31/5/21

Arte contra la invisibilidad de la comunidad LGBT. Cinco casos en Perú.

Arte contra la invisibilidad de la comunidad LGBT. Cinco casos en Perú. Como todos y todas sabemos, en la sociedad en que vivimos están ocurriendo múltiples situaciones que exigen nuestra militancia y nuestro compromiso político y desde la Cultura debemos tomar partido en todo esto, entre otras cosas porque con los lenguajes de la creación es más fácil hablar de ciertos asuntos, denunciar situaciones. Algo así como hablar en voz alta, también por aquellos y aquellas que no lo pueden hacer, aquellos y aquellas cuya voz siempre ha sido tergiversada cuando no ocultada. Tenemos que considerar, además, que el/a artista no trabaja solo/a, ya hemos desterrado hace tiempo de nuestro imaginario la idea de la “torre de marfil”. El/a creador/a puede rechazar lo que la sociedad le impone, eso es cierto, pero no la idea de la colectividad, su vinculación con ella. Una obra que no interacciona con el público no existe, como una novela que jamás nadie ha leído. Bueno sí existe, eso es indudable, pero me pregunto si sirve para algo. Uno de estos compromisos políticos y sociales, que se hacen cada vez más necesarios, es el de la Identidad, la de las personas, el derecho a la propia identidad y, por lo tanto, a la propia libertad de ser como cada uno/a desea ser, es el caso de la identidad sexo/afectiva y de género. Decía que el arte tiene esa capacidad para poner de manifiesto muy diferentes cuestiones de la vida, la sociedad y la política. También esto de lo que hablo, en el caso de lesbianas, gays y hombres y mujeres trans, una situación de marginalidad y criminalidad regulada legislativamente en demasiados países. Una situación de ocultamiento: lo que no se ve no es, lo que no es no existe y lo que no existe no es sujeto de derecho. Ni siquiera se le llamaba por su nombre, era el “pecado nefando”. En muchos países han existido leyes que prohibían la homosexualidad y sólo recientemente se están derogando, pero desgraciadamente siguen existiendo en otros, incluso con pena de muerte. Afortunadamente hay artistas en todo el panorama internacional que se han atrevido a poner de manifiesto esta situación de forma más o menos combativa, hay muchos/as que se han atrevido a establecer una denuncia y elaboran con su trabajo una propuesta que aborda directamente al colectivo LGTB, a su visibilidad también. Son artistas que hacen de su trabajo esto a lo que antes me refería: un arma del colectivo en la lucha por la supervivencia, por ser como y lo que somos. En este sentido entendemos el arte como un constructo social/político. Tal vez pueda sonar demasiado fuerte eso de la supervivencia, pero sabemos que en muchos países así es. En demasiados lugares ya no se trata de una afirmación de lo que se es sino de salvar la vida por lo que se es. Es un arte que se compromete con situaciones sociopolíticas que es necesario denunciar y que algunos artistas homosexuales, más sensibilizados con esas realidades por vivirlas más de cerca o en sus propias vidas, se implican más con ellas. Hay bastantes casos de esto que hablo a los que me voy a referir, concretamente el trabajo de cinco artistas en Perú. La obra de Giuseppe Campuzano, Héctor Acuña (Frau Diamanda), Javi Vargas, la pareja formada por Andrew Mroczek y Juan José Barboza-Gubo y el de Juan Carlos Ortiz. Son muy diferentes entre sí, por una parte está la obra de Campuzano, Frau Diamanda y Vargas, con una propuesta muy visual y también muy “callejera”, de intervenir en espacios públicos desde lo travesti, del cuestionamiento de los roles de género y desde el “exhibicionismo” como forma y argumento para romper tabúes. El dúo Mroczek/ Barboza-Gubo aborda otros temas, o se adentra en la representación homosexual con otros intereses, entre otros la denuncia de los crímenes por homofobia o la investigación visual sobre el cuerpo trans. También desde el arte/activismo trabaja Ortiz, de una manera tal vez más plástica, abordando la imagen de iconos del país convertidos en referentes, y también lo trans. Cinco propuestas distintas que abordan de una manera diferente la representación LGBT. Giuseppe Campuzano (Lima, 1969-2013) trabajó sobre la historia del travestismo en Perú, la sexualidad y sus construcciones de identidad desde la filosofía, la investigación y desde sus propias obras como artista y activista travesti como un acto de construcción de la libertad. Sobre todo cuestionó, desde una mirada decolonial, la posición “hegemónica” tanto del travesti blanco y occidental –occidentalizado- como de la Teoría Queer, con la mirada puesta en estas construcciones culturales desde el sur. Escribió, junto a todo esto, el libro Museo Travesti del Perú (2003-2008). Su obra estuvo creada desde sí mismo, desde su realidad, desde la experiencia de su propia vida y así lo evidenció en galerías de arte, en acciones en la calle o manifestaciones. Museo Travesti del Perú aborda la historia del travestismo en el país y es un conjunto de imágenes, documentos y objetos que a su vez hablan de las tradiciones y la mitología del travesti. Más política fue su participación en el proyecto colectivo que puso en marcha Cecilia Noriega-Bozovich: Todos somos presidenciables (2001). En El último brunch (2001), aparecen diferentes personajes, Campuzano aparece travestido de rojo y blanco, como la bandera nacional y con una banda presidencial exagerada. Beauty false (2003) es un vídeo coprotagonizado con Mónica Pasco donde aparecen realizando tareas propias del hogar, con elementos como mandiles y utensilios de limpieza, a los que añaden otros relacionados con la belleza: prótesis removibles o un embudo agigantador de busto, con los que pretenden aparecer como mujeres exuberantes y glamurosas. Lo hacen como una referencia a las mujeres trans vinculados al movimiento feminista. Es decir que lo que objetualiza el cuerpo de la mujer lo hace de igual manera si eres “mujer de nacimiento biológico” o mujer trans. Aborda desde su obra asuntos importantes para la comunidad LGBT como la pandemia del VIH, en trabajos como Dos veces al día (2005). También el travestismo entendido como una serie de rituales cotidianos, como puede ser la relación entre un cuerpo con VIH y la tecnología médica. Ingerir el cóctel además de ser una necesidad vital es también una forma de habitar la historia política del fármaco; la ingesta de pastillas es así vista por Giuseppe como experiencia estética y acto ritual en donde el cuerpo anida en la terapia con el objetivo de alterar el destino de la enfermedad . Durante años fue reuniendo recuerdos, fotografías, estampas, objetos, piezas de vestuario para fundar, entre 2003 y 2004 lo que él mismo llamó el Museo Travesti del Perú. Todo un alegato de la diversidad y de la “diferencia”, con una proclama inicial que es toda una declaración de intenciones: “Toda peruanidad es un travestismo”. Siguiendo, como otros artistas, con el trabajo de revisitar lugares comunes de la historia del país realizó el retrato Rosa Limensis (2004-2005) sobre la conocida iconografía de Santa Rosa de Lima, su mirada, su atuendo, pero lógicamente desde una postura travesti e identificando los padecimientos que se cuentan de una con los que sufren las trans. No sólo Campuzano trabaja sobre la santa de Lima, otros muchos también lo hacen porque la imagen que creó la Iglesia, de algún modo, está “travestida”. Era una mujer mestiza pero su representación en esculturas y cuadros está “blanqueada”, “occidentalizada”. Para hacer un repaso y puesta al día de su intenso e inmenso trabajo Gustavo Buntinx comisarió en 2008 una muestra en Paradero Habana, Micromuseo, un museo alternativo de Lima, con piezas de cerámica antiguas que representan travestidos y andróginos, ídolos incas de sexualidad indefinida, así como unos documentos muy interesantes donde se pueden leer copias de algunas ordenanzas coloniales de 1566 que, al penalizar ciertas actitudes y comportamientos, nos dan cuenta de su existencia. También la muestra tenía artículos de periódicos donde daban noticias de travestis asesinados, así como fotos de rituales travestis de iniciación en el Colegio Militar Leoncio Prado. Igualmente se proyectó el corto Anastasha (1999), un falso documental de culto. No podemos olvidar que en las culturas ancestrales existía un tercer género, hombres que desde chiquitos eran educados como niñas y cumplían todos los roles de la mujer a lo largo de sus vidas, como también existían y existen en comunidades de África o la India (hijras). En todos sitios valoradas y respetadas, como los antiguos enchaquirados de la costa ecuatoriana (Guayaquil) o los famosos muxes de Oaxaca. Es importante tener en cuenta diferentes asuntos de las culturas prehispánicas para entender en toda su dimensión el trabajo de Campuzano y el de otros artistas que trabajan también desde la óptica de recuperación de sus culturas. Del mismo modo que encontramos mujeres dotadas de valor viril, que se gloriaban de hacer de la guerra un oficio, lo que parece ser específico de los hombres, encontramos también a hombres lo bastante cobardes, como para vivir al modo de las mujeres... Hay jóvenes que se visten de mujeres para toda la vida, y se sienten muy honrados de rebajarse a realizar todas las actividades del sexo débil. Estos jóvenes jamás contraen matrimonio, asisten a todos los actos relacionados con la religión, y su misma profesión de vida inhabitual los hace pasar por gentes de orden superior, y situados por encima del común de los mortales. Los españoles, ignorantes de las causas de sus condiciones, abrigaban contra ellos enojosas sospechas... siendo estas imaginaciones las que encendieron al Vasco Núñez de Balboa... quien hizo perecer a gran número de ellos a sus perros más rabiosos . En muchas culturas los chamanes eran personas que hoy llamaríamos intergénero. Los incas adoraban a un “dios de doble género”, Chuqui Chinchay, sus servidores y chamanes eran un tercer género, usaban ropa andrógina y se situaban entre lo masculino y lo femenino, el presente y el pasado, entre los vivos y los muertos. En Tawantinsuyo, incas y quechuas tenían el Qariwarmi, con un rol no-binario de género mixto. La Virgen de las guacas (2007), fue realizada en el Salto del Fraile en Chorrillos. Una performance y registro fotográfico, producido junto a Germain Machuca. Campuzano aparece con las ropas y corona de la Dolorosa, reinterpretando la iconografía barroca a modo de dragqueen. En la serie que le hizo Claudia Alva en 2011, Fotografías para documento de identidad, aparecen cuatro fotografías tipo pasaporte o carné, pero donde aparece Campuzano maquillado de cuatro formas diferentes: un personaje prehispánico Moche, una virgen, como el retrato andrógino de David Bowie y una cuarta usando una máscara como la de los personajes travestidos para el baile típico de la chonguinada. Como decía, muchos de estos trabajos, de este artista y de otros, remiten a la historia y la tradición prehispánica, apropiándose de toda su simbología. En este caso la poesía andina del harawi o yaraví es reinterpretada en su vídeo La Pinchaharawis (2011), nuevamente travestido como Dolorosa, cantando una melodía sobre su ser homosexual, “… de chamán cósmico a cosmético”, “cuerpo andrógino>marica (cuerpa-puerca)…”. En Saturday Night Thriller (2013) plasma su trabajo desde los años 90 y primeros 2000, donde recopila su gran archivo fotográfico personal, su gran legado. Héctor Acuña (Lima, 1971) es Frau Diamanda, la persona y el personaje o más bien la persona y su creación. Como ocurre en otros/as artistas, a la hora de analizar su obra nos damos cuenta de que su obra principal, la que explica y resume todo su trabajo y sin el que es imposible explicarlo son ellos o ellas mismas. Quiero decir que el personaje que encarnan y a través del que hacen su obra es su propia creación. Esto pasa, por ejemplo, con Ocaña, nuestro universal artista de las Ramblas de Barcelona. La mejor y más fundamental obra de José Pérez Ocaña es precisamente esto: Ocaña. Lo mismo pasa con Acuña, su creación es Frau Diamanda y sólo es que a través de “ella” realiza su trabajo, sus performances.
Es un binomio bastante complejo que aún hasta ahora intento descifrar: Frau Diamanda es mi creación, pero a la vez es mi hija, mi amante, mi madre-padre, mi puta y mi chulo, todo en un mismo ser escindido que se retuerce de regocijo al hacer lo que se le da la gana siguiendo una lógica perversa e infecta. Frau Diamanda maneja un gran poder de iconización, deseo y desborde sexual, pero al final quién sabe, quizás Héctor es la más zorra en este juego de engaños y equivocaciones. En todo caso, Héctor sí puede vivir sin ellx, pero Frau no podría reencarnarse en otro cuerpo que no fuera el de su soporte de carne y hueso, en todo caso, su legado ya está servido para la posteridad en formato multidisciplinar desde video arte, performance, cine, teatro hasta música electrónica. Héctor Acuña es escritor y traductor, artista visual, drag performer, comisario independiente y promotor cultural, especializado en arte callejero y acciones públicas. Su trabajo, para el que no ha pasado por universidades ni academias, es fundamentalmente experimental, pero muy bien articulado desde la utilización de la idea del drag y de las posibilidades estéticas, pero también políticas del cuerpo trans. La combinación de ambas resulta en una mezcla explosiva, irreverente, que le permite articular unos discursos que van más allá de lo artístico, o a través de esto a lo político. Una puesta en escena y un discurso dirigido a “incomodar” y desde aquí despertar las conciencias, por eso es, también o fundamentalmente político y eso teniendo en cuenta que su trabajo está planteado desde lo sado-maso, cuir, fetish, postporno o porno. Lo político no entendido como el juego de partidos de parlamentos sino en su sentido auténtico, lo que atañe a la res-publica. Como lo expresa Acuña/Frau hacer política no es pertenecer a un partido y dar discursos. En su caso es trabajar con y mostrar su cuerpo travesti. Cuestiona el cuerpo en sí y la percepción social del mismo. Desde sus comienzos ya se marcaba bien lo que quería hacer, hasta dónde quería llegar. Se inició en la onda NewWave, clubes y locales de encuentro de gente vestida de negro y que escucha música de los ochenta. Por allí pasaban muchos personajes famosos de la ciudad, periodistas, artistas, gente de la televisión. Esto le permitió llegar a espacios culturales donde su personaje tomó una nueva dimensión, sobre todo el poder trabajar en el Centro Cultural de España. Ya en esos años estaba iniciado en esas movidas con Giuseppe Campuzano y Eduardo Bermejo, con los que iba a las fiestas y experimentaban con cosas “nuevas”. A mediados del 92 Héctor se travistió completamente por primera vez. Eduardo le prestó ropa y se maquilló para salir a la calle. Héctor sintió temor de meterse de lleno al mundo del travestismo, hasta ese momento no había sido tan radical. Fueron a una fiesta New Wave en Lima donde todo el mundo ya lo conocía y pese a que eran abiertamente homosexuales, los respetaban, nadie se metía con ellos, quizá porque les tenían miedo o porque no entendían lo que hacían .
Pero al mismo tiempo que todo esto, la sexualidad rompedora y expuesta, para armar una propuesta artística sólida hace falta algo más, que es la preparación. Por eso ellas también estudiaban, leían todo aquello que les pudiera servir para tener una base sólida en la que asentar su trabajo, tardes en el cineclub viendo películas de estéticas afines a la suya. Sin esto segundo no es posible consolidar lo primero y Acuña lo supo hacer muy bien. Por más que sus acciones pudieran parecer sacadas de la nada, de la pura improvisación y deseo del momento, están muy bien maduradas. Eso es lo importante porque el arte, si tiene algo claro es que es una construcción del pensamiento. Su trabajo, su proceso, va desde el travestismo a la transformación más profunda: la estética, la de las mentalidades y las de las formas de pensar. Desde el punto de partida que suponía en esa época el trabajo de Cantizano, el mayor del grupo, comenzaron sus acciones interviniendo en espacios como las galerías de arte, sobre todo en la Parafernalia, pero no como algo previsto sino llegando y ocupando el lugar, irrumpiendo en una escena dada. Incluso en algunos locales donde se reunía gente del colectivo LGBT, donde se podría decir que ya existía una cierta cultura gay este grupo supo crear una subcultura como en las discotecas gays de Miraflores Studio One y The Cage, donde no siempre eran bien recibidas. Como lo explica El travestismo como artificio forma parte del arte corporal y está instituido en el arte desde la antigüedad, desde los rituales mágico-primitivos hasta el teatro griego. El disfraz, la máscara, el maquillaje y el vestido están encaminados a crear, o mejor dicho, a re-crear un doble, un otro Yo utilizando el propio cuerpo como soporte de lo falso. La elección de la forma femenina no es sólo una cuestión de transgredir el género como forma liberadora del pensamiento y resulta la prueba fehaciente de la existencia de modos de vida alternativos. De este modo, podemos afirmar que el travestismo es una creación humana voluntaria y espontánea, y por tanto, constituye una forma de expresión y conducta tan válida como cualquier otra propuesta humana cultural. Implica un reinventarse a sí mismo, recrear sobre el cuerpo las formas deseadas en busca de un ideal de belleza a través de métodos que van desde requiebros imposibles, dolor físico y tortura voluntaria hasta la cirugía. Se trata de un arte del artificio, la imposición de un dummy sobre un soporte de carne y hueso . Algunas obras suyas, de las más emblemáticas son Elektrik, Pink, Punk Video Arte, Frau Diamanda con Abel Kavanagh (2003), Quiero ser la próxima chica Almodóvar (2012), Pornopoder para festival on line Open Borders UCLA USA (2008), A la Dietrich con Angie Bonino (2003), El Estigma y la Mártir (2006) performance que rindió un homenaje a todas esas personas del colectivo LGBT que fueron primero estigmatizadas y luego agredidas o incluso asesinadas por la violencia del conflicto interno. Una memoria traumática tanto personal como colectivamente y Video: Suktion 014(2014) y su proyecto PORNÍFERO, Festival de Videoarte Postporno Iberoamericano (2017), un evento en el que se exhibieron obras que presentaban libertades visuales derivadas de prácticas radicales en un contexto iberoamericano lleno de regímenes políticos asesinos y dictatoriales cuyo rasgo principal es el uso de la tecnología e intercambio de información. La colección del material programado refleja una disparidad estética y propositiva, pero se unifica a través de la práctica de sexualidades disidentes que interpelan el corpus heteronormativo.
Como decía, el apoyo del Centro Cultural de España en Lima fue fundamental para que su trabajo llegara a un público más amplio y por ser un espacio institucional de cultura. En 2004 presentó allí la ya comentada exposición Fraumorphing: Experimento de Estética (2004), en el que formó parte como artista (Frau Diamanda) y fue el comisario y presentó también la obra de Mónica Pasco, Frank García, Sun Cok y Miguel Rivero. Creó en la sala un salón de belleza, como referencia a que a los gays se les asocia muchas veces con este trabajo y muchas damas requieren de sus servicios porque entienden ellas que estamos más atentos al cuidado corporal, la estética y los tratamientos de belleza. Frau Diamanda: Corpus Delicti (2009) también tuvo lugar en este centro cultural a modo casi de exposición retrospectiva, ya que presentó una recopilación de sus acciones, performances y participación en proyectos de otros artistas. La muestra recogía fotografías y vídeos. Fue una muestra de audiovisuales, fotografías e instalaciones que expuso su trabajo de diez años en colaboración con otros artistas, que tomaron a Frau Diamanda como “objeto de arte”. Allí se pudieron ver las obras de Laura Batticani, Germán Ballesteros, Christián Bernuy, José Carlos Martinat, César Delgado Wixan, Frank García Photon, Joseph de Utía, Giuseppe de Bernardi, Luisa Fernanda Lindo, Sun Cok, Sandra Muñoz, Angie Bonino, Abel Kavanagh, Juan Carlos Yanaura, Juan Méndez, Miguel Rivero, Ricardo Valentine y Carla Montalvo. Frau Diamanda se concibe como una ficción viviente creada a partir de elementos disimiles y múltiples - que van desde una estética marginal revalorizada hasta la sublimación del glamour corrosivo - para explorar el otro lado del espejo como el artista transformado o la imagen reflejada. Narciso-travesti atraviesa la delgada película que separa la realidad de lo imaginario y se torna en objeto de arte. Se ha convertido en medio u obra en proceso llamada a una transubstanciación contínua. Es un ente mutante, a la vez imagen y material, donde el juego doble entre el objeto y el sujeto se cierra. Su obra no acaba en el cuerpo trastocado, sino todo lo contrario; empieza en el momento en que sus acciones sirven para alumbrar nuevas producciones, cuya puesta en escena, textos y discurso, serán recogidos en fotografía y/o video completando su propuesta artística de obra-acción.
Frau Diamanda Es la irónica creación de un personaje insólito, un auténtico símbolo paradigmático del glamour corrosivo que recurre al maquillaje y vestuario, a la fotografía y video, a la acción y souvenir fetiche para dotar progresivamente de verosimilitud al simulacro. Para obtener a Frau Diamanda, se debe mezclar en una licuadora full speed un poco de glam, camp, porno y queer junto con algo de punk, fetichismo, subversión y altas dosis de muy buen gusto y se obtendrá un producto incomprensible e incomprendido. En definitiva, Frau Diamanda es un híbrido transcultural abierto a la posibilidad de transformar mentalidades . Como performer ha seguido un camino impecable y coherente en sus propuestas, ha llevado la transgresión y el morbo a unos niveles de elegancia visual que aunque muy en la línea del cutrelux de los ochentas, las ha dotado de un envoltorio más preciso, de un perfume de gran diva de la performance. Frau Diamanda es sin dudas la Calas del performance peruano aunque algunos la consideren de manera más nacionalista la Yma Sumac de la performance y es que a Frau Diamanda la quieren cada vez más peruana. La imagen de los héroes de las naciones, aquellos -y en algunos casos aquellas- que se erigieron en salvadores, fundadores o reformuladores del espíritu del pueblo se convierten en un icono de la nación, santos laicos objeto de veneración. Una imagen-símbolo que tantas veces se ha utilizado, tanto para bien como para mal, pervirtiendo muchas veces su pensamiento y su legado. En cualquier caso esta imagen-patria se convierte en una iconografía intocable, sacralizada. Cualquier atentado a ella se toma como una agresión a la Nación. El trabajo de Javi Vargas (Lima, 1972) (Javi Nefando) se podría abordar desde la utilización/”perversión” precisamente de esta la imagen, utilizando y reutilizando el símbolo. Una de esas intocables que él utiliza es la de Túpac Amaru, héroe nacional. Podríamos interpretar esos trabajos como una reelaboración queer del líder desde su óptica de Bestiario Kuir. Entre 1999 y 2001 formó parte del Colectivo Aguaitones. El grupo realizó acciones artísticas bajo el prisma de la sátira y el humor, desde el que se opusieron al régimen de Fujimori. El segundo grupo del que formó parte fue Colectivo ContraNaturas, entre 2006 y 2011, con el que iniciaron el trabajo de utilizar las imágenes –iconos- asociados al patriotismo peruano, para generar cuestionamientos en torno a los estereotipos del género masculino. En 2003-2004 realiza obras como Las Tupac o La Tupac Amaru travestida, un tipo de obra que será un referente en su producción posterior, también en su participación en el Foro de Villa El Salvador (2004-2005). El año siguiente recibió la invitación del colectivo ContraNaturas, para realizar un trabajo en conjunto, de donde surgen los personajes “las Tupis”, una versión drag del trabajo gráfico anterior. Será desde este momento cuando comience a formar parte del colectivo.
En 2005 participó, junto a Javier Temple y Paloma Martínez, en el proyecto “Gesto: simulacro de lo real-ciclo de performance”, comisariado por Héctor Acuña en el Centro Cultural de España en Lima, donde cuestionaban todos esos estereotipos impuestos gratuitamente a los géneros, masculino y femenino, asignando a cada uno tareas o parcelas impermeables. En ese trabajo de utilización y reutilización de imágenes-iconos de la patria, como hacen igualmente otros artistas, están estas dos obras en las que toma los retratos de personajes bien conocidos: La Sagrada Familia I (2006) con el General Juan Velasco Alvarado, José Carlos Mariátegui y Túpac Amaru: Marikátegui, la Niña Túpac, la Velasco (2006) y en La Sagrada Familia II. La San Martín, la Túpac de la Puerta, La Bolívar (2007).
Con el Colectivo ContraNaturas creó Las Tupis por amor a la patria (2006), una serie de intervenciones urbanas que usaban la figura de Túpac Amaru II como drag queen. A partir de aquí se crean Las Tupis como un acto de protesta. Realizaron varias intervenciones en discotecas de público LGBT, donde hacían aparecer a Las Tupis con toda una puesta en escena, incluido el Himno Nacional o marchas militares, acompañadas de performers que llevaban los carteles y la bandera patria. Sobre esta habían escrito palabras como “maricón”, “sidoso”, “rosquete” o “cholo”. Ciertamente es un acto provocativo, intentaban crear una escena incómoda como reacción. Ellos decían En nuestro país, hay gente que nos odia por ser bonitas. En Villa El [S]alvador, hay gente que nos arremete por ser regias y visibles. Pero como una ha nacido para ser bonita, regia y ciudadana...defendemos nuestros derechos porque nos da la gana. Organiza, cuestiona y haz algo (Colectivo ContraNaturas 2007). La Tupi (2007) participó en la exposición colectiva “Resistencias creativas: visibilizando la disidencia” (2007), junto a los artistas Alfredo Márquez, Herbert Rodríguez, Wilder Ramos, Aurelio de la Guerra, Elio Martuccelli, Miguel Lescano, Jorge Miyagui, Alejandro Jaime, Movimiento Cultural La Nada, Julia Salinas, Julia Ortiz y Milton Miranda. La primera muestra individual de Vargas fue en 2009 en la Galería L'Imaginaire de la Alianza Francesa de Miraflores, La falsificación de las Túpac. La segunda fue en 2017 en la Galería Tilsa Tsuchiya del Centro Cultural de Bellas Artes, titulada “Chuquichinchay. Constelaciones, toposexualidades, reconstrucciones, sexoanimalidades, geolocalizaciones”. Por amor a la patria es un vídeo del año 2009, dirigido y guionizado por Vargas, con las integrantes de ContraNaturas como actores/as.
Para la celebración del Día de la Lucha Contra la Patologización de las Identidades Trans, se organizó la muestra colectiva “Kilka Trans” (2010) en la que participó Vargas con un mural realizado en la fachada del “Centro Cultural El Averno” con la representación de una de Las Túpac con maquillaje y joyería femenina. El año siguiente también formo parte de los actos del Día Nacional de Lucha contra la Violencia y los Crímenes de Odio hacia la comunidad LGBT, AmNNesia 31/05 (2011), con una acción en el Centro de Lima, con pancartas con la imagen de José Carlos Mariátegui, Túpac Amaru II y José María Arguedas, travestidos. Desaparecidas fue una acción en la calle realizada el 31 de mayo de 2011 para el ciclo AmNNesia 31/05. Perita y Evón (La descamisada y la generala) fue también una acción en la calle, con la creación y colocación carteles. Lo hizo en La Plata (Argentina) con el grupo “Micropolíticas de la desobediencia sexual en el arte argentino contemporáneo”, en julio de 2012. En este caso, tratándose de personajes relevantes del país no podía menos que utilizar el retrato de Evita y de su esposo, travistiendo a uno e interviniendo una fotografía de la otra.
Para la obra Yllu, Santo Tomás, Arguedas y Cabro (2014) utiliza su propio retrato emplumado y con alas, llevando en las manos una fotografía de José María Arguedas. Las plumas y el emplumamiento tiene dos referencias: una de la historia de las culturas prehispánicas, de los adornos rituales de los jefes y su identificación o referencia animal. La otra, totalmente diferente, tiene que ver con la colonia, con la Inquisición y con el “pecado nefando”, cuando mostraban al pecador al público cubierto de plumas como manifestación evidente de su perversión. Las referencias animales las usa Vargas en diferentes obras como una forma de armar un discurso crítico contra de los estereotipos de una sociedad patriarcal que deja fuera la posibilidad de ser “diferentes”, condenando a un reducto aparte, discriminado, a las personas LGBT. También por eso utiliza en esta obra, como en otras muchas, fotografías de personajes públicos vinculados con la izquierda, haciendo también una crítica a esa progresía, que la hay en todos lados, que no acepta –o lo acepta a regañadientes- la diferencia. No debemos olvidar que la izquierda, en muchos países, ha sido muy homofóbica. Para el marxismo la homosexualidad es un vicio de la burguesía y como tal debía ser eliminado. En Cartografía de sexoanimalidades andinas (2015), un grabado digital, vuelve a utilizar la imagen del emplumamiento y lo animal y también la mostaza. Ese introducir las imágenes animales tiene que ver con lo raro, lo extraño, el no encajar en la especie asociándolo a las personas del colectivo LGBT, discriminadas precisamente por no ajustarse a los tipos establecidos en la sociedad de los “normales”. Su obra es ciertamente transgresora, de eso no hay duda, y lo es conscientemente. Hay cosas que no se pueden contar de otra manera, hay asuntos que hay que tratar como si fuera una terapia de choque porque es necesario plantearlo como una confrontación. En los asuntos que tienen que ver con las discriminaciones de una sociedad heteropatriarcal, machista y homófoba no hay más remedio que hacerlo. Transgresora, como todas, es su serie fotográfica Las héroes del Glory hole (2015). Eran las caras travestidas de Túpac Amaru II y José María Arguedas con cuernos de cabra, se les realizó una perforación en la boca, a modo de glory hole.
Con esa misma idea de “animalidad” realiza la serie de fotografías La Tapada Chuquichinchay o Francisco Pro (2017), una vez más haciendo referencia a la historia y las costumbres prehispánicas, a su mitología ancestral.
Y en este tiempo el dicho Pachacutiyngayupangui parte para su çiudad de K’uzco, en donde halló que su padre Viracochampayncanyupangui que estaua ya muy uiejo y enfermo. Al fin, llegado, haze la fiesta de su llegada, y tras desto haze la fiesta solemne de capacraymi de Pachayachachi, con gran alegria; y al viejo le presenta a su hijo, su nieto, y después haze la fiesta del nacimiento del infante, y se llamó Amarottopoynga, quiere dezir que en su naçimiento que todos los animales más fieros ocultos fueron echados de la comarca del Cuzco. Y entonçes los curacas y mitmais de Carabaya trae a Chuquichinchay, animal muy pintado, de todos los colores, dizen que era apo de los Otorongos, en cuya guarda da a los ermafroditas, yndios de dos naturas . Terremoto y sodomía (2015) recuerda un hecho ocurrido durante la colonia. En 1687 un cura dijo que Dios enviaba un terremoto en ese año debido al mal comportamiento de “mujeres con mujeres y hombres con hombres”. Algo parecido hizo en 2017, en Huayco epidemia (2017) aparece la imagen de un desierto y un hombre maquillado supuestamente víctima de un huayco, como su fuera un castigo divino. En la serie de fotografías Para sembrar el mar de luces moribundas (2015) aparece el artista con otro hombre, la mitad de sus cuerpos están enterrados en la arena, como si estuvieran muertos, pero unen sus manos. Los grabados La falsificación de las Tupamaro (2016), donde lo traviste de Marilyn-Amaru, Farrah-Amaru, Dina-Amaru y Frida-Amaru retomando el grabado que hizo Guaman Poma de Ayala en 1572, resulta así tremendamente subversiva. Como en otros casos también nos recuerda a la propia historia cultural, esa que mencionaba Campuzano al hablar de que al prócer lo había criado Chuquichinchay, que decían que guardaba a las personas de dos naturalezas. Por tanto el travestismo al que lo somete Vargas aludiría a ese propio origen. Dentro de su “trabajo queer” también han ocupado parte de su producción obras que denuncian las agresiones contra la comunidad LGBT durante el conflicto interno. Una de sus obras es Letanías doradas (2013), donde recuerda lo que sucedió el 31 de mayo de 1989 en el bar Las Gardenias, donde se reunían gays y travestis. Ese día guerrilleros del MRTA acribillaron a quienes allí se encontraban con su programa de limpieza social. En los vídeos se ve a un grupo de travestis orinando en el retrato de Tupac Amaru II, bebiendo y pegándose plumas sobre el cuerpo. Las plumas, o los emplumados, como decía, tienen una doble simbología, por una parte refiere de la cultura prehispánica y los adornos que usaban los jefes como vestimenta ritual. Por otra la referencia es al castigo impuesto durante la colonia (también se hacía en Europa) para significar públicamente a quienes transgredían la norma. Se les cubría el cuerpo de plumas y así eran mostrados. En un trabajo anterior, en 2002, formó parte del Colectivo Tupac*Caput, que, junto a Rogelio López Cuenca, participaron en la III Bienal Iberoamericana de Lima, con la obra Lima i[NN]memoriam. Fue la creación de una “ruta turística temática” por aquellos los lugares de la ciudad en que se habían vivido hechos traumáticos durante la violencia interna. Todos ellos permanecen en el imaginario colectivo. También otros fueron invisibilizados por el Estado. Crearon un sitio web del proyecto y un plano de Lima para entregarlo gratuitamente en las sedes de la Bienal, un bus turístico con guía. En el plano estaban señalados estos lugares con un círculo rojo con una cruz. Eran catorce emplazamientos. NN hacía alusión a los sin nombre, los marginados y los pobres de los pueblos andinos que eran la mayoría de las víctimas del conflicto interno. Estos lugares eran: el Banco de la Nación en la avenida Nicolás de Piérola (incendiado intencionalmente por el Servicio de Inteligencia Nacional durante el gobierno de Alberto Fujimori), la Plaza San Martín (donde un niño menor de siete años, abandonado, había muerto electrocutado), las cárceles de Lurigancho y Santa Bárbara (donde fueron asesinados más de trescientos presos durante un motín), el Centro Comercial el Polo (allí explotó un coche bomba frente a la Embajada de Estados Unidos), Mesa Redonda (una zona comercial en donde murieron doscientos setenta y siete personas a causa de un incendio provocado por la venta ilegal de pirotécnicos), también estaba señalizado donde estuvo la Discoteca Sagitario, un local de público LGBT. Otras obras suyas son: Jr. Kilka (2002), Amaru: Las dos Túpac (2007), Aves a mi nido (2010), Leche de cabro (2014) (Latas de leche evaporada. Anuncio: Promueve el homosexualismo. 410 gr. de puro semen homosexual), Mi lengua es el viento (2014), Proyecto Sonido-Animalidad (2016). Andrew Mroczek y Juan José Barboza-Gubo han trabajado “a dos manos” sobre asuntos relacionados con la comunidad LGBT en el país y de manera muy precisa, evidenciando-denunciando asuntos muy concretos y lo han hecho desde la fotografía, el vídeo y los objetos. Es muy interesante cómo en algunas de estas obras recogen su propia tradición, la religiosa siempre presente queramos o no, para significar y también dignificar a personas y colectivos a los que siempre se les ha mantenido al margen, un margen marginal, una vida siempre pendiente de un hilo transitando por las afueras de la sociedad. Son personas, especialmente las mujeres trans, cuyo único objetivo parece ser permanecer vivas, sobrevivir en unas condiciones de ficción. Pero realmente es mucho más, ese “estar vivas”, esa afirmación de “soy quien soy y como soy” es un acto político. Salir a la calle, hacer las compras, trabajar (en lo que pueden y como pueden) es un acto político. Dejarse fotografiar para la serie Vírgenes de la Puerta (2014-2015) es un acto político, tanto de ellas como de los artistas.
La necesidad de hacer una obra así, que representara la dignidad de las mujeres trans, es algo que tiene relación con la propia memoria de Barboza-Gubo, por un ataque violento que ocurrió cuando era pequeño, contra una de estas mujeres, en su misma calle. Yo tenía unos nueve años cuando fui testigo de un crimen de odio en contra de una mujer transgénero en Lima. Recuerdo que fue en la noche, ahí mismo, en la vereda, el mismo lugar por donde caminaba todos los días… y nadie la ayudó. Todos se la quedaron mirando con disgusto. Cuando era niño mi impresión de lo que había visto tenía relación con lo que yo percibía como el bien en contra del mal… y lo que vi fue claramente erróneo. Pero yo no entendía por qué fue permitido. ¿Por qué no estaba mal el hacerle daño a esta persona o hacerle daño a “este tipo de personas”. Es fácil para el “adulto – en mi” entender que el odio es algo que se enseña, pero para el “niño –en mi” en ese momento, trajo mucha confusión y una tristeza que se ha mantenido claramente en mi durante toda mi vida. Cuando crecí y aprendí el término “transgénero” quedé fascinado. Empecé a entender que era como una especie de transformación; pelando las capas de uno mismo con el fin de revelar la verdadera identidad… lo más puro “de ti”, algo que todos deberíamos de encontrar en nosotros mismos. Estas personas están luchando por su verdadero yo, su verdadera identidad. Para eso se necesita un coraje y fuerza que todo el mundo debería aplaudir y apoyar. Es una historia complicada, lo sé, pero ser testigo de aquel abuso y el hecho de que quedó impune, es probablemente la raíz de lo que se convertiría años más tarde en las Vírgenes de la Puerta.
Esto que narra el artista tiene que ver directamente con lo que decía al principio, con esa capacidad del arte para convertirse en altavoz y con el propio compromiso del artista para hacer de su trabajo un constructo social/político. Vírgenes de la Puerta presenta a estas mujeres en todo su esplendor y en toda su dignidad. La forma de fotografiarlas, con auras, diademas y capas de las que se usan para las imágenes de la Virgen o para los reyes tiene que ver con esto, con la representación de la deidad, pero también de la fuerza. Es dignificarlas a ellas individualmente pero también como colectivo, casi como si al coronarlas estuvieran premiando su lucha y su resistencia. En total son doce fotografías, la mayoría con una sola protagonista pero también algunas de grupo, como Janny & Nuria (2015), Andreina & Sarah Nicolle (2015) o Denise, Yefri, and Angie (2015), todas ellas situadas en cuidados emplazamientos que, igual que sus coronas y atuendos, no son simples escenarios sino que tienen una tremenda carga simbólica. En muchos casos eligieron antiguos edificios señoriales, ya en desuso, un poco abandonados, pero que resisten el paso del tiempo dando cuenta de su historia, tal como estas mujeres fuertes y poderosas: resisten y nos cuentan su historia y su lucha, también el triunfo de haber llegado a ser quienes son en realidad, de haberse construido a sí mismas frente a una sociedad y una política que pretende arrinconarlas y eliminarlas como algo inservible, como estos viejos edificios. La elección de estos emplazamientos, estos edificios, guarda también otra metáfora: demostrar la decadencia en la que se encuentra la sociedad peruana, a diferencia de las vírgenes que se muestran bellas, poderosas, resilientes. La obra Janny & Nuria abunda más en la idea de la dignificación al colocarlas en un retablo, elevadas por encima de “los mortales” y puestas como ejemplo de ese triunfo. Así como Gaby (2014) lo hace del sufrimiento. En Perú, como en tantos lugares, existe una sociedad tremendamente patriarcal, machista y homófoba, esto no es un descubrimiento de última hora, por desgracia. Este tipo de comportamientos están indisolublemente unidos a la discriminación y a la marginación –como hemos visto antes- de toda aquella persona que no piense como la mayoría dominante, que sea “diferente” y que no quiera ocultarse. Para ser “aceptados”, y aún más para no ser excluidos/as y agredidos/as, las personas de la comunidad LGBT “deben” permanecer en sus armarios. Es como aquello que tantas veces hemos oído de la homofobia liberal: “vale que lo seas, pero que no se te note”. Es decir, en el ocultamiento de tu casa puedes ser como quieras pero nunca en el exterior, sin darse cuenta, o no quererlo, que el solo hecho de salir a la calle es un acto político, de presencia y de autoafirmación.
El que las personas del colectivo nos mostremos como somos y lo que somos en nuestra vida diaria, en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, desestabiliza enormemente a esa sociedad “bien pensante”. La desequilibra en realidad porque la cuestiona, cuestiona su forma de vida como la única posible, cuestiona su poder, cuestiona su modelo de familia, incluso su forma de amar. Pero no venimos a cuestionar nada (o a lo mejor sí) venimos a ser, simplemente ser sin tener que escondernos. Sin que nuestro amor sea, como decía el poeta, “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre” . Sobre este asunto trata la serie fotográfica Los chicos (2014), de los mismos autores de los que vengo hablando, una serie de fotografías de chicos que se atreven a salir de esos armarios y mostrarse tal cual son. En Perú, tal vez especialmente en Lima, son muchos los que ha dado ese paso, arriesgándose a ser señalados e insultados pero conscientes de que es lo que hay que hacer, salir, ser visibles y exigir cambios tanto sociales como legislativos que mejoren sus vidas. Esto se vio, por ejemplo, en la demanda que se inició en 2014 por la promulgación de una ley que reconociera sus uniones civiles. Lo que en otros sitios llamamos el matrimonio igualitario. Las llamadas “clases superiores” se oponen fuertemente a esto, por la misma razón de desestabilización que antes he comentado. Lo curioso tal vez sea que este movimiento por la igualdad haya surgido entre jóvenes que no pertenecen a esa situación acomodada. Como en la serie anterior los autores buscaron un emplazamiento concreto, una vieja mansión que milagrosamente ha persistido a los envites de las nuevas construcciones y que se mantiene como una muestra de orgullo, el mismo con el que se ponen ante el objetivo de la cámara estos muchachos. También algunos de ellos, como las mujeres trans, están llenos de simbologías religiosas, apareciendo con diademas y resplandores de santidad, Sael, Pedro, Junior (especialmente orgullosa su mirada), Guillermo, Humberto & Saul o Kevin. Otras fotografías de la serie muestran espacios y objetos de esa mansión olvidada, como una metáfora de resistencia, como la de ellos, Toro, Altar o Womb. Anda es un vídeo en el que aparece como una procesión, de esas muchas que atraviesan nuestras calles y plazas en determinadas festividades. Aparece en la pantalla como una de estas procesiones, aunque sobre las andas no se ve nada, es como un signo o un peso oculto a las miradas, sólo quien lleva el peso sobre sus hombros sabe lo que realmente es. Esto aparece sobre los hombros de los porteadores, que son ocho chicos gays que se encontraban en diferentes tiempos del proceso de autoaceptación y visiblización, ese es realmente el peso que llevan sobre ellos. Al título le podemos encontrar dos significados: el anda (o las andas) en las que se llevan las imágenes en las procesiones y anda de caminar, anda adelante en tu vida siendo lo que eres y como eres. Por último, sobre el trabajo que han realizado estos dos artistas como un solo autor, hablar otra serie fotográfica que se merece verla con una cierta calma, con temple, porque hace referencia a hechos reales y bien traumáticos. Las fotografías están hechas en lugares concretos de la ciudad de Lima y otros sitios en los que fueron asaltados, golpeados, ultrajados y en muchos casos asesinados chicos gays o chicas trans. Digo que hay que ver estas fotos con calma y temple porque no es fácil leer sus nombres y lo que les hicieron. No es una obra fácil pero sí absolutamente necesaria. Si es importante mostrarnos como somos mucho más lo es poner de manifiesto las vidas de aquellos y aquellas que lo hicieron y lo que les costó. No lo digo como para amedrentar a quienes se hallen en este proceso sino para que sepamos reconocer y agradecer lo que tantas y tantos han hecho tanto por su vida como por la nuestra. La libertad que ahora tenemos (la que tengamos) ha sido ganada con esfuerzo, lucha y sangre de muchos y muchas que, desgraciadamente, se dejaron la vida. Reconocer y agradecer y no dejar jamás que su sangre de haya derramado en vano. Hemos recibido un legado que ha costado muchas vidas, de nosotros ahora depende mantener y acrecentar lo conseguido. Esta obra de la que hablo se titula Padre Patria (2014, en proceso). Como digo cada obra retrata calles, carreteras o campos donde ocurrieron estos hechos a los que me refiero. Es un trabajo documental realizado después de un arduo proceso de documentación. Arduo y me imagino que doloroso. Bajo cada fotografía aparece el nombre de la persona a que se refiere, si era gay o trans, lo que le ocurrió y la fecha del suceso. La lectura de lo que les hicieron puede ser muy dolorosa.
Si bien el paisaje del Perú a menudo se celebra por su rica historia, la serie Fatherland cambia esta percepción y ofrece una narrativa contraria, exponiendo a los espectadores a las cicatrices nacidas de décadas de una implacable epidemia de odio. A través de una extensa investigación de las comunidades homosexuales y transgénero, documentamos los sitios de crímenes de odio en las ciudades de Perú, los desiertos, los Andes y en las profundidades de las selvas del Amazonas. Aunque no se muestra ningún asaltante, la serie subraya los efectos peligrosos del patriarcado y la intolerancia, y examina cómo estas construcciones crean los ambientes tóxicos que prestan poco valor a las vidas LGBTQ. Cada imagen se presenta como una denuncia del desprecio flagrante por los estilos de vida no conformes que desafían las agendas de los líderes religiosos y políticos que continúan permitiendo el ciclo de violencia oprimiendo intencionalmente a la comunidad LGBTQ o descartando e ignorando sus necesidades.
Debido a la naturaleza extremadamente violenta de estos asaltos, creemos que la energía de aquellos cuyas vidas han sido tomadas permanece en estos lugares, y la brutalidad de cada evento ha marcado la tierra. Para el público peruano, estos breves relatos de brutalidad colocan un espejo inquietante que refleja el oscuro vientre de su propia cultura. Para el resto del mundo, las fotografías sirven para desenmascarar una apatía predominante hacia las injusticias sociales y la lucha cotidiana por la seguridad y la supervivencia que soportan muchas poblaciones que identifican LGBTQ . La serie se acompaña de un vídeo donde aparece toda la información de lo ocurrido. La construcción de la identidad, una cuestión tan importante como difícil, mucho más si lo hacemos desde una mirada LGBT. La homosexualidad es mucho más que un asunto de personas que se enamoran de otros/as de su mismo sexo, eso sería tremendamente reduccionista y sólo aborda una parte de la personalidad, sólo el ámbito sexo/afectivo. Mucho más si hablamos de personas trans. Hay un error en el que caen muchos/as y que se repite constantemente: hablar de lo sexual, de la atracción sexual por personas de tu mismo género, de relaciones sexuales. Es un error y grande porque circunscribe lo homosexual sólo al ámbito de las relaciones sexuales, que, además, quedan dentro del ámbito de las personas. Cierra así la puerta a la acción y a la vida social y política de las personas. Cierra la puerta o niega las relaciones afectivas, a las posibilidades de amar, de tener una relación afectiva e incluso a la posibilidad de formar una familia. Es por eso que, en lugar de hablar de diversidad sexual, deberíamos hablar de diversidad sexo/afectiva. Sobre esto, sobre la posibilidad, absolutamente real por otra parte, de considerar la identidad como una construcción que hacemos todos y todas desde nosotros/as mismos/as habla la serie fotográfica de Juan Carlos Ortiz (Lambayeque, 1979) titulada Dismorfofobia (2014), sobre la exploración del propio cuerpo para crear esa identidad.
Las relaciones entre arte y activismo LGBT son muchas y de muy variadas formas, casi tantas como artistas han trabajado sobre esto. La intención, en todos los casos, es dar visibilidad al colectivo y realizar, desde las creaciones culturales, un constructo social/político de dignificación en unos casos y de denuncia en otros. Denuncia de unas leyes injustas, amenazadoras, coercitivas y castradoras de la persona y también denuncia de una sociedad heteropatriarcal, machista e hipócrita, mucho más de una sociedad que pretende ser igualitaria pero siempre que la “diversidad disonante” se quede bien encerrada en los armarios. Los y las artistas han usado todos los medios a su alcance para hacer de su obra, como comentaba antes, un altavoz a través del que podamos oír estas voces. En algunos casos, como los anteriormente comentados, usan de historias e iconos de su propia cultura, como en el caso de Juan Carlos Ortiz en su serie Escapularios (2017). El escapulario es un objeto de la tradición cristiana que se utiliza como protector, sobre todo a la hora de la muerte. Se dice que quien lo lleve puesto en su momento final saldrá del Purgatorio, en el sábado siguiente a su deceso. También lo es como “Detente”. En los años de la Guerra Civil española lo llevaban cosido a la ropa o detrás de las puertas de las casas, con el lema “Detente bala, el Corazón de Jesús está conmigo”. Son objetos de protección. Lo que hace Ortiz es reutilizar el objeto y reelaborar su significado desde una mirada LGBT. Creó tres “detentes” como un amuleto para la proyección de las personas de la comunidad y lo hizo con la imagen “sacralizada” de tres personajes bien conocidos en Lima, como son los congresistas Carlos Bruce y Andrés de Belaúnde y el artista-activista Giuseppe Campuzano. Conocidos por su labor en pro de la comunidad, por darse a conocer como son y abrir puertas a una sociedad más justa e igualitaria. De manera metafórica quien llevara estos escapularios se vería protegido de acosos y peligros. Otra obra suya es la serie fotográfica Transexualidad (2017), donde podemos ver unas manos rellenando una encuesta sobre las personas trans. El asunto es que esas manos aparecen como “travestidas”, las de mujeres con signos masculinos y la de hombres femeninos. Las encuestas eran para conocer la idea de cada entrevistado/a sobre este asunto. Así, con esos elementos en sus propias manos podrían, aunque sólo fuera levemente y por un momento, sentirse “diferentes”.
El Perú, como cualquier otro país de nuestro entorno cultural e histórico, es conservador y patriarcal. Pero también ocurre, por desgracia, en otros que se articulan en base a otras religiones: islámicos y hebreos, como también los protestantes. Cualquiera que se sitúe “fuera de la norma”, de lo “normal”, es reprimido y de eso no se salvan las personas de la comunidad LGTBIQ, todo lo contrario, estamos constantemente en el punto de mira. Así, muchos y muchas, para ser admitidos como “normales”, se ven obligados a que una parte importante y fundamental de su personalidad pase desapercibida. Lo que comúnmente llamamos “estar en el armario” (o en el closet). Todos y todas somos “producto” de un tipo de sociedad, cultura, educación y forma de familia. Todo eso nos configura de una forma determinada. Esto puede tener tanto de positivo como de negativo. Negativo cuando descubres que no encajas totalmente en esos roles y tienes que asumir tu identidad verdadera, rompiendo con una forma adquirida de ser. El Proyecto Closet (2018) de Ortiz hace referencia a esto, a esos armarios que muchos y muchas no tienen más remedio que construir, hasta que se les hace una habitación cerrada y enrarecida que los asfixia. Es una sola obra compuesta por diferentes elementos, una colección de puertas que cierran la posibilidad de ser. Él lo hace desde la realidad de la sociedad peruana.
El proyecto Closet, es un trabajo artístico multidisplinario que aborda la problemática de la situación homosexual en nuestro país a consecuencia de los mecanismos de represión de nuestra sociedad. El resultado de ello es el condicionamiento de los individuos a buscar formas de ocultamiento que los ayude a salvaguardar su identidad frente a una sociedad que se maneja ejerciendo control sobre las personas que no se adecuen a los estándares de “normalidad” impuestos por un poder Superior. Para realizar este trabajo se sirvió de la experiencia de obras anteriores, de la exploración del cuerpo y de la investigación sobre diferentes conceptos que identifican y/o marginan a la comunidad LGTBI en una sociedad conservadora. También, recogido de una obra anterior, retomó la idea del “detente” como mecanismo de protección, resemantizado como objeto “religioso queer”, para salvaguardar de maltratos físicos o psicológicos. Los pasos previos antes expuestos son importantes para explicar que la idea del detente finalmente decanta en las puertas del Proyecto Closet y en la idea del objeto sagrado como elemento de protección que en este caso ayuda a los individuos a sortear la doble vida que tienen que llevar para mantener integra su identidad . Durante el proceso de este trabajo recogió palabras y conceptos del lenguaje usado en las aplicaciones de encuentros gay y con ellos construyó un a modo de arcos barrocos. Como una puerta para pasar al “otro lado”.

GOOD AS YOU . REPRESENTACIONES DE LA HOMOSEXUALIDAD EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO.

GOOD AS YOU . REPRESENTACIONES DE LA HOMOSEXUALIDAD EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO. Homosexualidad y homoerotismo en el arte. Después de unas décadas de clara combatividad, parece que los artistas, especialmente los gays, pasaron a otras luchas. Son especialmente David Hockney (Bradford, Gran Bretaña, 1937) y Gilbert (San Martin de Tor, Italia, 1943) y George (Plymouth, Gran Bretaña, 1942) los que se mantienen en la línea. El primero con sus series de grabados sobre el amor y la sensualidad entre parejas del mismo sexo y los segundos con sus características fotografías de gran formato con forma de grandes paneles de pantallas, donde ponen de manifiesto esas relaciones y también hablando sobre el problema de la epidemia del SIDA. Dentro de las muchas obras que podríamos analizar fuera ya del panorama estadounidense, hay una que tal vez incida de una forma más explicita en una situación política y de denuncia, esta sobre el tema específico del extermino de homosexuales durante la régimen nazi, es el Gay Memorial de Berlín, encargado a Michael Elmgreen (Copenhagen, Dinamarca.1984) e Ingar Dragset (Trondheim, Noruega. 1968). Con este monumento, encargo del Parlamento y pagado por el Ayuntamiento, se desea pedir perdón de manera oficial a los homosexuales perseguidos y asesinados. Según las estadísticas, entre 5.000 y 10.000 gays fueron deportados a campos de exterminio. Unas 45.000 personas fueron acusadas de casos “contra natura”. La obra es un gran cubo inclinado, hueco en su interior y horadado donde a través de una ventana de 40 x 40 cm. se puede ver un vídeo en el que dos hombres se besan, una especie de beso eterno. El memorial a los homosexuales se relaciona así con el de los judíos, está en frente, poniendo de manifiesto que la locura del holocausto abarcó a todos por igual. Mientras que el de los judíos está abierto en una gran plaza, al de los homosexuales se accede entrando en el parque, como una referencia al cruising. No es la primera vez que Elmgreen y Dragset tratan temas relativos al mundo gay, de hecho es una referencia bastante habitual en su trabajo, como los pabellones blancos con agujeros a determinadas alturas que han instalado en parques con actividad gay, los Cruising Pavilion/Powerless Structures, o la exposición The Brightness of Shady Lives, en Helga de Alvear, Madrid (Septiembre-Octubre de 2005), donde instalaron un bar gay en una sala de la galería, con la particularidad de que los espectadores estaban siempre del lado de los camareros y en la otra mostraron una colección de 365 fotografías, enmarcadas en cuero blanco, que mostraban diferentes escenas familiares, como pueden estar en cualquier casa, pero proponiendo un modelo de familia “diferente”, “diferentes” formas de matrimonio y relación. Esta instalación, como otras realizadas en distintos espacios, realiza una crítica hacia “nuestro” modo de vida, de relación, de sociedad, pero también hacia las instituciones culturales. Estos artistas y otros se ha ocupado de poner de manifiesto una estética y un lenguaje homosexual –muchas veces para poder contar su propia vida en voz alta- y homoerótica en algunos casos. Un arte que configura y manifiesta una determinada forma de ser y que busca –y contribuye- dar visibilidad, y por tanto normalidad , a una determinada manera de ser, pero como digo a una manera de ser que se remite sólo a unos gustos y a una opción sexual determinada. Hay trabajos manifiestamente homoeróticos como el de Adi Nes (Kiryat Gat, Israel, 1966), que retrata a los jóvenes soldados del ejército israelí. En muchos casos Nes bucea en la historia del arte para “construir” las escenas de sus fotografías, como la última cena de Leonardo, en la que sitúa un grupo de soldados de tez morena y en diferentes actitudes. O coloca a sus modelos durmiendo juntos en la habitación de un cuartel. En general, sus actitudes y sus miradas son más que sugerentes, homoeróticas y casi lascivas. Muchos de ellos nos muestran su cuerpo, su musculatura, aparecen tranquilamente dormidos o simulando una lucha entre ellos (nada más homoerótico que dos hombres musculosos luchando, a la lucha turca me remito). Su trabajo muestra una parte escondida y casi inexistente, como es la homosexualidad en el ejército, en el israelí concretamente. Una forma de dar visibilidad a diferentes maneras de ser. Él estuvo los tres años obligatorios en el ejército, por lo que conoció muy bien la vida castrense y las relaciones que surgían entre los hombres que conviven juntos y en condiciones, a veces, extremas. Su compatriota Sinaí Calif Israeli busca por las calles de Tel Aviv a determinados tipos de muchachos, algunos de ellos en situaciones más que “sugerentes”. Su trabajo es su forma de leer los acontecimientos, pero también de enfrentarse a ellos. Sinaí es un hombre de gran sensibilidad, que le lleva a hacer unas lecturas particulares de la situación. Trabajó su serie The man on the move deambulando por las calles, observando como caminaba la gente, sus pies, su forma de avanzar, que quiere ser una metáfora del avanzar en la vida, que allí es ciertamente difícil. Esta lectura también reviste un carácter especial porque le atrae la forma de moverse de los hombres en Israel. El caminar de un hombre le parece atrayente por erótico y esto se nota claramente en su trabajo, como lo es el observarlos en la playa, en los juegos, en las duchas (Man in Tel-Aviv). El resultado es de un erotismo y de una sensualidad impresionantes, por la forma de tratarlo y por los “modelos” que elige, ya sea un primer plano de un chico lamiendo un helado, descansando en la playa o poniéndose unos pantalones al lado de su moto. Hay otros artistas, como Tom of Finland (Kaarina, Finlandia. 1920 - Helsinki, Finlandia. 1991), que han incidido mucho más en lo homoerótico. Tom dibuja con un trazo perfecto y sutilísimo esas escenas de sexo, muchas veces de sexo duro, entre este tipo tan peculiar de hombres. La observación de su trabajo detenidamente nos permite analizarlo más allá de lo puramente sexual y “voyerista” y colocarlo en una panorama creativo más internacional, a la luz de lo que han hecho otros autores. Una obra que se podría relacionar con la de otros como Lorca, Cocteau o Franco Nero, e incluso verse reflejado en algunos escritos de Cernuda, sobre todo cuando habla en Ocnos de ese marinero que camina descalzo por la playa como imagen de la Libertad. Rinaldo Hopf (Freiburg, Alemania del Este, 1955) nos muestra en su obra unos cuerpos desnudos que por su musculatura y sus actitudes son más que llamativos, casi desafiantes en algunas fotografías. Él utiliza indistintamente la pintura, la fotografía y la instalación, dependiendo del interés de lo que quiera contar. Se ocupa habitualmente de cuestiones de la identidad queer, la historia, la rebelión, la belleza y la estética. En sus últimos libros, Subversiv y Amore, ambos publicados en 2004, realiza una selección de retratos eróticos de la Unión Internacional de Arte y Escena Queer. Tiene una “escandalosa” serie de desnudos masculinos, realizada sobre carteles originales de diferentes personajes, intervenidos con pan de oro y tinta. Muchos de ellos son iconos de la cultura pop bien reconocibles. Slava Mogutin (Kemerovo, Siberia, Rusia. 1974) plantea la búsqueda de su objetivo de una manera diferente. Tal vez la obra más conocida sean los retratos de chicos en actitudes muy diversas, entre los que destacan sin duda las relacionadas con prácticas de sexo gay, solos o en compañía. Formalmente el trabajo no está planteado como fotografía, digamos artística, más bien está a medio camino entre la obra de arte y lo documental, presentando los personajes en un escenario real, un poco al límite, como al límite parecen estar muchos de los chicos retratados, de hecho son actitudes queridas por el autor, visiones de la ciudad, una ciudad “underground”. Las fotografías de los jóvenes, aunque busquen una lectura con un planteamiento gay, se alejan bastante de la presentación estética y cuidada de hombres diez de cuerpo perfecto y mirada lasciva. Son gente normal, rastas de Crimea, luchadores rusos, cadetes militares, cabezas rapadas alemanes y hooligans que presentan una escena que quiere ser normal. Quizá estos chicos sean al fin y al cabo más morbosos y provocadores por canallas. Tal vez sus jóvenes militares sean los que más se acerquen a esos bellos cuerpos, morbosos, de los hombres de uniforme, aunque no todos sean así. Está planteado de una forma realista y sin ningún tipo de tabúes donde las escenas de sexo en pareja, las masturbaciones y la zoofilia pueden dar en muchos casos una lectura de protesta, más que como una escena de pasión y goce. Una protesta contra un sistema opresor que prohibía cualquier manifestación que se considerara “fuera de la norma” y condenaba las prácticas sexuales –mucho más las homosexuales- como algo escondido, oscuro y execrable. En este sentido digo lo de protesta, al sacar a la luz estos tema se reclama su aceptación o al menos su visibilidad, aunque esto no ha resultado gratuito en la vida de muchos, como es el caso del propio Mogutin, que fue exiliado de Rusia por practicar un “vandalismo malévolo y cínico”, de una insolencia extrema y no sólo por su trabajo plástico, sino también por su escritura. A los veintiún años pidió asilo político en EEUU con el apoyo de Amnistía Internacional, donde vive en la actualidad. Matthias Herrmann (Munich, Alemania, 1963. Vive y trabaja en Viena, Austria y Riparbella, Italia) nos pone en una situación de voyeur mucho más comprometida. No son escenas de sexo compartido sino onanismo puro. Es un trabajo autoreferencial a través del que nos hace entrar en la habitación de un hotel y observar, como por una mirilla, cómo el autor se masturba o juega con su pene. El trabajo de Herrmann utiliza la fotografía como medio para contar una serie de historias que tienen mucho que ver con lo íntimo, con lo que se desarrolla de puertas para adentro, secreto incluso para hacerse en habitaciones de hotel, en el anonimato y por supuesto con todo lo relativo a lo sexual, de suerte que acercan al espectador a una especie de ventana indiscreta. En su caso hay una espléndida relación entre continente y contenido que refuerza la unidad de la obra. Tanto su estética como el contenido de sus historias no podrían contarse en soportes como la pintura ni, por supuesto, en la escultura. Hay una serie de cuestiones a las que él responde claramente y que nos ayudan a comprender mejor su trabajo. Cuestiones sobre su constante presencia, su identidad, incluso su narcisismo. En estos y en otros muchos casos, como vemos, se utiliza el cuerpo como “campo de batalla” que diría Barbara Kruger, como agente desmaterializador de la obra tardomoderna. Como lugar y objeto de la reivindicación, ha sido recuperado por las activistas feministas, los colectivos homosexuales y más recientemente por el movimiento queer. El cuerpo es el lugar donde se experimentan las pasiones y los sentimientos, el deseo, la dependencia sentimental, el abatimiento... Estados anímicos que en muchos artistas se tornan más visibles. Son artistas que, en muchas ocasiones, hacen un trabajo autobiográfico, como veremos, o que retratan su entorno, la vida que tienen más cerca, como es el caso de Peter Hujar (Trenton, EEUU, 1934), un artista difícil y nada complaciente con el mercado y el sistema del arte. Hujar retrató a sus amigos y amigas, todos/as miembros de la comunidad homosexual neoyorquina de los setenta, pero también a los novios, amantes y/o compañeros sexuales ocasionales. Personas desconocidas que aparecen normalmente desnudos y sexualmente excitados, en un trabajo fotográfico más que explícito. Igualmente aparecen en sus fotografías esos lugares donde se busca sexo por una noche, calles oscuras, los muelles, los parques. Susan Sontang, a la que también fotografió hizo el prólogo de su libro Retratos de vida y muerte, publicado en 1976. El caso español ha sido ciertamente lento pero hay algunos artistas que se han esforzado por abordar la imagen del homosexual y de su masculinidad en su obra. Eduardo Sourrouille, Alex Francés, Juan Hidalgo, David Trullo o Andrés Senra son sólo algunos de ellos. Sourrouille (Basauri, Bizkaia, 1970) construye en su obra Bombón la causa de mi deseo (2003) todo un alegato de las relaciones amorosas, de la atracción y de la lucha. Él mismo explica que en esta y otras obras se exploran los aspectos más íntimos de nuestras relaciones con los otros y con nosotros mismos siendo el amor el vínculo y el motor de esa relación. Es la pérdida del propio cuerpo para sumergirte en el Amor, surgiendo una identidad cambiante, móvil .
También hay en su trabajo un interés por elaborar discursos en los que se analizan los estados de poder, la política del dominio y sometimiento, la insatisfacción, la actividad del deseo y sus consecuencias con el otro. Todas estas ideas fundamentales se adaptan a una actitud que alude continuamente a la imagen de uno mismo, a través de las experiencias vividas y observaciones del mundo exterior. Episodios dramáticos individuales que consiguen ser representaciones de sentimientos universales . A veces no es fácil desentrañar todo aquello que un autor lleva dentro, sus alegrías, sus diversiones, sus cavilaciones y sus sufrimientos, pero cuando conoces la obra y luego descubres a la persona que hay detrás puedes llegar a llorar de placer. Aunque parezca mentira en el mundo de frivolidad y oportunismo en que vivimos -un mundo en el que la cita y los lugares comunes se han elevado a la categoría de discurso- esto es posible, continúa siendo posible. Alex Francés (Valencia, 1962) está interesado, como otros, en los problemas identitarios que acarrea su orientación sexual, pero va algo más allá que Sourrouille, lo pone mucho más de manifiesto. Juega con su identidad, con su “doble” identidad en obras como Retrato invertido (2007), un vídeo en el que poco a poco va metamorfoseándose con su madre, identificándose con ella, hasta terminar convirtiéndose, casi, en su doble. La voz en off del autor va narrando la experiencia, encantadora por otra parte.
Comento esto porque pasa a veces que te encuentras con una obra en la que se encierran narraciones muy diversas y lo digo al hilo del trabajo de Francés. No es una obra fácil, no es fácil de ver, a veces, porque plantea un discurso descarnado, incluso cruel, directo a nuestras conciencias, pero de alguna manera está endulzado por su apariencia y por una cuidadísima elaboración (continente y contenido trabajan al unísono), es aquello de que “con un poco de azúcar la píldora que os dan…” que nos cantaba Mary Poppins. Quizá no sea fácil de ver, de asimilar, pero sí de entender y eso pasa en todo su trabajo. La serie de fotografías y cinco vídeos sobre Madres e hijas (2008) que nos resultan tremendamente familiares: son nuestras abuelas, nuestras madres… (sobre todo esa poderosa relación entre el homosexual y la madre, unidos por ese “fino collar de perlas” que decía Tennessee Williams) pero también es la realidad, la fugacidad de la vida tan barroca, la realidad de lo que somos y de lo que vamos a llegar a ser. Ellas nos miran de frente o bajan la mirada casi queriéndose ocultarse a ellas mismas su propia situación. Esto tiene además otras implicaciones más interesantes, no son modelos que posan, son mujeres de la vida real que al contemplarse a sí mismas en una exposición se ven elevadas a la categoría de “obra de arte”, son separadas del resto, dignificadas, pero casi diría que no dignificadas individualmente, sino como género, como personas que han vivido, han luchado y han llegado al final. Es la obra de arte como hecho social. Hay obras suyas sobre las que merecería parase horas: En las entrañas (1999) una obra de una extraordinaria belleza, el escalofriante Cristo corrupto (1997), Gemelación incompleta (2001), Dolidos (1991), Beso a beso (1993), una obra que no puede ser más bella ni más expresiva, ahí está el amor de la pasión, pero también el del dolor, el de la imposibilidad, casi física, de separarse de alguien, aunque esto nos haga mal… son esas dos lecturas: el amor al que te sientes unido y del que no quieres separarte, pero también ese al que estas atado y del que quisieras desprenderte pero no puedes. Si hay una que tiene la capacidad de condensar todo el discurso de su obra esa es, a mi juicio, Orden y jerarquía (2009), una simple impresión de tinta sobre papel, es decir material y formalmente lo mínimo que se puede hacer y sin embargo encierra todo un planteamiento, casi un resumen magistral de su trayectoria (hasta el momento). Ahí está la dualidad, el doble inverso, la gemelaridad, el orden… pero también las formas abultadas y redondeadas con las que tantas veces ha trabajado y todo en un plano, en una obra de 30 x 40 cms. Creo que es todo un ejercicio de condensación y de eliminación de lo superfluo, de lo anecdótico que tanto despista. Muchas veces su trabajo hace referencia a un comportamiento sexual derivado, cohibido por la presión social, pero a la vez juega con la idea del sometimiento, de la posesión del –o por-el otro. En Quiero estar dentro de ti (1996) recrea la imposible fantasía sexual del headfucking (penetrar el ano con la cabeza) como hiperbolización del fistfucking (práctica más habitual en que el ano es penetrado con el puño). El cuerpo masculino aparece penetrado. La integridad e impenetrabilidad del macho queda rota y con ella el poder y la “supuesta respetabilidad” del hombre. El ano aparece así como elemento desestructurador de la sexualidad heteronormal, sobre todo por esa especie de terror que tienen los hombres heterosexuales a hablar de su ano, de su masculinidad impenetrable, cuando en realidad es una zona erógena más del cuerpo.
Por otro lado, Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927) reflexiona sobre el cuerpo y la sexualidad masculina, especialmente a través la fotografía y la acción fotográfica. Son interesantes en este sentido sus obras Flor y hombre (1969), Flor y mujer (1969), Hombre, mujer y mano (1977), Biozaj apolíneo/Biozaj dionisíaco (1977), Trimasturbación interior/exterior (1981) y, ya en los 90, Narciso (1990) y Alrededor del pene (1990). En este sentido su trabajo es más bien una reflexión sobre el cuerpo y la sexualidad masculina, que inició en los sesenta. Narciso, por ejemplo, comenzada en 1981, usa el cuerpo y el sexo masculino retomando la historia del arte, utilizando el espejo creando la imagen reflejada del doble. La obra fue integrada en la serie Alrededor del pene, que integra veintidós acciones fotográficas donde el cuerpo se fragmenta en diferentes partes: las piernas, el pecho cubierto de vello, la cabeza, las manos, la espalda, el ano, los testículos y el pene. El trabajo de David Trullo (Madrid, 1969) muchas veces se asienta iconográficamente en la tradición del arte, realizando una relectura en clave contemporánea y gay. Prueba de esto es su magnífica serie Ecce Homme (2007), que tiene, al menos, dos lecturas posibles: la de la frase de Poncio Pilato presentando a Jesús al pueblo judío y otra, seguro que más jocosa, como diciendo ¡esto es un hombre! En cualquier caso Trullo busca desacralizar el símbolo, moverlo de contexto. Otra de sus series, también extraordinaria, es Fishers of Men (2005) título igualmente con doble lectura, que es una reinterpretación de los doce apóstoles en clave bear. Es un trabajo sobre la masculinidad a través de dos grupos paralelos pero opuestos que ofrecen un estereotipo del hipermacho enfrentado al apolíneo. Estoy seguro que muchos nos dejaríamos meter el anzuelo sin problema por cualquiera de estos “pescadores”, porque la mano con el guante de látex de Santo Tomás es realmente para decir “si no meto mi mano no me lo creo”.
Como dice Juan Redón en su introducción a la serie: con este intento de establecer un paralelismo entre los apóstoles, pescadores de hombres para la causa cristiana y los osos como cebo para otros hombres se establece una serie de conexiones sugerentes: la representación más o menos sexy de este tipo de belleza, llamemos alternativa, que intenta establecer una distancia con la representación al uso de hombre ideal gay, está inscrita en un contexto que ofrece sugerentes paralelismos, que no son otros que el sustrato cultural que subyace en muchos fenómenos sociológicos sobre todo a nivel inconsciente . Food of Love (2007) es una instalación, algo más gore, que muestra una colección de cabezas de San Juan Bautista, servidas sobre bandejas. Alterhistory (2010) se plantea como una galería de retratos, recogiendo fotografías del siglo XIX y XX, en la que Trullo plantea otro tipo de historias. Unas historias que podrían haber sido verdaderas, y seguramente lo fueron, pero que no pudieron salir a la luz por diferentes causas, la fundamental por la imposibilidad manifestar vivencias y momentos de relaciones gays o lésbicas. La manipulación de estas fotografías hace una labor como de rectificación de la historia, como un intento de devolver la dignidad a esas personas y a sus formas de relación amorosa. Vemos parejas de mujeres vestidas de novia, como inmortalizando su amor, parejas de hombres, soldados, que posan ante el objetivo de la cámara como lo harían otras parejas heterosexuales que no tenían que esconder este tipo de afectos. Es otra historia, simulada, pero que bien podría haber sido cierta.
Andrés Senra (Río de Janeiro, 1968. Vive y trabaja en Madrid) realiza en su trabajo múltiples incursiones hacia el mundo de lo gay, no sólo a nivel de la imagen, sino también adentrándose en los roles, los comportamientos y los lugares de encuentro definiendo planteamientos, pero también intentando frivolizar el tema, como en su espléndida obra Vídeo macho (2008), en colaboración con Félix Fernández (Celeiro-Viveiro, Lugo. 1977), en el que el papel del hombre y de la mujer se cambian y mantienen una conversación de lo más absurda, plagada de referencias al mundo del arte contemporáneo, como cuando para excitarse le dice “grita Derrida” o “tienes el coño más grande que Beatriz Preciado”.
También en colaboración con Fernández, Te quiero no por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo (2004) retoma un icono de la historia del arte como es el retrato del Matrimonio Arnolfini (Jan van Eyck, 1434), dándole no sólo una lectura actual en la habitación y el decorado, sino una lectura homosexual al plantear una pareja de hombres y sustituyendo el perrito por un bebé. A primera vista podría parecer algo frívolo, pero bien mirado es todo un alegato a favor de las parejas del mismo sexo y la adopción.
Pero sobre todo hay en su obra múltiples escenas de sexo entre hombres y buscando escenas y lecturas más bien comprometidas. En el proyecto realizado en 2005 con Feedback para la fiesta de la revista Matador usó la zona de las duchas del Pabellón de Deportes de Madrid como espacio de visionado, realizando una vídeo-instalación de lo más sugerente. Semióticas del WC (2004) se manifestaba idónea para este espacio, ya que se planteaba como una reflexión sobre los procesos de socialización que conducen a la construcción de las esferas sociales, políticas y psicológicas que delimitan lo público y lo privado. Realmente es la utilización de un espacio que podríamos llamar público, pero de uso privado, en el que la obra de Serna provoca la perversión y la hibridación de lenguajes, atrayendo al espectador y aumentando el carácter de voyeur de éste hacia un lugar tan concreto como son los baños de una instalación deportiva.
El mensaje de la obra se ve intensificado por las narraciones del lugar, incluso de recuerdos de hombres y duchas, de fantasías. Es, como aclara el autor, un espacio de resistencia, pero también un espacio liberador de deseos, de miradas furtivas, de encuentros en la periferia de lo permitido. Estas “narraciones del lugar” aportan “otras” visiones a la obra, son lugares en los que fácilmente se pueden transgredir ciertos roles y ser convertidos en “espacios de trasgresión”, de comportamientos que en otras circunstancias no se permitirían, me refiero a conductas ambiguas, deseos refrenados, “zonas de resistencia donde una sexualidad transfronteriza explora los límites de lo tolerado”. Actitudes y “camaraderías” que en otro lugar serían imposibles. En el doble vídeo Eros y Tánatos (2009) aparece en una pantalla un hombre besando a una calavera y en la otra una pareja gay practicando un fistfucking mientras que el penetrado canta un aria, empleando así estrategias conceptuales del barroco. Una obra atrevida, y agresiva si se quiere, por lo que está contando, por la penetración de ese lugar tan vulnerable, y para algunos intocable, de la masculinidad: el ano, pero por otra parte, como describe Beatriz Preciado, tan común y tan erógeno, como antes decía.
Félix Fernández, tanto en sus trabajos en colaboración con Senra como en solitario, también se adentra en las narrativas de lo homosexual tanto en vídeo y fotografía como en performances. En Morfología del fracaso, una acción compartida realizada en 2005, el baile y las actitudes de ambos incide en esas actitudes de sexo que podríamos encontrar en muchas discotecas de ambiente gay. Su acción conjunta, realizada en Antigua Casa Haiku (Barcelona) Only for real (2011) retoma el tema homosexual con su habitual ironía, incluso frivolizando el tema, una obra cuyo eje rector recae en la crítica ácida de lo queer planteada como un ejercicio de divertimento. Interesados en tergiversar los roles convencionales de lo denominado artístico, su trabajo se plantea como un acercamiento a las prácticas emocionales y sociales que dan origen al proceso creativo. Aparejados en su trabajo conjunto, pero apartados en su labor artística individual, su propuesta yuxtapone la sexualidad con el absurdo; lo onírico con lo siniestro; lo homoerótico con lo políticamente incorrecto. Es una pieza multimedia que, entre el video, el happening y el performance, envolverá a los asistentes en un acto de absoluto orden experiencial. Proyectada para ejecutarse con base en un ejercicio bucólico de corte preciosista, la acción cobró forma cuando, convenientemente ataviados, los performers prepararon y sirvieron perritos vegetarianos con limonada a los asistentes. Acto seguido, la proyección de Videomacho preparó el camino para la ejecución de un tableau vivant que rindió homenaje de cuerpo presente al erotismo pictórico del siglo XIX . Esta acción, además, tenía un material con instrucciones: se le pidió a los asistentes que acudieran con un dress code consistente en linterna y paquete. El escenario consistió en una sala con un montón de paja, una carretilla y un chulazo con un rollo un poco Pasolini- Caravaggio. El modelo estaba haciendo labores de campo (empacando la paja). Los performers se sentaron en dos tumbonas de playa, a contemplar la escena y construyendo un momento bucólico-idílico, incidiendo en aspectos pastoriles, hasta construir un cuadro propio de escena campestre de finales del siglo XIX (Millet). Con un proyector simularon una puesta de sol, con sonidos de campo, e interactuaron con el modelo. Se trataba de construir un cuadro homoerótico abierto a la contemplación. Finalmente el modelo se desnudó y lo regaron con una manguera. El propio montaje de la escena formaba parte del espectáculo.
Al final de la acción acabó con un apagón de todas las luces de la sala y comenzó una fiesta con el dj residente del espacio pero a oscuras y el público encendió sus linternas. O sea que crearon cuarto oscuro. Perfect day (2010), una trilogía de Félix Fernández, en colaboración con Juanma Carrillo, presenta de manera directa relaciones sexuales entre dos hombres, pero el mensaje del trabajo va mucho más allá, habla de la soledad, insatisfacción, relaciones afectivas y emocionales.
Dentro del mundo de los artistas que realizan un trabajo vinculado a la imagen de “lo gay” lo homoerótico ha tenido y tiene un gran protagonismo. Hace años precisamente por ser algo que queda encerrado en el ámbito de lo privado del autor y en la actualidad, afortunadamente, por dejar más libertad a la imaginación y los deseos. A Ignacio Goitia (Bilbao, 1968) se le pueden aplicar las palabras de Jacques Lacan cuando decía que el dominio de la visión ha sido entregado al campo del deseo. En ese campo el impulso sexual es el monarca. El erotismo es la manera de domarlo y de transfigurar el sexo en ceremonia. El arte erótico no sería más que un intermediario estético de una celebración mayor y cada cual que se imagine su propia celebración.
Los dibujos de Goitia, como comenta acertadamente Román Padín, son “variaciones sutiles sobre papeles que exudan una preciosa y poderosa carga sexual. Un tema (viento, música) que desentierra, siembra, prefigura recuerdos y deseos, realidad y ensueño” . Algunos de estos dibujos reproducen los grandes y elegantes fondos de los cuadros de este autor; en ellos se encuentran los personajes como en su salsa, aunque a primera vista esos escenarios palaciegos no parezcan los más adecuados para esos chicos leather de rudas caras, aunque esto pueda excitar aun más la imaginación y el deseo y mucho más a la luz de Pasolini, ciertamente admirado por Goitia.
En otras obras no hay escenario, sólo uno o dos personajes bien dispares, uno con chaqué y otro desnudo o semidesnudo. Como decía Lacan, la visión alimenta el deseo y el sexo es toda una ceremonia. También hablando de deseos, en la serie Milkabouts (2007/8) Fernando Bayona (Linares, Jaén, España, 1980) se adentra en la relación entre los cuerpos, ofreciendo imágenes amorosas e implícitamente sexuales y de identidad. Son dos chicos que hacen salir de sus bocas un chorro de leche, un intercambio de líquidos que bien pueden sugerir fluidos. Como comenta Michel Hubert Lépicouché los fotomontajes de la serie Milkabouts se basan en la polisemia de la palabra “leche” (la leche materna y, popularmente, el esperma). En la mayoría de estas fotos, dos hombres colocados a una cierta distancia expulsan por la boca un espectacular chorro de leche, cuya trayectoria le permite colisionar con el otro. Con su unión en el aire, los dos chorros materializan el lazo que une a los dos hombres en su misma orientación sexual. Se trata, por tanto, de una reinterpretación del tema clásico de la “Virgen de la leche”, mediante la acción y la fotografía, en clave homosexual y contemporánea.
Ciertamente, como apunta acertadamente José Guirao, hay referencias en esta serie al trabajo de Bruce Nauman, pero sólo como una referencia o punto de partida, el resultado es bien diferente. Los dos jóvenes intercambian el líquido, compartiendo el espacio y las intenciones, yendo de boca a boca o simplemente lanzándolo al vacío, creando y llenando el espacio entre ambos, derramándose la leche o recibiéndola. Hay un trabajo suyo que igual no tiene una intención a priori de contar la historia en clave homosexual, pero es que el esplendor de los cuerpos masculinos no te deja muchas dudas. Me refiero a Circus Christi (2009). Lo que encontramos es una referencia al cuerpo en su más pura carnalidad, escenas y relaciones que pueden dar lugar a todo género de dudas. Hay múltiples referencias tanto a la religión como a la historia del arte, pero como todo el trabajo de Bayona, se resuelve en un profundo proceso de investigación, una cuidada puesta en escena y en una sabia elección de los personajes, de lo que resulta una obra espectacular donde, como he señalado, las referencias son múltiples. Algunas casi explícitamente sexuales y otras basadas, más que en la religión, en la Historia o la Iconografía del Arte, como la Piedad, la duda de Santo Tomás o el Cristo muerto de Mantegna. Un método de re-visitación y apropiación de obras anteriores plenamente postmoderno. De alguna manera, como opina Juan Martín Prada, la práctica de apropiación niega, así, el carácter valioso y subversivo de conceptos como “originalidad”, “autenticidad”, “expresión”, “liberación” o “emancipación”. El cuestionamiento de estos y otros conceptos implica también el de las formas tradicionales de recepción e interpretación de las obras: tradición, influencia, desarrollo y evolución .
Su serie The life of the other (2013) que resulta claramente homoerótica por la representación de cuerpos de hombres que atraen nada más mirarlos, y mucho más porque lo que Bayona hace es abordar el tema de los trabajadores sexuales, stripper y actores porno, pero en algunas de las fotos de esta serie lo que subyace es la soledad de estas personas, sus deseos sus relaciones y la doble moral con que se trata el trabajo sexual. Un trabajo que tiene mucho de documental porque Bayona los conoce antes de hacerles formar parte del proyecto, conoce sus vidas, sus ilusiones y luego las plasma en las fotografías.
En los días en que redacto este texto Fernando Bayona se encuentra inmerso en un nuevo y apasionante proyecto. Su investigación actual se centra en varios campos de concentración nazis, pero especialmente sobre el deseo de exterminar a los homosexuales en la Alemania de Hitler. Cómo los llevaban a los campos y los encerraban en las famosas cámaras de gas. Un trabajo que tiene relación con el comentado Gay Memorial de Berlín pero desde una óptica más cruel y descarnada. Si el Memorial presenta en su interior es “beso eterno” que decía, las imágenes de la liquidación serán mucho más crueles, el intento de desaparición de estas personas, la muerte de miles de seres humanos que no eran aceptados por su condición, por ser un “peligro” para el régimen y para esa “raza pura” que se pretendía conseguir para que dominara el mundo, como si fuera un experimento de laboratorio. Paragraph 175 es el título de este nuevo proyecto, haciendo alusión al artículo 175 del Código Penal nazi en el que se penalizaban las relaciones homosexuales, aunque la norma estaba vigente desde 1872 y permaneció hasta junio de 1984, lo que hizo el nazismo fue endurecer las penas con el 175a que prescribía de uno a diez años de trabajos forzados, entre otras cosas porque se pensaba que la homosexualidad se podía contagiar.
El trabajo de Manu Arregui (Santander, España, 1970) siempre ha tratado de explorar vías conceptuales y visuales a través de las que subvertir ciertos mensajes y abordar una obra que pone de manifiesto, en muchos casos, las aspiraciones del colectivo homosexual, así como el de las mujeres. Busca, a través de su obra, crear espacios para la visibilidad, llamar la atención sobre determinados aspectos, poner al espectador frente a otra forma de ser.
Como explica Xabier Arakistain, él ve en el arte un instrumento para la transformación social, un aparato, que interactúa y comparte espacio con otros como el cine, la publicidad, la moda, la música popular, etc. Un nuevo arte que responde a un nuevo entorno social y cultural marcado por el desarrollo y la proliferación de nuevas tecnologías y abarrotado de un exceso de información, aunque mayoritariamente oficialista. Por eso, los y las artistas más innovadores del presente se replantean constantemente las categorías de arte y artista con el objeto de sortear la confusión y hacer llegar sus mensajes a las audiencias preservando la función (de crítica y renovación) social del arte . Con obras como Coreografía para 5 Travestis (2001) o Un Impulso Lírico del Alma (2007) aborda estas cuestiones. En la primera de ellas recoge la estética de los musicales de Hollywood. Al principio suenan los compases de Stanley Holloway para The Embassy Waltz, de la banda sonora de My Fair Lady. Todos los movimientos están pensados para dar la sensación de una danza, como las que hemos visto muy a menudo en ese tipo de películas, una forma de movimientos tan femeninos que llegan a resultar “muy mariquitas”. Desde los primeros segundos del vídeo, que dura 2 minutos 46 segundos, nos parece estar viendo una especie de remake de películas tipo Escuela de sirenas, pero al final se descubre que no se trata de chicas, sino de hombres travestidos. Con esto subvierte las imágenes y las posibles lecturas de clichés establecidos y aceptados, formas o movimientos exclusivos de las mujeres, que también pueden ser realizados por hombres.
Y no es que busque con esto engañar al espectador, mostrarle una cosa que después es otra, más bien pretende que el que vea la obra cuestione sus propias formas de mirar y entender la realidad. La segunda de las obras que cito, Un Impulso Lírico del Alma, trabajada con Rubén Orihuela, el primer deportista que se adentró en la gimnasia rítmica, una disciplina reservada a las mujeres, poniendo así en cuestión que nada está definido, nada hay que sólo lo puedan hacer las mujeres o los hombres. Además, plasma las posibilidades del cuerpo masculino, su plasticidad y su estética. Extrapola la imagen personal de Orihuela hacia un discurso más general, de género, el masculino en este caso, o de una nueva masculinidad, lejos de imposiciones y tabúes. Arregui explica, sobre esta obra, que en el proyecto encontraba varias constantes que han aparecido en otros de mis trabajos, además de recursos formales como la coreografía o los movimientos de la cinta. Era muy excitante poner en juego muchos conocimientos adquiridos, la elaboración de un storyboard, la fotografía, la escenografía en 3D, la animación de un personaje virtual, el diseño de iluminación, la composición de efectos, las locuciones ... y experimentar con nuevos elementos como la integración de la imagen “real” y la virtual, componiendo con la ayuda del chroma key. Mientras, por el otro lado, sabía que con tal amalgama de disciplinas y técnicas era muy fácil acabar sepultado, por lo que mantener cierto orden discursivo me resultaba prioritario, necesitaba apoyarme en una sólida base teórica que no podía ser otra que el feminismo, varios textos fundamentales me acompañaron. También me daba cierto aplomo tener presente que hay que mantenerse en guardia ante la oleada de reforma moral, el hecho de que la homosexualidad siga severamente penalizada en 80 países, y que en una decena de ellos se pueda aplicar incluso la pena de muerte . Y esto hace, precisamente, que su trabajo tenga un contenido político y social que la hace, aun, más interesante. Su trabajo Con Gesto Afeminado (2011) vuelve a retomar el mundo del cine y de la danza. En este caso se trata de una obra basada en Spring Night fue dirigida por Tatiana Tuttle en 1935 y coreografiada y bailada por David Lichine. Vuelve a tratar el asunto de la masculinidad y el cuerpo, aprovechando los gestos tan afeminados de las coreografías rusas, tan famosas en su época. Aparece una ventana de chat y otra de Youtube con la película en la que se basa, superpuestas en el vídeo, añadiendo nuevas capas de sentido. Arregui cambia la protagonista de la historia por un hombre, dándole un nuevo giro a lo que cuenta la película original. Muestra otras formas de hacer, lejos de unas narraciones impuestas donde la protagonista siempre es una débil y enamoradiza muchacha que siempre espera al viril príncipe que la rescata. Invierte la historia pero sólo en parte. No cambia los roles, sólo el sexo de uno de los protagonistas, convirtiendo el texto en una relación homosexual.
Esto tiene, además, otra lectura: ya no es siempre la mujer la indefensa romántica que debe ser salvada por el hombre de apariencia arrolladora, por lo tanto elimina y denuncia esa imagen que han dado siempre los cuentos: la de que ella debe ser la protegida. Raúl Chacón (Berrocal, Huelva, 1981) realiza una serie de grabados en los que analiza imágenes tanto del mundo gay como lésbico, esquematizando de alguna manera roles y situaciones, pero construyendo obras donde queda clara esa intención de visibilidad en las relaciones. Carlos Escolástico (Albacete, España, 1968) realiza un curioso trabajo, que casi podríamos llamar de cartografía, con diferentes personas y personajes que participan en la manifestación del Orgullo de Madrid. Su trabajo consiste en crear un estudio de fotografía, itinerante y portátil, donde invita a la gente para que se acerque espontáneamente, que se fotografíe, que se manifieste. Como digo, hace una cartografía de un movimiento, de una manifestación, de una reivindicación y de una fiesta, donde nos encontrarnos y nos manifestamos como somos. De este trabajo sale la serie Gris/Grey (2012).
Para muchos/as las manifestaciones del Orgullo son un tema controvertido, muchos/as, incluso dentro del colectivo LGTBI, se cuestionan si es necesario ese exhibicionismo, esa “extroversión” de la sexualidad. No voy a juzgar esto, pero si fuera eso, sólo eso, una cuestión de exteriorización de una determinada sexualidad tampoco me parecería mal, al fin y al cabo lo único que nos puede “diferenciar” de los/as que no forman parte del colectivo es eso, una opción sexual, un gusto por estar y amar a personas de nuestro mismo sexo. Quiero decir que al fontanero, al médico, a la arquitecta o al vendedor de frutas, lo único que le puede diferenciar de sus compañeros/as de profesión es a quien ama o con quien practica sexo. Por otra parte, lo lúdico de la manifestación, que se ve muy bien representado en las fotografías de Escolástico, obedece mucho a nuestra forma de ser, así lo veo yo, a una manera de ser que busca evidenciarse ante los/as demás con aires de fiesta. Tiene que ver con nuestra forma de ser y con nuestro devenir como colectivo y a nivel individual. Los siglos que hemos tenido que permanecer “dentro del armario” hacen necesaria una exhibición pública de nuestra condición. Es como si estuviéramos ajustando cuentas con la historia. Creo que lo podemos ver en las actitudes y miradas de muchos/as que aparecen en estas fotos.
El trabajo de David Luna (Córdoba, España, 1975) muestra su interés por la “producción de la imagen”, de la imagen, como símbolo y/o lectura, en este caso del cuerpo. Trata las representaciones que aparece en sus fotografías como una forma de comunicar. En estas obras podemos ver la representación de personas en diferentes actitudes íntimas o privadas, pero bien explícitas. Las podemos ver como liberadas de lo representacional que nos puede llevar, en otros casos de su trabajo anterior, a plantearnos historias que subyacen debajo de la imagen. Aquí lo que hay es lo que ves. Este trabajo suyo es un planteamiento directo del cuerpo humano, en solitario o en relacionándose con otros. Diríamos que es una imagen construida sobre su propio andamiaje, sobre sí misma.
Como sabemos, el arte siempre nos predispone a una situación de voyeurs. Si esto es así, en el caso de estas obras de Luna se ve aún más acentuado, no sólo porque nos hace entrar en la intimidad de los fotografiados, si no porque él mismo se sitúa en la escena abriéndonos como una mirilla –el objetivo de la cámara- por la que podemos fisgar en lo que están haciendo. Lo que sintamos después es sólo cosa nuestra. Una mirilla, como ocurre en su obra Pablo y Maxi IV (2011), que como él mismo explica Uno de los pilares de mi trabajo se ha basado en el interés que siempre me ha producido la intimidad de la gente que a lo largo de estos años he ido conociendo. Por tanto, y en general, de personas con los que tuve o tengo algún tipo de vínculo. Así como a los espacios circunscritos a sus entornos más cercanos. Y como mediante éstos o en éstos, se expresan y hablan de ellos mismos. Hace años que he sentido mi vida como un viaje. Ese proceso a veces catártico en el que un día tras otro se iban a dar situaciones diferentes y encuentros. Un viaje que tenía que registrar y recopilar .
A David Luna parece interesarle un cierto aspecto de la intimidad de las personas que le rodean, pero no de una forma morbosa y malsana, sino como una forma más de conocerlos, también en su propio espacio, por eso los fotografiados están en su propia casa, en su ámbito. Este intento de conocimiento le lleva hasta el caso de situarse en algunas obras, como decía antes, dentro de la propia escena que retrata. El espejo, tan utilizado en la historia del arte, vuelve a abrirnos esa puerta, esa mirilla. Son fotografías en las que, además, lo estético, lo visual, tiene una gran importancia, de ahí que en ellas aparezca una especie de rompimiento de planos. Juan Carlos Martínez (Campanario, Badajoz, España, 1978) ha trabajado en numerosas ocasiones sobre asuntos que, de una manera más o menos encubierta o directamente, tienen que ver con el mundo de las relaciones homosexuales, o bien con un guiño que nos acerca al mundo del deseo, de las miradas y del voyerismo. Así, su serie fotográfica Miraderos. I´m looking for (2001-2004) bucea en este sentido, como también en Fast food, donde habla de esa representación del placer, de la sensualidad y del erotismo y como hacemos de estos sentimientos algo propio. Martínez trabaja muchas veces en el delgado espacio que hay entre lo público y lo privado. A veces sus imágenes son robadas, lo que aumenta la imaginación y el deseo.
Muchos de estos espacios que él retrata son escenarios de encuentros fortuitos de placeres a escondidas, los famosos sitios de cruising donde se buscan encuentros sexuales esporádicos. Es este sentido aparecen en Subfilum Spermopsida (2007). Viendo las fotos y cómo la naturaleza ha sido hoyada nos podemos imaginar perfectamente las escenas. Las fotografías aparecen como subterfugio del que se sirve el artista para camuflar una obra alejada de la simple recreación bucólica y plácida del paisaje. Busca suscitar nuevas lecturas a través del carácter científico de lo fotografiado -revelando historias, quizá incómodas-, cuestionando lo aparente y movilizando de nuestra percepción. Su serie Homenaje a Thomas Eakins (2008), dentro de la serie Fast food son fotografías tomadas a distancia, hombres apenas entrevistos dentro de un edificio y nadando en un río que nos pueden, también despertar la imaginación.
En la serie Buscadores el paisaje, en este caso el del yacimiento, aparece igualmente como escenario. El autor fotografía a los arqueólogos en su trabajo, pero “pervierte” de alguna manera la lectura, haciendo que parezcan chicos que se esconden y busquen “otras cosas”. Luis Jaume (Mahón, Menorca, 1974) ha trabajando en muchas ocasiones cambiando roles y formas del género, como en sus performances, y también, desde la fotografía, creando obras en las que busca un lugar para montar una escena insólita, como un taller mecánico donde el rudo trabajador toca un piano de cola. También son interesantes sus fotografías de deportistas situados en lugares alejados de la cancha, obras donde bien podríamos hacer una lectura homoerótica.
En el caso de la pintura también ha realizado obras de gran interés por su ingenio y maestría a la hora de construir la escena, pero ahora me son especialmente interesantes una serie de cuadros, una suerte de objetc trouvé, pequeños lienzos que compra en mercadillos de segunda mano y que él interviene de una manera precisa. Estos cuadros son paisajes con bosques espesos, muy a la manera impresionista, que alguien pintó en su momento y que luego fueron olvidados. Él les da una segunda vida aportándoles una nueva lectura. Entre los árboles inserta figuras, hombres desnudos, en actitudes bien claras, es decir crea una escena de cruising. Como en el caso del citado Juan Carlos Martínez en la fotografía, aporta a la naturaleza una nueva forma, ya no es ésta, el bosque o el parque, como objeto de contemplación, como en el Romanticismo, sino como lugar o escenario donde ocurren cosas. No es algo nuevo en su trabajo, él mismo cuenta que hace catorce años tuve una beca para estudiar el doctorado en Budapest. Una tarde salí a pasear por el parque Népliget. Saliendo del metro, dejando a la derecha el planetario, el camino atraviesa un prado y, continuando, se llega a un bosque frondoso. Yo llevaba conmigo láminas y bolígrafos de colores. Adentrándome en los matorrales descubrí dos hombres que se masturbaban y me detuve a varios metros de distancia para dibujarles. Luego se incorporaron varios más y se colocaron facilitándome la visión de lo que estaban realizando, lo que era una gran ventaja frente a las clases académicas de Andréssy út, esa facultad aburrida que recibió con cierta desconfianza mi portafolio que calificaron de arte gay . Cambiando de escenario, volviendo la vista a América Latina, el colombiano Juan Pablo Echéverri (Bogotá, 1978) hace un trabajo desde una mirada jocosa, planteando la obra desde lo histriónico tal vez, pero con un contenido claro de visibilidad de lo gay y de la creación de unos perfiles cercanos a lo queer donde él adopta diferentes roles, una imagen desenfadada pero que crea diferentes códigos que están muy dentro de la comunidad LGTBI. Tanto en la obra fotográfica con en los vídeos esa imagen se plasma, como digo, en diferentes roles, como en las series fotográficas Supersonas, Diva’s Live o en LaPEGAlisa (YOconda), donde se traviste de la protagonista de la famosa obra, como también en soMos, combinando el rostro de hombre/mujer. En otros casos su trabajo es mucho más homoerótico, como en CalzonciYos o Marica (en cuerpo ajeno). En los vídeos ese carácter lúdico puede acentuarse mucho más, construyendo estos a modo de videoclip y donde la música juega un papel tan importante como las historias que cuenta, retomando narraciones de cuentos infantiles pero cambiando tanto el rol de los personajes como lo que ocurre entre ellos, como el de Caperucita en Sexual forest (2011) o héroes de cómic y de película como Supermancito (2014). Jaime David Tischler (San José, Costa Rica, 1960) trabaja desde un lugar común en la fotografía, el voyerismo, abordando temas y narrativas de amor homosexual que, desde luego en su país, aun no se habían planteado desde el arte. En su mismo contexto, Roberto Guerrero (Costa Rica, 1978) creó en 2001 la serie Prolegómenos para un concepto de pasión, donde hace un trabajo autobiográfico hablando de su cuerpo y deseo y enfrentándolo a una sociedad y un contexto cultural religioso que penaliza ese tipo de actitudes. Su obra es ciertamente subversiva y contestataria contra aquellos/as que pretenden demonizar y excluir a “los/as diferentes”, a los/as que no encajan en ese tipo de sociedad. Para este artista, el arte es algo más que construir imágenes, también es arma de lucha, de combate, de defensa y de autoafirmación.
Como digo, una obra autobiográfica donde trata de representar su propia pasión, el deseo y la culpa. Las imágenes, como la propia culpa, llaman a escenas religiosas, al sufrimiento tal vez por el pecado, aludiendo a cómo la Iglesia (todas las religiones) acusan a los/as que practican estos actos. Además, hay un deseo de encontrar la propia identidad sexual castrada constantemente por ese sentimiento de culpa que nos inculcan desde pequeños/as. El final de esta etapa en la obra de Guerrero fue Aposento del deseo (2002), fecha en la que comenzó a trabajar la masculinidad y la homosexualidad desde otra mirada.
Él mismo explica que que con el tiempo, me ha quedado claro que el arte para mí, es también una forma de autoafirmación, de presentarle a otros todo aquello que es diferente, desde una posición digna. Miro al arte desde la sexualidad, porque ese ha sido un aspecto en el que la vida ha hecho que me purgue con fuego. Ha sido fuente de intensa sismicidad interna, de dolor, de deseo, de muerte y de resurgimiento. El arte se vierte y expande hacia lo colectivo, desde una vasija, que es un individuo, su subjetividad y sus conflictos; así que desde esa perspectiva, no puedo encontrar otra manera de mirar al arte, si no desde el espacio que más me afecta . Así lo podemos ver en obras como ¿Por qué sos tan loca? Porque me da la gana (2011) o en las series creadas entre 2004 y 2006 bajo el título de Men´s magazines: Popular mechanics. Men´s Health Icon. El futbolista delicado de la selección o Warrior of fortune. El guerrero delicado. Ironías delicadas, pero ironías al fin, como en Desde niño me dijeron que solo podía jugar con carritos (2008), un zapato de tacón de aguja dorado e intervenido con ruedas y letras, que formó parte de una exposición sobre juguetes y ludismo. Indudablemente hace referencia a una forma de educación sexista en la que, desde niños/as se nos separa por géneros.
Sobre la primera obra Guerrero escribió un texto que la explica muy bien La relación con el mundo, sus representaciones, sus elaboraciones y reelaboraciones parten insoslayablemente de las vivencias, de las emociones, y de las íntimas historias de vida. Lo vivido y lo sentido se constituyen como entes catalizadores del proceso construcción y redefinición de la subjetividad y, sobre todo, de productos que el sujeto genera y libera sobre su mundo: la actividad artística y el pensamiento. Desde esa perspectiva, como propuesta para la presente Biernarte 2011, he querido recuperar lo relativo al tema de la diferencia, en cuanto a cómo se sienten, se expresan y se ejercen la sexualidad y la identidad. Diferencia que a lo largo de mi historia de vida, me ha hecho objeto de diferentes formas señalamiento y la exclusión, de vigilancia y de castigo, no solamente de quienes participan de los valores hegemónicos de una sociedad patriarcal, sino de aquellos que desde el mismo espacio de lo abyecto, en el que me instalo, buscan una complicidad con las estructuras dominantes y redirigen sus energías hacia el escrutinio y la exclusión dentro de las formas de socialización homosexual. Así que, con base en las ideas de que todos somos sujetos creados en y por el lenguaje, de que éste se organiza en diversas formaciones discursivas que ponen de manifiesto los movimientos del poder y las distintas formas de resistencia y, sobre todo, en referencias y las potencialidades del arte conceptual lingüístico; he decidido realizar dos obras artísticas que, bajo la estructura del caligrama, se encuentran estrechamente relacionadas tanto en contenido como en forma. La primera de ellas es la interrogante: ¿Por qué sos tan loca? Esta pregunta se presenta bajo la configuración de la pesada tipografía denominada Impact (¿Por qué sos tan loca?) y materializada a partir de cuchillos, navajas y diversos objetos caracterizados por su potencialidad de infligir heridas, incrustados en una pared. La segunda obra es la respuesta a la primera, y se constituye de la afirmación textual: Porque me da la gana. Esta respuesta se propone con la configuración de la delicada pero contundente tipografía Velvet (Porque me da la gana), y elaborada con flores intervenidas con escarcha, lentejuelas y abalorios de colores estridentes que remitan la estética de lo camp y sobre todo a lo queer. Ambas obras se parapetan tras el poder de la palabra, en la primera, se quiere evidenciar a la palabra dicha por los otros y que retuerce e hiere al alma con gran intensidad; en la segunda, se manifiesta de manera política, el poder de la eterna contestación, del deseo de autoafirmación, de la defensa de una voluntad de ser desde la diferencia . Como este, todo su trabajo es un exponerse a sí mismo como sujeto, explorar sus sentimientos y su forma de ser para, a través del arte, evidenciar una situación tanto vital como social. Néstor Millán (San Germán, Puerto Rico, 1960) en Cruzando Umbrales (1995) habla de la homosexualidad como una zona de conflicto personal y social, desde un discurso crítico en torno al desnudo masculino, la censura y la epidemia del SIDA. Tal vez cabría destacar, como en un apartado diferente la enorme pujanza que tiene el arte gay en Japón, con una gran cantidad de artistas que trabajan desde este ángulo de la creación artística. Digo como un campo diferente porque el trabajo de estos creadores tiene el interés que está realizado desde una estética claramente oriental. Así como el resto de los artistas que aparecen en este ensayo lo hacen desde la perspectiva de un “arte internacional”, y entiéndase en la mayoría de los casos occidental, los artistas a los que ahora me refiero lo hacen desde la estética propia de su país y de su cultura. Así, trabajan desde una forma de construir el dibujo propiamente oriental, tanto formalmente como desde el punto de vista conceptual, de una construcción de las imágenes, como digo, que recoge una tradición milenaria. También lo es así en los tipos, desde los luchadores de Sumo hasta los Samuráis. Artistas como Futa Mikami (1961), colaborador habitual de revistas gays como Barazoku o como Samson. Gengoroh Tagame (1964), con un trabajo explícitamente erótico, con la curiosidad de crear un Manga gay. Jiraiya (1967), que publicó en la revista G-men desde 1998 ilustraciones llamadas Okoto y realizó las portadas de esta revista desde 2001 hasta 2006 y cobró gran fama internacional. Kenia Shimizu (1976) participó en el Festival de las Artes del arco iris (un festival anual de artes LGBTI) en 2000 y en 2001 y recibió el primer premio de la Fundación Tom de Finlandia para artista eróticos emergentes. En su trabajo aparecen imágenes de samuráis donde se destaca la belleza del hombre japonés, con sus tatuajes rituales. Como decía, inserto en la tradición cultural de su país, representa a un hombre leal y respetuoso, que defiende la justicia y protege a los débiles, pero un hombre gay. Moreau (1973), como otros, trabaja el Manga. Su trabajo se difunde en revistas y publicaciones de temática homosexual como Badi. Desde el año 2003 publica en Hombres-G. formalmente sus dibujos parecen estar impresos. Él habla de felicidad y la tristeza, de los tiempos difíciles y los buenos que hacen grande el mundo que vivimos. En las mismas revistas, Badi, G-Men y Super SM-Z, se publican los trabajos de Naoki Tatsuya (1977), como también los de Itetsu Ogura (1964), representado el alma y la emoción a través de cuerpos atractivos. Tatsuji Okawa expresa directamente el deseo sexual, claramente pornográfico, en obras de una factura elegante. Sadao Hasegawa (1945-1999) recogen esta tradición del dibujo oriental pero o mezcla con lo aprendido en sus viajes por la India y el resto de los países de Asia. Su colección de 1996, publicada por Kochi Studio, habla del erotismo oriental y con ella ganó fama internacional. Tsuyoshi Yoshida (1924-1988) trabajó con el novelista Yukio Mishima, al que había conocido en un gimnasio de culturismo, en una serie de dibujos de desnudos masculinos. Desde ese momento pasó a llamarse Go Mishima. Desde 1972 comenzó a publicar en Barazoku y en Sabu dibujos claramente de tipo homosexual pero, como el resto, de clara tradición japonesa. Como digo, estos y otros artistas, tienen el interés de la calidad de su propia obra, de la presencia de un trabajo artístico claramente gay en Japón, pero también de cómo realizan su trabajo desde una estética propia, la oriental, rica en manifestaciones amorosas por otra parte. De todas maneras no es algo nuevo en su cultura, en el arte oriental desde muy antiguo se representan escenas amorosas y sexuales entre personas del mismo sexo.