esa poderosa relación entre el homosexual y la madre, unidos por ese “fino collar de perlas” que decía Tennessee Williams) pero también es la realidad, la fugacidad de la vida tan barroca, la realidad de lo que somos y de lo que vamos a llegar a ser. Ellas nos miran de frente o bajan la mirada casi queriéndose ocultarse a ellas mismas su propia situación. Esto tiene además otras implicaciones más interesantes, no son modelos que posan, son mujeres de la vida real que al contemplarse a sí mismas en una exposición se ven elevadas a la categoría de “obra de arte”, son separadas del resto, dignificadas, pero casi diría que no dignificadas individualmente, sino como género, como personas que han vivido, han luchado y han llegado al final. Es la obra de arte como hecho social. Hay obras suyas sobre las que merecería parase horas: En las entrañas (1999) una obra de una extraordinaria belleza, el escalofriante Cristo corrupto (1997), Gemelación incompleta (2001), Dolidos (1991), Beso a beso (1993), una obra que no puede ser más bella ni más expresiva, ahí está el amor de la pasión, pero también el del dolor, el de la imposibilidad, casi física, de separarse de alguien, aunque esto nos haga mal… son esas dos lecturas: el amor al que te sientes unido y del que no quieres separarte, pero también ese al que estas atado y del que quisieras desprenderte pero no puedes. Si hay una que tiene la capacidad de condensar todo el discurso de su obra esa es, a mi juicio, Orden y jerarquía (2009), una simple impresión de tinta sobre papel, es decir material y formalmente lo mínimo que se puede hacer y sin embargo encierra todo un planteamiento, casi un resumen magistral de su trayectoria (hasta el momento). Ahí está la dualidad, el doble inverso, la gemelaridad, el orden… pero también las formas abultadas y redondeadas con las que tantas veces ha trabajado y todo en un plano, en una obra de 30 x 40 cms. Creo que es todo un ejercicio de condensación y de eliminación de lo superfluo, de lo anecdótico que tanto despista. Muchas veces su trabajo hace referencia a un comportamiento sexual derivado, cohibido por la presión social, pero a la vez juega con la idea del sometimiento, de la posesión del –o por-el otro. En Quiero estar dentro de ti (1996) recrea la imposible fantasía sexual del headfucking (penetrar el ano con la cabeza) como hiperbolización del fistfucking (práctica más habitual en que el ano es penetrado con el puño). El cuerpo masculino aparece penetrado. La integridad e impenetrabilidad del macho queda rota y con ella el poder y la “supuesta respetabilidad” del hombre. El ano aparece así como elemento desestructurador de la sexualidad heteronormal, sobre todo por esa especie de terror que tienen los hombres heterosexuales a hablar de su ano, de su masculinidad impenetrable, cuando en realidad es una zona erógena más del cuerpo.
Por otro lado, Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927) reflexiona sobre el cuerpo y la sexualidad masculina, especialmente a través la fotografía y la acción fotográfica. Son interesantes en este sentido sus obras Flor y hombre (1969), Flor y mujer (1969), Hombre, mujer y mano (1977), Biozaj apolíneo/Biozaj dionisíaco (1977), Trimasturbación interior/exterior (1981) y, ya en los 90, Narciso (1990) y Alrededor del pene (1990). En este sentido su trabajo es más bien una reflexión sobre el cuerpo y la sexualidad masculina, que inició en los sesenta. Narciso, por ejemplo, comenzada en 1981, usa el cuerpo y el sexo masculino retomando la historia del arte, utilizando el espejo creando la imagen reflejada del doble. La obra fue integrada en la serie Alrededor del pene, que integra veintidós acciones fotográficas donde el cuerpo se fragmenta en diferentes partes: las piernas, el pecho cubierto de vello, la cabeza, las manos, la espalda, el ano, los testículos y el pene. El trabajo de David Trullo (Madrid, 1969) muchas veces se asienta iconográficamente en la tradición del arte, realizando una relectura en clave contemporánea y gay. Prueba de esto es su magnífica serie Ecce Homme (2007), que tiene, al menos, dos lecturas posibles: la de la frase de Poncio Pilato presentando a Jesús al pueblo judío y otra, seguro que más jocosa, como diciendo ¡esto es un hombre! En cualquier caso Trullo busca desacralizar el símbolo, moverlo de contexto. Otra de sus series, también extraordinaria, es Fishers of Men (2005) título igualmente con doble lectura, que es una reinterpretación de los doce apóstoles en clave bear. Es un trabajo sobre la masculinidad a través de dos grupos paralelos pero opuestos que ofrecen un estereotipo del hipermacho enfrentado al apolíneo. Estoy seguro que muchos nos dejaríamos meter el anzuelo sin problema por cualquiera de estos “pescadores”, porque la mano con el guante de látex de Santo Tomás es realmente para decir “si no meto mi mano no me lo creo”.
Como dice Juan Redón en su introducción a la serie: con este intento de establecer un paralelismo entre los apóstoles, pescadores de hombres para la causa cristiana y los osos como cebo para otros hombres se establece una serie de conexiones sugerentes: la representación más o menos sexy de este tipo de belleza, llamemos alternativa, que intenta establecer una distancia con la representación al uso de hombre ideal gay, está inscrita en un contexto que ofrece sugerentes paralelismos, que no son otros que el sustrato cultural que subyace en muchos fenómenos sociológicos sobre todo a nivel inconsciente . Food of Love (2007) es una instalación, algo más gore, que muestra una colección de cabezas de San Juan Bautista, servidas sobre bandejas. Alterhistory (2010) se plantea como una galería de retratos, recogiendo fotografías del siglo XIX y XX, en la que Trullo plantea otro tipo de historias. Unas historias que podrían haber sido verdaderas, y seguramente lo fueron, pero que no pudieron salir a la luz por diferentes causas, la fundamental por la imposibilidad manifestar vivencias y momentos de relaciones gays o lésbicas. La manipulación de estas fotografías hace una labor como de rectificación de la historia, como un intento de devolver la dignidad a esas personas y a sus formas de relación amorosa. Vemos parejas de mujeres vestidas de novia, como inmortalizando su amor, parejas de hombres, soldados, que posan ante el objetivo de la cámara como lo harían otras parejas heterosexuales que no tenían que esconder este tipo de afectos. Es otra historia, simulada, pero que bien podría haber sido cierta.
Andrés Senra (Río de Janeiro, 1968. Vive y trabaja en Madrid) realiza en su trabajo múltiples incursiones hacia el mundo de lo gay, no sólo a nivel de la imagen, sino también adentrándose en los roles, los comportamientos y los lugares de encuentro definiendo planteamientos, pero también intentando frivolizar el tema, como en su espléndida obra Vídeo macho (2008), en colaboración con Félix Fernández (Celeiro-Viveiro, Lugo. 1977), en el que el papel del hombre y de la mujer se cambian y mantienen una conversación de lo más absurda, plagada de referencias al mundo del arte contemporáneo, como cuando para excitarse le dice “grita Derrida” o “tienes el coño más grande que Beatriz Preciado”.
También en colaboración con Fernández, Te quiero no por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo (2004) retoma un icono de la historia del arte como es el retrato del Matrimonio Arnolfini (Jan van Eyck, 1434), dándole no sólo una lectura actual en la habitación y el decorado, sino una lectura homosexual al plantear una pareja de hombres y sustituyendo el perrito por un bebé. A primera vista podría parecer algo frívolo, pero bien mirado es todo un alegato a favor de las parejas del mismo sexo y la adopción.
Pero sobre todo hay en su obra múltiples escenas de sexo entre hombres y buscando escenas y lecturas más bien comprometidas. En el proyecto realizado en 2005 con Feedback para la fiesta de la revista Matador usó la zona de las duchas del Pabellón de Deportes de Madrid como espacio de visionado, realizando una vídeo-instalación de lo más sugerente. Semióticas del WC (2004) se manifestaba idónea para este espacio, ya que se planteaba como una reflexión sobre los procesos de socialización que conducen a la construcción de las esferas sociales, políticas y psicológicas que delimitan lo público y lo privado. Realmente es la utilización de un espacio que podríamos llamar público, pero de uso privado, en el que la obra de Serna provoca la perversión y la hibridación de lenguajes, atrayendo al espectador y aumentando el carácter de voyeur de éste hacia un lugar tan concreto como son los baños de una instalación deportiva.
El mensaje de la obra se ve intensificado por las narraciones del lugar, incluso de recuerdos de hombres y duchas, de fantasías. Es, como aclara el autor, un espacio de resistencia, pero también un espacio liberador de deseos, de miradas furtivas, de encuentros en la periferia de lo permitido. Estas “narraciones del lugar” aportan “otras” visiones a la obra, son lugares en los que fácilmente se pueden transgredir ciertos roles y ser convertidos en “espacios de trasgresión”, de comportamientos que en otras circunstancias no se permitirían, me refiero a conductas ambiguas, deseos refrenados, “zonas de resistencia donde una sexualidad transfronteriza explora los límites de lo tolerado”. Actitudes y “camaraderías” que en otro lugar serían imposibles. En el doble vídeo Eros y Tánatos (2009) aparece en una pantalla un hombre besando a una calavera y en la otra una pareja gay practicando un fistfucking mientras que el penetrado canta un aria, empleando así estrategias conceptuales del barroco. Una obra atrevida, y agresiva si se quiere, por lo que está contando, por la penetración de ese lugar tan vulnerable, y para algunos intocable, de la masculinidad: el ano, pero por otra parte, como describe Beatriz Preciado, tan común y tan erógeno, como antes decía.
Félix Fernández, tanto en sus trabajos en colaboración con Senra como en solitario, también se adentra en las narrativas de lo homosexual tanto en vídeo y fotografía como en performances. En Morfología del fracaso, una acción compartida realizada en 2005, el baile y las actitudes de ambos incide en esas actitudes de sexo que podríamos encontrar en muchas discotecas de ambiente gay. Su acción conjunta, realizada en Antigua Casa Haiku (Barcelona) Only for real (2011) retoma el tema homosexual con su habitual ironía, incluso frivolizando el tema, una obra cuyo eje rector recae en la crítica ácida de lo queer planteada como un ejercicio de divertimento. Interesados en tergiversar los roles convencionales de lo denominado artístico, su trabajo se plantea como un acercamiento a las prácticas emocionales y sociales que dan origen al proceso creativo. Aparejados en su trabajo conjunto, pero apartados en su labor artística individual, su propuesta yuxtapone la sexualidad con el absurdo; lo onírico con lo siniestro; lo homoerótico con lo políticamente incorrecto. Es una pieza multimedia que, entre el video, el happening y el performance, envolverá a los asistentes en un acto de absoluto orden experiencial. Proyectada para ejecutarse con base en un ejercicio bucólico de corte preciosista, la acción cobró forma cuando, convenientemente ataviados, los performers prepararon y sirvieron perritos vegetarianos con limonada a los asistentes. Acto seguido, la proyección de Videomacho preparó el camino para la ejecución de un tableau vivant que rindió homenaje de cuerpo presente al erotismo pictórico del siglo XIX . Esta acción, además, tenía un material con instrucciones: se le pidió a los asistentes que acudieran con un dress code consistente en linterna y paquete. El escenario consistió en una sala con un montón de paja, una carretilla y un chulazo con un rollo un poco Pasolini- Caravaggio. El modelo estaba haciendo labores de campo (empacando la paja). Los performers se sentaron en dos tumbonas de playa, a contemplar la escena y construyendo un momento bucólico-idílico, incidiendo en aspectos pastoriles, hasta construir un cuadro propio de escena campestre de finales del siglo XIX (Millet). Con un proyector simularon una puesta de sol, con sonidos de campo, e interactuaron con el modelo. Se trataba de construir un cuadro homoerótico abierto a la contemplación. Finalmente el modelo se desnudó y lo regaron con una manguera. El propio montaje de la escena formaba parte del espectáculo.
Al final de la acción acabó con un apagón de todas las luces de la sala y comenzó una fiesta con el dj residente del espacio pero a oscuras y el público encendió sus linternas. O sea que crearon cuarto oscuro. Perfect day (2010), una trilogía de Félix Fernández, en colaboración con Juanma Carrillo, presenta de manera directa relaciones sexuales entre dos hombres, pero el mensaje del trabajo va mucho más allá, habla de la soledad, insatisfacción, relaciones afectivas y emocionales.
Dentro del mundo de los artistas que realizan un trabajo vinculado a la imagen de “lo gay” lo homoerótico ha tenido y tiene un gran protagonismo. Hace años precisamente por ser algo que queda encerrado en el ámbito de lo privado del autor y en la actualidad, afortunadamente, por dejar más libertad a la imaginación y los deseos. A Ignacio Goitia (Bilbao, 1968) se le pueden aplicar las palabras de Jacques Lacan cuando decía que el dominio de la visión ha sido entregado al campo del deseo. En ese campo el impulso sexual es el monarca. El erotismo es la manera de domarlo y de transfigurar el sexo en ceremonia. El arte erótico no sería más que un intermediario estético de una celebración mayor y cada cual que se imagine su propia celebración.
Los dibujos de Goitia, como comenta acertadamente Román Padín, son “variaciones sutiles sobre papeles que exudan una preciosa y poderosa carga sexual. Un tema (viento, música) que desentierra, siembra, prefigura recuerdos y deseos, realidad y ensueño” . Algunos de estos dibujos reproducen los grandes y elegantes fondos de los cuadros de este autor; en ellos se encuentran los personajes como en su salsa, aunque a primera vista esos escenarios palaciegos no parezcan los más adecuados para esos chicos leather de rudas caras, aunque esto pueda excitar aun más la imaginación y el deseo y mucho más a la luz de Pasolini, ciertamente admirado por Goitia.
En otras obras no hay escenario, sólo uno o dos personajes bien dispares, uno con chaqué y otro desnudo o semidesnudo. Como decía Lacan, la visión alimenta el deseo y el sexo es toda una ceremonia. También hablando de deseos, en la serie Milkabouts (2007/8) Fernando Bayona (Linares, Jaén, España, 1980) se adentra en la relación entre los cuerpos, ofreciendo imágenes amorosas e implícitamente sexuales y de identidad. Son dos chicos que hacen salir de sus bocas un chorro de leche, un intercambio de líquidos que bien pueden sugerir fluidos. Como comenta Michel Hubert Lépicouché los fotomontajes de la serie Milkabouts se basan en la polisemia de la palabra “leche” (la leche materna y, popularmente, el esperma). En la mayoría de estas fotos, dos hombres colocados a una cierta distancia expulsan por la boca un espectacular chorro de leche, cuya trayectoria le permite colisionar con el otro. Con su unión en el aire, los dos chorros materializan el lazo que une a los dos hombres en su misma orientación sexual. Se trata, por tanto, de una reinterpretación del tema clásico de la “Virgen de la leche”, mediante la acción y la fotografía, en clave homosexual y contemporánea.
Ciertamente, como apunta acertadamente José Guirao, hay referencias en esta serie al trabajo de Bruce Nauman, pero sólo como una referencia o punto de partida, el resultado es bien diferente. Los dos jóvenes intercambian el líquido, compartiendo el espacio y las intenciones, yendo de boca a boca o simplemente lanzándolo al vacío, creando y llenando el espacio entre ambos, derramándose la leche o recibiéndola. Hay un trabajo suyo que igual no tiene una intención a priori de contar la historia en clave homosexual, pero es que el esplendor de los cuerpos masculinos no te deja muchas dudas. Me refiero a Circus Christi (2009). Lo que encontramos es una referencia al cuerpo en su más pura carnalidad, escenas y relaciones que pueden dar lugar a todo género de dudas. Hay múltiples referencias tanto a la religión como a la historia del arte, pero como todo el trabajo de Bayona, se resuelve en un profundo proceso de investigación, una cuidada puesta en escena y en una sabia elección de los personajes, de lo que resulta una obra espectacular donde, como he señalado, las referencias son múltiples. Algunas casi explícitamente sexuales y otras basadas, más que en la religión, en la Historia o la Iconografía del Arte, como la Piedad, la duda de Santo Tomás o el Cristo muerto de Mantegna. Un método de re-visitación y apropiación de obras anteriores plenamente postmoderno. De alguna manera, como opina Juan Martín Prada, la práctica de apropiación niega, así, el carácter valioso y subversivo de conceptos como “originalidad”, “autenticidad”, “expresión”, “liberación” o “emancipación”. El cuestionamiento de estos y otros conceptos implica también el de las formas tradicionales de recepción e interpretación de las obras: tradición, influencia, desarrollo y evolución .
Su serie The life of the other (2013) que resulta claramente homoerótica por la representación de cuerpos de hombres que atraen nada más mirarlos, y mucho más porque lo que Bayona hace es abordar el tema de los trabajadores sexuales, stripper y actores porno, pero en algunas de las fotos de esta serie lo que subyace es la soledad de estas personas, sus deseos sus relaciones y la doble moral con que se trata el trabajo sexual. Un trabajo que tiene mucho de documental porque Bayona los conoce antes de hacerles formar parte del proyecto, conoce sus vidas, sus ilusiones y luego las plasma en las fotografías.
En los días en que redacto este texto Fernando Bayona se encuentra inmerso en un nuevo y apasionante proyecto. Su investigación actual se centra en varios campos de concentración nazis, pero especialmente sobre el deseo de exterminar a los homosexuales en la Alemania de Hitler. Cómo los llevaban a los campos y los encerraban en las famosas cámaras de gas. Un trabajo que tiene relación con el comentado Gay Memorial de Berlín pero desde una óptica más cruel y descarnada. Si el Memorial presenta en su interior es “beso eterno” que decía, las imágenes de la liquidación serán mucho más crueles, el intento de desaparición de estas personas, la muerte de miles de seres humanos que no eran aceptados por su condición, por ser un “peligro” para el régimen y para esa “raza pura” que se pretendía conseguir para que dominara el mundo, como si fuera un experimento de laboratorio. Paragraph 175 es el título de este nuevo proyecto, haciendo alusión al artículo 175 del Código Penal nazi en el que se penalizaban las relaciones homosexuales, aunque la norma estaba vigente desde 1872 y permaneció hasta junio de 1984, lo que hizo el nazismo fue endurecer las penas con el 175a que prescribía de uno a diez años de trabajos forzados, entre otras cosas porque se pensaba que la homosexualidad se podía contagiar.
El trabajo de Manu Arregui (Santander, España, 1970) siempre ha tratado de explorar vías conceptuales y visuales a través de las que subvertir ciertos mensajes y abordar una obra que pone de manifiesto, en muchos casos, las aspiraciones del colectivo homosexual, así como el de las mujeres. Busca, a través de su obra, crear espacios para la visibilidad, llamar la atención sobre determinados aspectos, poner al espectador frente a otra forma de ser.
Como explica Xabier Arakistain, él ve en el arte un instrumento para la transformación social, un aparato, que interactúa y comparte espacio con otros como el cine, la publicidad, la moda, la música popular, etc. Un nuevo arte que responde a un nuevo entorno social y cultural marcado por el desarrollo y la proliferación de nuevas tecnologías y abarrotado de un exceso de información, aunque mayoritariamente oficialista. Por eso, los y las artistas más innovadores del presente se replantean constantemente las categorías de arte y artista con el objeto de sortear la confusión y hacer llegar sus mensajes a las audiencias preservando la función (de crítica y renovación) social del arte . Con obras como Coreografía para 5 Travestis (2001) o Un Impulso Lírico del Alma (2007) aborda estas cuestiones. En la primera de ellas recoge la estética de los musicales de Hollywood. Al principio suenan los compases de Stanley Holloway para The Embassy Waltz, de la banda sonora de My Fair Lady. Todos los movimientos están pensados para dar la sensación de una danza, como las que hemos visto muy a menudo en ese tipo de películas, una forma de movimientos tan femeninos que llegan a resultar “muy mariquitas”. Desde los primeros segundos del vídeo, que dura 2 minutos 46 segundos, nos parece estar viendo una especie de remake de películas tipo Escuela de sirenas, pero al final se descubre que no se trata de chicas, sino de hombres travestidos. Con esto subvierte las imágenes y las posibles lecturas de clichés establecidos y aceptados, formas o movimientos exclusivos de las mujeres, que también pueden ser realizados por hombres.
Y no es que busque con esto engañar al espectador, mostrarle una cosa que después es otra, más bien pretende que el que vea la obra cuestione sus propias formas de mirar y entender la realidad. La segunda de las obras que cito, Un Impulso Lírico del Alma, trabajada con Rubén Orihuela, el primer deportista que se adentró en la gimnasia rítmica, una disciplina reservada a las mujeres, poniendo así en cuestión que nada está definido, nada hay que sólo lo puedan hacer las mujeres o los hombres. Además, plasma las posibilidades del cuerpo masculino, su plasticidad y su estética. Extrapola la imagen personal de Orihuela hacia un discurso más general, de género, el masculino en este caso, o de una nueva masculinidad, lejos de imposiciones y tabúes. Arregui explica, sobre esta obra, que en el proyecto encontraba varias constantes que han aparecido en otros de mis trabajos, además de recursos formales como la coreografía o los movimientos de la cinta. Era muy excitante poner en juego muchos conocimientos adquiridos, la elaboración de un storyboard, la fotografía, la escenografía en 3D, la animación de un personaje virtual, el diseño de iluminación, la composición de efectos, las locuciones ... y experimentar con nuevos elementos como la integración de la imagen “real” y la virtual, componiendo con la ayuda del chroma key. Mientras, por el otro lado, sabía que con tal amalgama de disciplinas y técnicas era muy fácil acabar sepultado, por lo que mantener cierto orden discursivo me resultaba prioritario, necesitaba apoyarme en una sólida base teórica que no podía ser otra que el feminismo, varios textos fundamentales me acompañaron. También me daba cierto aplomo tener presente que hay que mantenerse en guardia ante la oleada de reforma moral, el hecho de que la homosexualidad siga severamente penalizada en 80 países, y que en una decena de ellos se pueda aplicar incluso la pena de muerte . Y esto hace, precisamente, que su trabajo tenga un contenido político y social que la hace, aun, más interesante. Su trabajo Con Gesto Afeminado (2011) vuelve a retomar el mundo del cine y de la danza. En este caso se trata de una obra basada en Spring Night fue dirigida por Tatiana Tuttle en 1935 y coreografiada y bailada por David Lichine. Vuelve a tratar el asunto de la masculinidad y el cuerpo, aprovechando los gestos tan afeminados de las coreografías rusas, tan famosas en su época. Aparece una ventana de chat y otra de Youtube con la película en la que se basa, superpuestas en el vídeo, añadiendo nuevas capas de sentido. Arregui cambia la protagonista de la historia por un hombre, dándole un nuevo giro a lo que cuenta la película original. Muestra otras formas de hacer, lejos de unas narraciones impuestas donde la protagonista siempre es una débil y enamoradiza muchacha que siempre espera al viril príncipe que la rescata. Invierte la historia pero sólo en parte. No cambia los roles, sólo el sexo de uno de los protagonistas, convirtiendo el texto en una relación homosexual.
Esto tiene, además, otra lectura: ya no es siempre la mujer la indefensa romántica que debe ser salvada por el hombre de apariencia arrolladora, por lo tanto elimina y denuncia esa imagen que han dado siempre los cuentos: la de que ella debe ser la protegida. Raúl Chacón (Berrocal, Huelva, 1981) realiza una serie de grabados en los que analiza imágenes tanto del mundo gay como lésbico, esquematizando de alguna manera roles y situaciones, pero construyendo obras donde queda clara esa intención de visibilidad en las relaciones. Carlos Escolástico (Albacete, España, 1968) realiza un curioso trabajo, que casi podríamos llamar de cartografía, con diferentes personas y personajes que participan en la manifestación del Orgullo de Madrid. Su trabajo consiste en crear un estudio de fotografía, itinerante y portátil, donde invita a la gente para que se acerque espontáneamente, que se fotografíe, que se manifieste. Como digo, hace una cartografía de un movimiento, de una manifestación, de una reivindicación y de una fiesta, donde nos encontrarnos y nos manifestamos como somos. De este trabajo sale la serie Gris/Grey (2012).
Para muchos/as las manifestaciones del Orgullo son un tema controvertido, muchos/as, incluso dentro del colectivo LGTBI, se cuestionan si es necesario ese exhibicionismo, esa “extroversión” de la sexualidad. No voy a juzgar esto, pero si fuera eso, sólo eso, una cuestión de exteriorización de una determinada sexualidad tampoco me parecería mal, al fin y al cabo lo único que nos puede “diferenciar” de los/as que no forman parte del colectivo es eso, una opción sexual, un gusto por estar y amar a personas de nuestro mismo sexo. Quiero decir que al fontanero, al médico, a la arquitecta o al vendedor de frutas, lo único que le puede diferenciar de sus compañeros/as de profesión es a quien ama o con quien practica sexo. Por otra parte, lo lúdico de la manifestación, que se ve muy bien representado en las fotografías de Escolástico, obedece mucho a nuestra forma de ser, así lo veo yo, a una manera de ser que busca evidenciarse ante los/as demás con aires de fiesta. Tiene que ver con nuestra forma de ser y con nuestro devenir como colectivo y a nivel individual. Los siglos que hemos tenido que permanecer “dentro del armario” hacen necesaria una exhibición pública de nuestra condición. Es como si estuviéramos ajustando cuentas con la historia. Creo que lo podemos ver en las actitudes y miradas de muchos/as que aparecen en estas fotos.
El trabajo de David Luna (Córdoba, España, 1975) muestra su interés por la “producción de la imagen”, de la imagen, como símbolo y/o lectura, en este caso del cuerpo. Trata las representaciones que aparece en sus fotografías como una forma de comunicar. En estas obras podemos ver la representación de personas en diferentes actitudes íntimas o privadas, pero bien explícitas. Las podemos ver como liberadas de lo representacional que nos puede llevar, en otros casos de su trabajo anterior, a plantearnos historias que subyacen debajo de la imagen. Aquí lo que hay es lo que ves. Este trabajo suyo es un planteamiento directo del cuerpo humano, en solitario o en relacionándose con otros. Diríamos que es una imagen construida sobre su propio andamiaje, sobre sí misma.
Como sabemos, el arte siempre nos predispone a una situación de voyeurs. Si esto es así, en el caso de estas obras de Luna se ve aún más acentuado, no sólo porque nos hace entrar en la intimidad de los fotografiados, si no porque él mismo se sitúa en la escena abriéndonos como una mirilla –el objetivo de la cámara- por la que podemos fisgar en lo que están haciendo. Lo que sintamos después es sólo cosa nuestra. Una mirilla, como ocurre en su obra Pablo y Maxi IV (2011), que como él mismo explica Uno de los pilares de mi trabajo se ha basado en el interés que siempre me ha producido la intimidad de la gente que a lo largo de estos años he ido conociendo. Por tanto, y en general, de personas con los que tuve o tengo algún tipo de vínculo. Así como a los espacios circunscritos a sus entornos más cercanos. Y como mediante éstos o en éstos, se expresan y hablan de ellos mismos. Hace años que he sentido mi vida como un viaje. Ese proceso a veces catártico en el que un día tras otro se iban a dar situaciones diferentes y encuentros. Un viaje que tenía que registrar y recopilar .
A David Luna parece interesarle un cierto aspecto de la intimidad de las personas que le rodean, pero no de una forma morbosa y malsana, sino como una forma más de conocerlos, también en su propio espacio, por eso los fotografiados están en su propia casa, en su ámbito. Este intento de conocimiento le lleva hasta el caso de situarse en algunas obras, como decía antes, dentro de la propia escena que retrata. El espejo, tan utilizado en la historia del arte, vuelve a abrirnos esa puerta, esa mirilla. Son fotografías en las que, además, lo estético, lo visual, tiene una gran importancia, de ahí que en ellas aparezca una especie de rompimiento de planos. Juan Carlos Martínez (Campanario, Badajoz, España, 1978) ha trabajado en numerosas ocasiones sobre asuntos que, de una manera más o menos encubierta o directamente, tienen que ver con el mundo de las relaciones homosexuales, o bien con un guiño que nos acerca al mundo del deseo, de las miradas y del voyerismo. Así, su serie fotográfica Miraderos. I´m looking for (2001-2004) bucea en este sentido, como también en Fast food, donde habla de esa representación del placer, de la sensualidad y del erotismo y como hacemos de estos sentimientos algo propio. Martínez trabaja muchas veces en el delgado espacio que hay entre lo público y lo privado. A veces sus imágenes son robadas, lo que aumenta la imaginación y el deseo.
Muchos de estos espacios que él retrata son escenarios de encuentros fortuitos de placeres a escondidas, los famosos sitios de cruising donde se buscan encuentros sexuales esporádicos. Es este sentido aparecen en Subfilum Spermopsida (2007). Viendo las fotos y cómo la naturaleza ha sido hoyada nos podemos imaginar perfectamente las escenas. Las fotografías aparecen como subterfugio del que se sirve el artista para camuflar una obra alejada de la simple recreación bucólica y plácida del paisaje. Busca suscitar nuevas lecturas a través del carácter científico de lo fotografiado -revelando historias, quizá incómodas-, cuestionando lo aparente y movilizando de nuestra percepción. Su serie Homenaje a Thomas Eakins (2008), dentro de la serie Fast food son fotografías tomadas a distancia, hombres apenas entrevistos dentro de un edificio y nadando en un río que nos pueden, también despertar la imaginación.
En la serie Buscadores el paisaje, en este caso el del yacimiento, aparece igualmente como escenario. El autor fotografía a los arqueólogos en su trabajo, pero “pervierte” de alguna manera la lectura, haciendo que parezcan chicos que se esconden y busquen “otras cosas”. Luis Jaume (Mahón, Menorca, 1974) ha trabajando en muchas ocasiones cambiando roles y formas del género, como en sus performances, y también, desde la fotografía, creando obras en las que busca un lugar para montar una escena insólita, como un taller mecánico donde el rudo trabajador toca un piano de cola. También son interesantes sus fotografías de deportistas situados en lugares alejados de la cancha, obras donde bien podríamos hacer una lectura homoerótica.
En el caso de la pintura también ha realizado obras de gran interés por su ingenio y maestría a la hora de construir la escena, pero ahora me son especialmente interesantes una serie de cuadros, una suerte de objetc trouvé, pequeños lienzos que compra en mercadillos de segunda mano y que él interviene de una manera precisa. Estos cuadros son paisajes con bosques espesos, muy a la manera impresionista, que alguien pintó en su momento y que luego fueron olvidados. Él les da una segunda vida aportándoles una nueva lectura. Entre los árboles inserta figuras, hombres desnudos, en actitudes bien claras, es decir crea una escena de cruising. Como en el caso del citado Juan Carlos Martínez en la fotografía, aporta a la naturaleza una nueva forma, ya no es ésta, el bosque o el parque, como objeto de contemplación, como en el Romanticismo, sino como lugar o escenario donde ocurren cosas. No es algo nuevo en su trabajo, él mismo cuenta que hace catorce años tuve una beca para estudiar el doctorado en Budapest. Una tarde salí a pasear por el parque Népliget. Saliendo del metro, dejando a la derecha el planetario, el camino atraviesa un prado y, continuando, se llega a un bosque frondoso. Yo llevaba conmigo láminas y bolígrafos de colores. Adentrándome en los matorrales descubrí dos hombres que se masturbaban y me detuve a varios metros de distancia para dibujarles. Luego se incorporaron varios más y se colocaron facilitándome la visión de lo que estaban realizando, lo que era una gran ventaja frente a las clases académicas de Andréssy út, esa facultad aburrida que recibió con cierta desconfianza mi portafolio que calificaron de arte gay . Cambiando de escenario, volviendo la vista a América Latina, el colombiano Juan Pablo Echéverri (Bogotá, 1978) hace un trabajo desde una mirada jocosa, planteando la obra desde lo histriónico tal vez, pero con un contenido claro de visibilidad de lo gay y de la creación de unos perfiles cercanos a lo queer donde él adopta diferentes roles, una imagen desenfadada pero que crea diferentes códigos que están muy dentro de la comunidad LGTBI. Tanto en la obra fotográfica con en los vídeos esa imagen se plasma, como digo, en diferentes roles, como en las series fotográficas Supersonas, Diva’s Live o en LaPEGAlisa (YOconda), donde se traviste de la protagonista de la famosa obra, como también en soMos, combinando el rostro de hombre/mujer. En otros casos su trabajo es mucho más homoerótico, como en CalzonciYos o Marica (en cuerpo ajeno). En los vídeos ese carácter lúdico puede acentuarse mucho más, construyendo estos a modo de videoclip y donde la música juega un papel tan importante como las historias que cuenta, retomando narraciones de cuentos infantiles pero cambiando tanto el rol de los personajes como lo que ocurre entre ellos, como el de Caperucita en Sexual forest (2011) o héroes de cómic y de película como Supermancito (2014). Jaime David Tischler (San José, Costa Rica, 1960) trabaja desde un lugar común en la fotografía, el voyerismo, abordando temas y narrativas de amor homosexual que, desde luego en su país, aun no se habían planteado desde el arte. En su mismo contexto, Roberto Guerrero (Costa Rica, 1978) creó en 2001 la serie Prolegómenos para un concepto de pasión, donde hace un trabajo autobiográfico hablando de su cuerpo y deseo y enfrentándolo a una sociedad y un contexto cultural religioso que penaliza ese tipo de actitudes. Su obra es ciertamente subversiva y contestataria contra aquellos/as que pretenden demonizar y excluir a “los/as diferentes”, a los/as que no encajan en ese tipo de sociedad. Para este artista, el arte es algo más que construir imágenes, también es arma de lucha, de combate, de defensa y de autoafirmación.
Como digo, una obra autobiográfica donde trata de representar su propia pasión, el deseo y la culpa. Las imágenes, como la propia culpa, llaman a escenas religiosas, al sufrimiento tal vez por el pecado, aludiendo a cómo la Iglesia (todas las religiones) acusan a los/as que practican estos actos. Además, hay un deseo de encontrar la propia identidad sexual castrada constantemente por ese sentimiento de culpa que nos inculcan desde pequeños/as. El final de esta etapa en la obra de Guerrero fue Aposento del deseo (2002), fecha en la que comenzó a trabajar la masculinidad y la homosexualidad desde otra mirada.
Él mismo explica que que con el tiempo, me ha quedado claro que el arte para mí, es también una forma de autoafirmación, de presentarle a otros todo aquello que es diferente, desde una posición digna. Miro al arte desde la sexualidad, porque ese ha sido un aspecto en el que la vida ha hecho que me purgue con fuego. Ha sido fuente de intensa sismicidad interna, de dolor, de deseo, de muerte y de resurgimiento. El arte se vierte y expande hacia lo colectivo, desde una vasija, que es un individuo, su subjetividad y sus conflictos; así que desde esa perspectiva, no puedo encontrar otra manera de mirar al arte, si no desde el espacio que más me afecta . Así lo podemos ver en obras como ¿Por qué sos tan loca? Porque me da la gana (2011) o en las series creadas entre 2004 y 2006 bajo el título de Men´s magazines: Popular mechanics. Men´s Health Icon. El futbolista delicado de la selección o Warrior of fortune. El guerrero delicado. Ironías delicadas, pero ironías al fin, como en Desde niño me dijeron que solo podía jugar con carritos (2008), un zapato de tacón de aguja dorado e intervenido con ruedas y letras, que formó parte de una exposición sobre juguetes y ludismo. Indudablemente hace referencia a una forma de educación sexista en la que, desde niños/as se nos separa por géneros.
Sobre la primera obra Guerrero escribió un texto que la explica muy bien La relación con el mundo, sus representaciones, sus elaboraciones y reelaboraciones parten insoslayablemente de las vivencias, de las emociones, y de las íntimas historias de vida. Lo vivido y lo sentido se constituyen como entes catalizadores del proceso construcción y redefinición de la subjetividad y, sobre todo, de productos que el sujeto genera y libera sobre su mundo: la actividad artística y el pensamiento. Desde esa perspectiva, como propuesta para la presente Biernarte 2011, he querido recuperar lo relativo al tema de la diferencia, en cuanto a cómo se sienten, se expresan y se ejercen la sexualidad y la identidad. Diferencia que a lo largo de mi historia de vida, me ha hecho objeto de diferentes formas señalamiento y la exclusión, de vigilancia y de castigo, no solamente de quienes participan de los valores hegemónicos de una sociedad patriarcal, sino de aquellos que desde el mismo espacio de lo abyecto, en el que me instalo, buscan una complicidad con las estructuras dominantes y redirigen sus energías hacia el escrutinio y la exclusión dentro de las formas de socialización homosexual. Así que, con base en las ideas de que todos somos sujetos creados en y por el lenguaje, de que éste se organiza en diversas formaciones discursivas que ponen de manifiesto los movimientos del poder y las distintas formas de resistencia y, sobre todo, en referencias y las potencialidades del arte conceptual lingüístico; he decidido realizar dos obras artísticas que, bajo la estructura del caligrama, se encuentran estrechamente relacionadas tanto en contenido como en forma. La primera de ellas es la interrogante: ¿Por qué sos tan loca? Esta pregunta se presenta bajo la configuración de la pesada tipografía denominada Impact (¿Por qué sos tan loca?) y materializada a partir de cuchillos, navajas y diversos objetos caracterizados por su potencialidad de infligir heridas, incrustados en una pared. La segunda obra es la respuesta a la primera, y se constituye de la afirmación textual: Porque me da la gana. Esta respuesta se propone con la configuración de la delicada pero contundente tipografía Velvet (Porque me da la gana), y elaborada con flores intervenidas con escarcha, lentejuelas y abalorios de colores estridentes que remitan la estética de lo camp y sobre todo a lo queer. Ambas obras se parapetan tras el poder de la palabra, en la primera, se quiere evidenciar a la palabra dicha por los otros y que retuerce e hiere al alma con gran intensidad; en la segunda, se manifiesta de manera política, el poder de la eterna contestación, del deseo de autoafirmación, de la defensa de una voluntad de ser desde la diferencia . Como este, todo su trabajo es un exponerse a sí mismo como sujeto, explorar sus sentimientos y su forma de ser para, a través del arte, evidenciar una situación tanto vital como social. Néstor Millán (San Germán, Puerto Rico, 1960) en Cruzando Umbrales (1995) habla de la homosexualidad como una zona de conflicto personal y social, desde un discurso crítico en torno al desnudo masculino, la censura y la epidemia del SIDA. Tal vez cabría destacar, como en un apartado diferente la enorme pujanza que tiene el arte gay en Japón, con una gran cantidad de artistas que trabajan desde este ángulo de la creación artística. Digo como un campo diferente porque el trabajo de estos creadores tiene el interés que está realizado desde una estética claramente oriental. Así como el resto de los artistas que aparecen en este ensayo lo hacen desde la perspectiva de un “arte internacional”, y entiéndase en la mayoría de los casos occidental, los artistas a los que ahora me refiero lo hacen desde la estética propia de su país y de su cultura. Así, trabajan desde una forma de construir el dibujo propiamente oriental, tanto formalmente como desde el punto de vista conceptual, de una construcción de las imágenes, como digo, que recoge una tradición milenaria. También lo es así en los tipos, desde los luchadores de Sumo hasta los Samuráis. Artistas como Futa Mikami (1961), colaborador habitual de revistas gays como Barazoku o como Samson. Gengoroh Tagame (1964), con un trabajo explícitamente erótico, con la curiosidad de crear un Manga gay. Jiraiya (1967), que publicó en la revista G-men desde 1998 ilustraciones llamadas Okoto y realizó las portadas de esta revista desde 2001 hasta 2006 y cobró gran fama internacional. Kenia Shimizu (1976) participó en el Festival de las Artes del arco iris (un festival anual de artes LGBTI) en 2000 y en 2001 y recibió el primer premio de la Fundación Tom de Finlandia para artista eróticos emergentes. En su trabajo aparecen imágenes de samuráis donde se destaca la belleza del hombre japonés, con sus tatuajes rituales. Como decía, inserto en la tradición cultural de su país, representa a un hombre leal y respetuoso, que defiende la justicia y protege a los débiles, pero un hombre gay. Moreau (1973), como otros, trabaja el Manga. Su trabajo se difunde en revistas y publicaciones de temática homosexual como Badi. Desde el año 2003 publica en Hombres-G. formalmente sus dibujos parecen estar impresos. Él habla de felicidad y la tristeza, de los tiempos difíciles y los buenos que hacen grande el mundo que vivimos. En las mismas revistas, Badi, G-Men y Super SM-Z, se publican los trabajos de Naoki Tatsuya (1977), como también los de Itetsu Ogura (1964), representado el alma y la emoción a través de cuerpos atractivos. Tatsuji Okawa expresa directamente el deseo sexual, claramente pornográfico, en obras de una factura elegante. Sadao Hasegawa (1945-1999) recogen esta tradición del dibujo oriental pero o mezcla con lo aprendido en sus viajes por la India y el resto de los países de Asia. Su colección de 1996, publicada por Kochi Studio, habla del erotismo oriental y con ella ganó fama internacional. Tsuyoshi Yoshida (1924-1988) trabajó con el novelista Yukio Mishima, al que había conocido en un gimnasio de culturismo, en una serie de dibujos de desnudos masculinos. Desde ese momento pasó a llamarse Go Mishima. Desde 1972 comenzó a publicar en Barazoku y en Sabu dibujos claramente de tipo homosexual pero, como el resto, de clara tradición japonesa. Como digo, estos y otros artistas, tienen el interés de la calidad de su propia obra, de la presencia de un trabajo artístico claramente gay en Japón, pero también de cómo realizan su trabajo desde una estética propia, la oriental, rica en manifestaciones amorosas por otra parte. De todas maneras no es algo nuevo en su cultura, en el arte oriental desde muy antiguo se representan escenas amorosas y sexuales entre personas del mismo sexo.

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